lunes, mayo 24, 2021

FIRST COW

 


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La tardanza de su estreno en las salas españolas no debe hacer pasar por alto esta estupenda película que conjugando el drama con la crónica histórica consigue llegar a cotas cinematográficas muy altas y sin mucha parafernalia superflua y con un presupuesto ajustado. Son muchos los filmes ambientados en los primeros años de Estados Unidos como país independiente (a principios del siglo XIX) y es que todo lo relacionado con pioneros, tramperos, comerciantes de pieles, nómadas, cazadores y nativos que comenzaban a tratar con el “hombre blanco” siempre ha sido material dramático de primer orden especialmente en el género de las aventuras y por supuesto como western pero no es este el caso de la película que nos ocupa. En First Cow nos encontramos con una hermosa historia de amistad entre dos pioneros que hacia 1820 unen sus destinos de manera casual mientras cada uno busca el incipiente Sueño Americano en las inexploradas tierras del oeste, algo para lo que tendrán que colaborar. Otis Figowitz, apodado Cookie (John Magaro), un cocinero que viaja con unos tramperos con los que no se siente identificado, aspira a ser un gran confitero en cuanto llegue a San Francisco; por su parte King-Lu (Orion Lee), un chino que huye de un homicidio involuntario y que no parece tener un objetivo claro en su vida, decide ayudar a su nuevo amigo en sus aspiraciones usando un sentido pragmático, aventuroso y un tanto osado del que su ingenuo amigo carece. En el asentamiento de Oregon en donde se establecen, deciden ordeñar clandestinamente a la única vaca del lugar propiedad de un rico terrateniente inglés (Toby Jones) para obtener la leche con la que Cookie pueda elaborar unos pasteles de su invención.  Esta acometida, que se tornará en exitosa para ambos, unirá a ambos hombres dejando patente que las diferencias culturales no deben de ser impedimento para nada y que la lucha conjunta por algo crea lazos casi imposibles de romper.       

El buen trabajo de los dos semidesconocidos actores protagonistas muestra con profusión de matices la relación entre Cookie y King-Lu, más compleja de lo que parece y en cierto modo basada en una dialéctica Don Quijote-Sancho Panza en donde los límites entre las atribuciones de ambos inmortales personajes (el idealismo y el pragmatismo, la gallardía y la inocencia) aparecen difuminados y a veces intercambiables. Pese al ritmo un tanto mortecino del filme, su exhuberancia narrativa no decae en ningún momento añadiendo que la utilización de instantes anecdóticos aparentemente de relleno (a veces rozando la comedia) y el excelente partido que se saca del hermoso paisaje natural de Oregon hacen de Fist Cow una interesante experiencia para espectadores que desean ver algo más que un melodrama de época. Su excelente ambientación y vestuario refuerzan el carácter antropológico-histórico del filme, algo de lo que no es ajena la metáfora que se hace del nacimiento de la consciencia intercultural  norteamericana. Un acierto si se desea ver una buena película en medio de una cartelera no muy estimulante. Por cierto, dirige una mujer, Kelly Reichardt; últimamente el género femenino va cobrando importancia dentro del cine.