sábado, diciembre 25, 2021

WEST SIDE STORY

 

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Hacer un remake de un clásico de Hollywood no es precisamente sinónimo de originalidad pero si que resulta en todos los sentidos todo un riesgo, como en el que se ha embarcado un veterano de aureola cuasi legendaria como es Steven Spielberg al llevar a cabo una nueva adaptación de West Side Story, la célebre obra musical de Leonard Bernstein (música), Stephen Sondheim (letras), Arthur Laurents (libreto) y Jerome Robbins (coreografía). Aquella historia de amor imposible inspirada en Romeo y Julieta  enmarcada en los conflictivos barrios marginales de la Nueva York de finales de los 50 con las luchas de bandas juveniles de fondo la verdad es que ha envejecido muy bien con su por entonces innovador trasfondo social (más allá de la edulcorada historia de amor) y aunque sus canciones -la mayoría se han convertidos en auténticos standards atemporales en el mundo de la música-  puede que hoy en día suenen algo pastelosas: Spielberg, sin en realidad ofrecer innovaciones de calado, ha conseguido una nueva versión de la obra de 1957 que conecta perfectamente con la sensibilidad actual y que consigue superar el concepto de remake ya que toma lo menos posible como referencia a la mítica versión cinematográfica de 1961 dirigida por Robert Wise y el propio Jerome Robbins y consigue dotar a la cinta de su impronta de gran cineasta con un vistoso y cuidado espectáculo en donde se consigue un perfecto equilibrio entre la historia, la música, las canciones, los bailes, la puesta en escena y las interpretaciones. ¿Es superior a la versión clásica? Puede que no, pero eso no resta los méritos de un filme con bastantes excelencias. Spielberg por cierto ha hecho su debut en el musical en medio siglo de carrera.  

El reparto como puede deducirse está lleno de caras jóvenes y casi desconocidas pero llenas de talento en un filme donde se precisa en casi todos los intérpretes actuar, cantar y hasta bailar. Por supuesto, se han corregido errores pretéritos: se ha contado en esta ocasión con actores de origen hispano auténticos en lugar de maquillar de oscuro a caucásicos tal y como se hizo en el filme de 1961 y sus dos actores principales Ansel Egort (Tony) y la debutante Rachel Zegler (María) cantan con sus voces al contrario que hicieron Richard Beymer y Natalie Wood, los cuales fueron doblados en sus canciones. Y la historia de rivalidad entre la banda de los jets blancos por un lado y los sharks puertorriqueños por otro con los dos miembros de sus comunidades Tony (cofundador de los jets tratando de reformarse)  y María (hermana de Bernardo, jefe de los sharks) locamente enamorados sin resultar en absoluto manida ni viejuna florece gracias a un estilo narrativo que trata de alejarse esta vez de los convencionalismos teatrales (incluso los del cine musical) para ofrecer una historia más bien escorada al drama social (la eterna lucha interétnica y las dificultades por salir de la marginalidad) y por que no al thriller. En ese sentido, la adaptación del libreto original por parte de Tony Kushner es excelente.

Además de las estupendas intervenciones de Egort y Zegler, cabe destacar dentro del extenso reparto a Ariana DeBose como Anita en una interpretación llena de fuerza latinoamericana en diferentes registros y a David Álvarez como un Bernardo más perfilado que en otras versiones; por el contrario Mike Faist, el nuevo Riff, sólo llega a convencer parcialmente. Que no se nos olvide que aquí se encuentra también la incombustible Rita Moreno, la Anita de la película de Wise, que a sus increíbles 90 años da vida a un personaje nuevo, Valentina, una anciana que simboliza la voz de la sensatez para todos los personajes en sus situaciones y que además entona la emblemática Somewhere. Tampoco debe pasarse por alto un cuidado y logrado doblaje al castellano con actores caribeños doblando a los shraks y demás hispanos. Puede que algunas revisiones resulten un tanto forzadas -sobre todo en lo concerniente a determinados personajes- y que la sucesión de números musicales no sea del gusto de todo el público, pero este nuevo West Side Story es de lo mejor estrenado en los últimos meses. De nuevo, medallita para el gran Steven Spielberg.

lunes, diciembre 20, 2021

LA VIDA ERA ESO

 

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Un debut prometedor y con mérito por lo arriesgado de su propuesta. Resulta gratificante que nuevos cineastas españoles como David Martín de los Santos opten por dramas de carácter intimista tan peculiarmente construidos y presentados para darse a conocer y que además dicho trabajo sea una buena película. La Vida era Eso, una reflexión sobre los estragos del paso del tiempo y la búsqueda de una finalidad en la vida  en cualquier época de la existencia (con el mensaje de que para eso nunca es demasiado tarde), es una obra emotiva y con vocación de llevar a la reflexión que  se vale de muy interesantes recursos cinematográficos y narrativos. Empleando significativas elipsis que dividen la historia en dos actos y una deliberada parquedad estilística y en los diálogos, el filme cuenta  la casi iniciática (aunque tardía, por supuesto) vivencia de su protagonista, María (Petra Martínez), una septuagenaria que decide por su cuenta y riesgo emprender un largo viaje como ofrenda a su nueva amiga recién fallecida, la veinteañera Verónica (Anna Castillo): un encuentro entre dos mujeres completamente diferentes que antes y después de la muerte de Verónica marcará la percepción de la vida de María de manera drástica.

Las dos actrices llevan totalmente el peso de la historia (Anna Castillo sólo en la primera parte) y las dos están espléndidas como dos seres al principio desubicados en un país que no es el natal (el principio de la historia se desarrolla en Bélgica), la madura con una vida familiar aparentemente feliz pero sin alicientes en su condición de emigrante y la muchacha huyendo de una serie de situaciones desesperantes con cierto afán impulsivo juvenil. Su encuentro casual y la posterior muerte de Verónica establecerán un inesperado vínculo en el que María tomará la decisión de hacerse cargo del destino de la joven viajando a Almería, lugar donde ella residía, sin apenas información sobre ella o su familia y viviendo allí un inesperado encuentro con ella misma. Es la parte desarrollada en Andalucía la más sorprendente de todo el filme y en donde la luz y la atmósfera del lugar impregnan en la imagen y en el desarrollo de la historia un curioso toque entre el drama europeo, Wim Wenders y el spaghetti western. A todo ello ayuda el estupendo trabajo de la veterana pero no muy conocida Petra Martínez, que echa el resto en su complejo papel. Es posible que esta película tenga altibajos y deficiencias en su transcurrir, pero resulta un trabajo dentro de su modestia  francamente sugerente.