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Al no caer en ni la comercialidad ni en las reiteraciones
del cine-espectáculo de acción actual, se puede decir que Northman resulta un intento muy loable de elevar la aventura épica
a niveles digamos que altos en cuanto a sentido del riesgo y de cierto sentido
artístico, pero no es menos verdad que el nivel de calidad, pese a que alto, en
este filme podía haber llegado a cotas superiores y en ese sentido puede que
resulte un tanto decepcionante. Esta adaptación de una antigua leyenda germanonórdica,
eso si, resulta visualmente impactante gracias a unas imágenes semioníricas
captadas en tonos apagados y composiciones pictóricas de cierto regusto arty y
la historia está contada sin dulcificaciones ni efectismos tal y como la
mitología indoeuropea narra sus historias (muertes, combates, pasiones primarias),
pero el conjunto resulta un tanto basto y demasiado farragoso. Es muy posible
que parte del público espere otra cosa de este filme en cuanto a su accesibilidad
pero otra parte disfrutará de su notable sentido épico, la rotundidad medieval con
que trata sus temas (la venganza, el odio, el deseo) y en definitiva el ser una
visión digna del mundo vikingo y de sus mitos. Rober Eggers, director de las
prometedoras La Bruja (2015) y El Faro (2019) quiere demostrar que
dentro del cine de género es un autor y lo cierto es que lo está consiguiendo
pese a que The Northman no sea una
obra maestra.
Pese a que los autores del guión- el propio Eggers y
el polifacético escritor y poeta Sjón- se esfuerzan por contar una leyenda con
todas sus características de narración antigua nórdica (y de la que Shakespeare
tomó inspiración para Hamlet) toda la película rezuma cierta modernidad en
cuanto a su presentación formal: uso de imágenes generadas por ordenador, un
look a veces de cómic contemporáneo de autor o ciertas audacias de montaje; todo
ello al final combinado tal vez termina por desvirtuar la emoción de la
historia y su credibilidad y este es el punto débil de la cinta: no llega a
emocionar ni a entusiasmar. Si, La fotografía de Jann Blaschke es sensacional, el
elemento natural paisajístico cumple un papel fundamntal y esta captado como
corresponde, y la música de Robin Carolan y Vessel- inspirada en la música
tradicional nórdica- es sobrecogedora lo mismo que el sonido del filme, pero la
película está falta de cierta pasión, algo irónico ya que este es un pequeño tratado
de sentimientos primarios humanos. Pero claro, no hay que olvidar que pese a
ser una producción estadounidense este es un trabajo que trata de penetrar en
el espíritu noreuropeo, que no se caracteriza precisamente por su fogosidad.
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