****
Nos ha llegado póstumamente el último filme del realizador georgiano Zaza Urushadze (1965-2019) quien en 2013 obtuvo un amplio reconocimiento internacional por la conmovedora Mandarinas y que poco antes de su muerte dirigió esta efectiva y emotiva historia de amistad y supervivencia con trasfondo histórico basada en la novela del canadiense Dale Eisler. Una coproducción entre Georgia, Ucrania y Lituania que jugando con la crónica real y la fabulación y en un tono más intimista contenido que épico o efectista llega a sublimes momentos en un ritmo de narración muy bien estructurado. Aunque la guerra y los conflictos políticos y militares vistos desde la óptica de la infancia no es un tema precisamente nuevo así como también es bastante vieja la crónica de amistad entre teóricos miembros de diferentes bandos, no se haya nada reiterativo en esta película que demuestra que desde la sencillez narrativa y los medios técnicos ajustados se puede hacer una excelente película.
La historia comienza en 1919 en una remota aldea ucraniana cerca del Mar Negro donde una comunidad de refugiados alemanes que llegaron allí con la recién terminada Gran Guerra rata de sobrevivir a las vicisitudes de la Revolución Rusa, cada vez más cruda y que comienza a amenazar a varias minorías que no apoyan o son indiferentes a la revolución y sus dogmáticos y cada vez más totalitarios postulados. Anton (Nikita Shlanchak), un chaval alemán de siete años de familia católica tiene en el pequeño judío alemán Yasha (Mykyta Dziad) su mejor amigo y ambos no entienden todo el odio que contemplan con asesinatos por parte de los bolcheviques, traiciones, rencores..Las dos familias de los niños se ven afectadas por esa vorágine de un modo u otro y pronto las tragedias se suceden, pero ambos siguen siendo amigos aún más si cabe para vencer a las adversidades. La crueldad de los adultos se contrapone con la inocencia de los pequeños y para ello el filme utiliza la contraposición de la violencia y la crueldad de muchas situaciones y escenas (violencia verista y racional y nada gratuita ni exagerada) con la vivencia de la situación por parte de los niños, especialmente de Anton. Es cierto que en muchas ocasiones el filme utiliza un homenaje al cine de género: el argumento, la escenografía y muchas de las situaciones recuerdan a un western clásico así como también se aprecian ciertos elementos del cine bélico (aunque no hay batallas), pero su apuesta por ser una película principalmente con discurso hace que dichos recursos sean solo accesorios y lúdica e inteligentemente estilísticos. El mensaje de tolerancia y amistad frente al odio no solo es claro sino que además la propia película se esmera en mostrar como funciona la afinidad humana como instrumento superador de dramas. A veces tan cruda como ligera -hay bastantes elementos próximos a la comedia-y tan realista como caricaturesca - la oficial bolchevique Dora (Tetana Grachik) es una Femme Fatal de opereta pero espeluznante y el Trotski que encarna Oleg Symonenko cae en ocasiones en lo bizarro pero también está genialmente tratado en lo concerniente a su historia- Anton es una película genial y muy agradable de ver que supone un más que digno testamento cinematográfico para Zaza Urushadze
No hay comentarios:
Publicar un comentario