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Tal vez uno de los escritores más llevados a la
pantalla, la obra de Stephen King, el bestsellerista del género terrorífico por
excelencia, ha dado lugar en su mayor parte a mediocres filmes de horror aunque
también es cierto que hay alguna obra maestra entre ellas, como lo es El Resplandor (1980) de Stanley Kubrick
o excelentes cintas que son también todo un clásico del terror como Carrie (1976) de Brian de Palma, ambas
películas plasmaciones en imágenes de también sus dos mejores novelas, junto con la que nos ocupa ahora, It, publicada en 1986. La que es para
muchos la novela más terrorífica de King tiene por fin una adaptación
cinematográfica tras una miniserie de TV de 1990 y pese a que se sitúa bastante
por debajo que Carrie y ya no digamos que de El Resplandor, lo cierto es que se
puede decir que esta es la tercera mejor película basada en un escrito de
Stephen King pese a ciertas deficiencias e irregularidades. King tal vez sea un
escritor comercial, sobrevalorado y mediocre que no hace más que utilizar todos
los manidos tópicos tangibles del terror utilizados desde tiempo inmemorial,
pero no hay duda de que durante más de 40 años ha sabido atraer al público creando
sugerentes relatos jugando con el efectismo, la cultura americana y el espíritu
de la serie b en literatura, cine, cómic o cualquier otro medio logrando ser un
muy leído y seguido autor que ha cedido al séptimo arte algún momento magistral
como este o los comentados o incluso alguna medianía de culto como las
adaptaciones de Los Chicos del Maiz, Cujo o La
Zona Muerta sin olvidar alguna pequeña gema fuera del
género como Cuenta conmigo (1986), por
lo que su figura no debería caer en saco roto. It, primera de las dos partes
que se tienen intención hacer de la larga novela homónima, no supone ninguna
novedad temática ni estilística de calado como película de terror pero consigue
con creces su fin de mostrar un terror primigenio e inconsciente, tal vez
demasiado explícito y truculento – marca del autor- para ser calificado de psicológico pero que
consigue con efectividad perturbar al espectador y a buen seguro “traumatizará”
a los más sensibles porque no hay nada más pesadillesco e inquietante que los
terrores infantiles ,algo que con tino retrata esta película. Se nota que hay
detrás de ella un director muy hábil y de gran proyección como es el argentino
Andy Muschietti, que debuta exitosamente en Hollywood en su segundo largo tras Mamá (2013), una coproducción
hispanocanadiense que llamó la atención de la crítica
Pese a que la película se toma licencias con el texto
original y omite pasajes que podían resultar problemáticos (sexo entre
preadolescentes), se nota un claro intento de ser fiel al espíritu original del
texto y de plasmar con minuciosidad todos los intríngulis de la relación entre
los chavales protagonistas, críos entre 13 y 14 años unidos por ser blanco de
burlas, bulling y ninguneos varios y por ser testigos de las apariciones de eso, un ser de origen no aclarado que
surge cada 26 años de las cañerías subterráneas de Derry, el pueblo de los
chicos, y que adapta las formas de los terrores cotidianos de sus víctimas
-siempre niños y adolescentes- para
atacarlas y supuestamente devorarlas. La primera desaparición de Georgie, el
hermano pequeño de Hill, que avista en una alcantarilla a un terrorífico clown
que se hace llamar Pennywise el payaso bailarín
(Bill Skarsgard) es el pistoletazo de salida a una historia que se sigue
con mucho interés y que tiene reservados sus sustos de rigor y sus momentos e imágenes
impactantes (que al menos se salen del tópico en este tipo de cine) pero que no
logra de tener la “puntuación” necesaria para ser una gran película. El septeto de críos que encarna a “los
Perdedores” resulta encantador en la mayor parte del metraje (especialmente es
reseñable el trabajo de la única chica, Sophia Lillis), pero tanto personaje
hace que el espectador no llegue a empatizar con ninguno de ellos. Lo más
recordado será el personaje de Pennywise, al que Bill Skarsgard sabe sacar
partido con sus horripilantes intervenciones y su caracterización, aunque en
realidad a veces no suponga más que un deja vu de personajes similares como
Freddy Kruger. Pero pese a sus fallos, el filme no es de modo alguno es
una cinta mediocre: una atmósfera de
horror basado en el subconsciente y la pesadilla (especialmente memorables son
las reapariciones del pequeño Georgie) y una buena combinación del suspense con
el cine de grupos de adolescentes más costumbrista con el plus nostálgico de
que la historia está ambientada a finales de los años 80, hacen de It un
producto tan efectista como efectivo. El tiempo dirá si se convierte en un
filme de culto o no.
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