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Con
la saturación de filmes de superhéroes Marvel (y no de Marvel) que desde hace
más de diez años campea por la salas de cine ya nada en nuevas películas basadas
en los personajes de la famosa editorial americana parece resultar a priori
entusiasmante y desde hace tiempo rara vez suscitan estos filmes interés fuera
del círculo de los fans de los superhéroes. Esta segunda entrega del “reboot”
del personaje de Spider-Man, que como la anterior de 2010 está dirigida por
Marc Webb y protagonizado por el poco convincente Andrew Garfield como
Spidwer-Man / Peter Parker, si bien resulta mejor que aquella primera parte
(tampoco era demasiado difícil), resulta un filme repetitivo y poco estimulante
pese a algunos momentos aislados de lucidez de buen cine de acción. Una
película que tiene como principal fallo en su credibilidad el no saber culminar
la trama que se dejó a medias en la anterior película como efecto dramático y
que se antojaba clave desde el punto de vista narrativo no puede funcionar
nunca como una secuela como Dios manda. Es por ello que pese a los esfuerzos
por dotar a este nuevo Spider-Man interpretado por Andrew Garfield de un guión
aparentemente más sólido y más acorde con el espíritu del personaje que el de
la primera entrega Rise of Electro sea
solo un filme de entretenimiento que se limita únicamente a cumplir el
expediente desaprovechando buenos enfoques dados en esta ocasión.
Aunque en un principio la película parece explorar
las consecuencias de la condición de superhéroe del joven Peter Parker en su
vida personal de una manera entre irónica y dramática y su relación con
diferentes personas desde su novia Gwen Stacy (Emma Stone) hasta su tía May
(Sally Field) pasando por la multitud de fans neoyorquinos del héroe arácnido
-entre los que se encuentra el ingeniero electricista Max Dillon (Jamie Foxx),
un seguidor enfermizo que se convertirá tras un accidente en el alucinante
hombre eléctrico Electro- y su amigo millonario Harry Osborn (Dane DeHaan), la
película tarde mucho en arrancar en cuanto a interés y pronto se zambulle en un
maremagnum de efectos especiales y situaciones demasiado forzadas y rápidas que
tratan de ser (torpemente) files a los cómics originales. Es cierto que hay un
par de secuencias de acción que son de lo mejor que se ha visto en las
adaptaciones de los superhéroes Marvel, que los efectos visuales están hechos
con cerebro y sentido del espectáculo y que Jamie Foxx está excelente como
Electro, pero una vez más la nada convincente presentación del personaje
central -demasiado bocazas, facilón y graciosillo- echa cualquier intento por tierra. Esto no
gustará nada a los fans del personaje, pero por otra parte se verán complacidos
con la aparición de un villano legendario del mundo de Spider-Man como es Harry
Osborn / Duende Verde (DeHaan está muy bien, ojo con este joven actor), la
irrupción en cameos de otros no menos míticos y sobre todo el hecho de que
parte del guión este basado en una de las historietas más legendarias de
Spider-Man (tal vez la más querida por sus seguidores). Por lo demás, poquito
hay en las nuevas aventuras del Hombre Araña.
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