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Con un retraso de casi un año ha llegado por fin la
nueva adaptación cinematográfica del mítico clásico literario de la ficción
científica creado por Frank Herbert en 1965 y que dio origen a una saga
literaria y varias precuelas y continuaciones escritas por otros autores hasta
el momento actual. El canadiense Dennis Villeneuve, que desde la continuación de
Blade Runner en Blade Runner 2049 (2017)
parece querer apuntarse a un bombardeo atreviéndose con revisiones de clásicos de
la ci-fi (cada uno a su manera) ha sido el hombre que ha roto el maleficio que
parecía perseguir a la novela en cuanto a sus adaptaciones en imágenes y ha
logrado una película interesante, bien narrada, visualmente deslumbrante pero
sin excesos y que sabe combinar los elementos
básicos de la novela original: el filosófico-ecológico y el épico, aunque eso si
ambos pueden parecer no muy desarrollados e inconclusos ya que estamos ante la
adaptación de solo la primera parte de la novela. Habrá que aguardar la segunda
parte que a buen seguro no se hará esperar mucho.
Dune ya había sido objeto de una esforzada e interesante
adaptación de David Lynch en 1984 con sugerentes hallazgos estéticos pero que cometió
el error de querer condensar de mala manera toda la historia de las más de 800
páginas del libro en una sola película; pero ya en la década de los 70 Alejandro
Jodorowsky intentó llevar la novela a la
gran pantalla con una producción de enormes y curiosas pretensiones artísticas con
colaboraciones técnicas de lujo que no logró salir de al fase de guión y que
sigue siendo uno de los proyectos irrealizados más curiosos de la historia del
cine; a principios de los 2000 llegó en forma de cara miniserie coproducida entre
varios países y la cosa tampoco llegó a grandes logros: posiblemente Dune había sido un proyecto cinematográfico
maldito hasta ahora, pero gracias a Villeneuve (y los avances en los efectos
especiales) ya no lo es y podemos gozar de un nuevo clásico de la ciencia ficción
cinematográfica despojado del espectáculo vacuo de muchos trabajos del genero
actuales y provisto de temáticas sociopolíticas, ecológicas, filosóficas e
incluso religiosas que siempre han distinguido a la saga literaria Dune como un
producto más bien adulto. Esta brillante nueva versión se ha dotado de un
competente reparto internacional que incluye al cada vez más en alza Timothée Chalamet
y a Rebeca Ferguson, Oscar Isaac, Javier
Bardem, Zedaya, Stellan Skarsgard, Jason Momoa, Josh Brolin, Sharon Duncan-Brewter,
Stepen McKinley Henderson, Dave Bautista o Charlotte Rampling y no ha escatimado
esfuerzos visuales en ofrecer un espectáculo brillante pero comedido (las escenas
de acción, muy bien rodadas, no constituyen una parte muy sustancial del filme)
y unos intensos momentos narrativos muy fieles a la novela original. En un
futuro muy lejano en un universo convertido en un basto imperio feudal con múltiples
planetas regido por varias casas nobiliarias al estilo feudal, la casa de los
Atreides, gobernadores del planeta Caladan, reciben por orden del emperador del
universo la gestión y explotación del planeta desértico Arrakis (tambien llamado
Dune), central en todo la galaxia por producirse allí la especia Melange,
sustancia necesaria para los viajes interestelares y que también tiene la
propiedad de alargar la vida, sustituyendo a los belicosos Harkonen, casa nobiliaria
que ha sometido y diezmado durante su gobierno en Arrakis a sus habitantes, los
Fremen, bravos beduinos de Arrakis. Paul (Chalamet), hijo del nuevo gobernador
de Dune el Duque Leto (Oscar Isaac) y de su concubina la Dama Jessica (Rebeca
Ferguson) en su nuevo y árido hogar pronto se revelará como una especie de
elegido, el líder que los Fremen buscaban, y un joven con poderes especiales, y
es que el planeta pronto se destapará
como un campo de batalla por causa de los Harkonnen y su ambición por los
recursos y la importancia de Arrakis.
Con un sentido del espectáculo deslumbrante pero comedido, una excelsa fotografía, decorados y escenarios muy cuidados (naves, palacios, estancias, el propio planeta desierto Arrakis) y una banda sonora de recibo obra del gran Hans Zimmer, este nuevo Dune triunfa como una space opera adulta y con mensaje y lo consigue gracias a su fidelidad con la fuente original, aunque lógicamente se hayan eliminado algunos pasajes ya en esta primera parte y algunos personajes importantes de la novela aún no hayan aparecido. Hay momentos de intensidad como la escena de Paul con la inquietante Reverenda Madre de la orden Bene Gesserit interpretada por Charlotte Rampling y buen y medido sentido del espectáculo como la grandiosidad de la aparición del colosal Gusano de Arena, aunque también es cierto que el escaso desarrollo (almenos en esta entrega) como el de la fremen Chani interpretada por Zadaya dejan un ligero sabor a poco. Por fin podemos decir que se ha llevado a cabo una gran adaptación de la novela Dune, esperemos que la segunda entrega siga el mismo alto nivel cinematográfico.
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