viernes, septiembre 18, 2020

LAS NIÑAS

 


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La película triunfadora en el Festival de Málaga de 2020 es una pequeña y rara joya de cine intimista y psicológico bajo el prisma preadolescente firmado por una debutante que demuestra unas dotes cinematográficas y narrativas más que interesantes. Pilar Palomero, realizadora aragonesa, se estrena en el largo con este drama en donde cierto componente generacional nostálgico está presente con las tribulaciones de niñas de 11-12 años a principios de los 90 en un colegio religioso en Zaragoza: más o menos, la edad de las protagonistas en aquella época se corresponde con la de la directora, nacida en Zaragoza en 1980. Aunque el costumbrismo es el marco conceptual en donde se desenvuelve la película, Las Niñas va mucho más allá ya que en su afán de ser una película de sensaciones y sentimientos opta por un lenguaje narrativo abstracto y universalista claramente enfocado en las vivencias interiores y exteriores de su joven protagonista, Celia (Andrea Fandos, excelente) una pequeña de 11 años sin padre - al que nunca conoció-  cuya relación con su joven madre (Natalia de Molina), extraña y distinta, condiciona negativamente en su percepción de la vida y en su relación con sus pares. La llegada de una niña nueva al colegio, Brisa (Zoe Arnao), huérfana de padre y madre y con la que se siente identificada, le añadirá alegría y esperanza, pero su reducido y poco afectivo entorno familiar, la estricta educación que recibe en el colegio de monjas con sus inquietantes mensajes sobre el pecado y sobre todo la actitud despectiva de algunas de sus compañeras de clase precisamente por la poco clara situación de su familia no consiguen que Celia finalmente pueda alcanzar la felicidad y si reforzar un falso sentimiento de culpa sólo situable en una mentalidad puber inmadura.                                                                                                

En realidad no hay casi historia en si en esta película, sino una sucesión de situaciones psicológicas todas ellas en la mente de una chiquilla de 11 años a las puertas de la adolescencia y fascinada por el mundo de las chavalas mayores que ella que ve como entrada a un mundo adulto que ella ni su amiga Brisa en realidad no comprenden en absoluto. La figura materna es esquiva para ella y eso está perfectamente reflejado en las enormes elipsis narrativas obre la historia de la madre, aunque al final haya una especie de catarsis sobre esta situación (y sobre lo que le ocurrió realmente al padre de la niña) que en realidad no nos dice nada ya que al película solo sugiere en una muy lograda pirueta de narración. El personaje de la madre, muy bien interpretado por esa actriz en alza que es Natalia de Molina, es tan importante en el filme como las propias jóvenes protagonistas, un retrato de un ser fracasado y desesperado que intenta que su retoña no caiga en el mismo camino pero sólo consigue distanciamiento y mas dolor para ambas. Momentos realmente sobrecogedores como el amago de dilapidación voluntaria de Celia conviven con el costumbrismo realista en donde no faltan guiños inteligentes a la cultura pop de principios de los 90 y que en realidad cumplen justificada función en la historia. Es muy difícil realizar un buen relato sobre el descubrimiento del mundo y sus sinsabores desde la infancia y dirigir a un nutrido puñado de intérpretes preadolescentes y adolescentes consiguiendo una representación real y convincente, pero esta película ha conseguido ambas cosas.

lunes, septiembre 14, 2020

ANTEBELLUM

 


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El cine de denuncia racial en EEUU últimamente está tomando unas vías de expresión bastante curiosas y desde luego que originales a la par que su finalidad se cumple con creces. Dejando a un lado el realismo y el drama jóvenes directores afroamericanos apuestan por el cine de género a la hora de mostrar la injusta situación que la población negra en USA desgraciadamente aún sigue viviendo (en donde aunque parece mentira la discriminación continua) tal vez por que la utilización de estilos como el terror o el thriller por su comercialidad tienen mayores visos de llegar a un público más amplio, tal y como lo ha ejemplarizado Jordan Peele (Déjame Salir, Nosotros). Es precisamente el thriller con elementos  de terror psicológico el género al que se asoma el tandem formado por Gerard Bush y Cristopher Renz, realizadores afroamericanos provenientes de la publicidad y el videoclip que debutan brillantemente en el largo con este alucinante e inquietante relato de retorcida trama y mensaje sociopolítico velado pero claro, todo contado como un terrorífico cuento o fábula aunque carente de elementos fantásticos. No solo el elemento racial está presente sino también cierto componente de crítica socioeconómica e histórica y un mensaje de empoderamiento femenino en una fábula que viene a contar de manera extrema la resistencia salvaje de ciertos sectores al progreso de minorías y colectivos con un historial de discriminación a lo largo del tiempo. Y precisamente la historia de EEUU y su significación en el devenir de al sociedad nortemericana actual es el marco escenográfico en donde se desenvuelve el relato

Una mujer joven negra es la protagonista del filme, Veronica Henley (Janelle Monáe) una intelectual, socióloga, escritora y activista cuya obra crítica con la sociedad USA  (y global) y su trato a la población afroamericana y al género femenino la ha generado muchos seguidores y un indudable éxito profesional al tiempo que vive una feliz vida familar. Pero la película no comienza con ella, sino con una plantación esclavista en el sur de EEUU en la época de la Guerra de Secesión, en donde un batallón de militares confederados se ha hecho con el control de dicha plantación. Allí los esclavos negros son tratados sin consideración: torturados, las mujeres violadas, asesinados si intentan huir. Inquietantemente y en contra del rigor histórico parece que los sudistas están ganando la guerra. Una esclava a la que sus amos han puesto de nombre Eden tiene un plan para una huida de la plantación: ella es en realidad una mujer del siglo XXI y es que Verónica y Eden pueden ser la misma persona. Con bastante violencia y elementos de slasher y una atmósfera inquietante y turbadora en sus escenas en la plantación, el filme sabe jugar con ingeniosas (y paródicas) pistas falsas y sobre todo saca un enorme y brillante partido a los dos ambientes presentados, el de la plantación esclavista y el de la historia de Veronica Henley y su lucha intelectual. El nexo de unión, súbito y violento, es el hilo gordiano de la historia y de su mensaje. Aunque excesiva a veces la película ha resultado ser toda una grata sorpresa que anuncia a unos excelentes directores a los que habrá que seguir en el futuro.     

domingo, septiembre 13, 2020

LA BODA DE ROSA

 


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Iciar Bollain en su faceta de directora sigue sumando credibilidad. Después de la que ha sido su mejor filme hasta el momento, El Olivo (2016), la actriz y realizadora madrileña firma una película no tan brillante como aquella pero resultando al fin y al cabo un trabajo aceptable en su pretensión de firmar una comedia-drama costumbrista con mensaje. Es cierto que la película peca de irregular y que su guión en algunos momentos parece forzado, pero el conjunto en si funciona impecablemente gracias sobre todo al excelente trabajo interpretativo de su protagonista, una exultante Candela Peña que da vida a la Rosa del título, una mujer de 45 años sin pareja, madre soltera de una joven de 20 años, abuela prematura, cansada de su empleo y harta de la presión familiar de su padre viudo y de sus dos hermanos que decide romper con todo y reconciliarse por fin con ella misma en un intento desesperado de autoafirmación personal. El medio: casarse con ella misma. La actriz se adueña de cada plano en el que interviene y otorga a su personaje una enorme profundidad llena de matices (inseguridad, nostalgia, cariño pero hartazgo con sus allegados, responsabilidad ante los acontecimientos) que la intérprete sabe mostrar excelentemente. Aunque en la historia nos faltan muchos datos sobre el personaje, estos no se echan en falta gracias al carisma que derrocha.

Esta es una película de intérpretes en donde un reparto eficaz lleva una historia muy sencilla a buen término. Sergi López, Nathalie Poza (estos como los hermanos de Rodsa), Ramón Barea como el padre de la protagonista, y Paula Usero como su hija realizan una muy buena labor. La historia hace énfasis en las relaciones y los conflictos familiares y tanto los elementos dramáticos como de comedia parten de esa raíz con la descripción de situaciones claramente reconocibles. Pero principalmente La Boda de Rosa es una película psicológica y de maduración y aunque su mensaje suena un poco reiterativo nunca está de más recordarlo. Puede que no entusiasme al espectador más exigente o a los que esperaban un filme de las magnitudes de El Olivo, pero esta es una película amable que sin caer en lo pasteloso ni en el exceso melodramático cumple con creces.