**
Destinada a hacer el taquillazo de la temporada, la tercera entrega de Spider-Man llega entre un enorme despliegue publicitario y la práctica seguridad de que será un éxito de público, ateniéndose a los más que satisfactorias en términos comerciales dos entregas anteriores, también dirigidas por Sam Raimi. De entre todas las adaptaciones a la gran pantalla que desde principios de la década de 2000 se han venido haciendo de los superhéroes de Marvel Comics (X Men, Daredevil, Hulk, Los 4 Fantásticos, etc.) creados por en su mayoría por Stan Lee, productor ejecutivo además de todas estas películas, las de el hombre araña han resultado ser las mejores en cuanto a calidad se refiere dentro de un panorama general en las pelis con estos superhéroes no demasiado brillante (claro que, al cosa en cuanto premisa tampoco podía dar para obras maestras, precisamente). O al menos en las dos primeras entregas, ya que este Spider-Man 3 es lo más flojo de una saga que cuando echó a rodar en 2001 y prosiguió en 2004 al menos ofrecía espectacularidad, entretenimiento y acción con bastante atractivo, cosa que la tercera parte no consigue a causa de un agotamiento en la fórmula. Vamos, que básicamente se repite lo mismo de siempre y en definitiva este Sipder Man ya no da mas de sí.
Sam Raimi vuelve a contar con el mismo elenco básico de actores de las anteriores entregas, con el efectivo Tobey Maguire en el papel del trepamuros neoyorquino a la cabeza. También están Kirsten Dunts como Mary Jane, la novia actriz de Peter Parker/Spider-Man, y James Franco como Harry Osborn, además de otros actores y actrices de las anteriores entregas interpretando a otros personajes del universo Spidey. La verdad es que Sam Raimi, en otro tiempo director semi independiente de culto entre los amantes del fantástico mas underground (Posesión Infernal), parece haberle cogido el gusto al cine-espectáculo de los grandes estudios y cada vez se esfuerza menos en parecer un autor, aunque sigue metiendo sus “cuñas”, pero de forma cada vez mas inofensiva, en forma de algún fácil homenaje friki o simplemente la incursión de veteranos colaboradores suyos, entre los que se encuentran sus hermanos Ivan (co-guionista) y Ted (actor) y el también intérprete Bruce Campbell. En todo caso, el resultado final es un filme previsible, con un guión en donde el exceso de personajes más o menos principales y de tramas hace que todo esté metido con calzador y al final en la historia queden más agujeros que un queso gruyere. Mucho mas infantil el planteamiento de esta entrega que de las anteriores, a pesar que para confeccionar el argumento se ha recurrido a algunos de los pasajes mas oscuros y queridos por los fans del personaje, como lo es la intervención de Veneno, un villano con prácticamente los mismos poderes arácnidos de Spider-Man, y el traje negro-simbionte, responsable de la transformación de Eddie Brock (Topher Grace), compañero de trabajo de Peter Parker que odia a Spider-Man, en Veneno, además de ser causante también de un inquietante cambio de carácter de Parker cuando este se hace con tal atuendo. Pero lo que podía haber sido un buen aprovechamiento de al historia del desdoblamiento de Peter Parker en el Spider-Man heroico tradicional y el Spider-Man siniestro y ambiguo vestido de negro se ha convertido en casi una anécdota por la sobrecarga de villanos y de situaciones de guión forzadas no, forzadísimas. El Hombre de Arena, interpretado por un buen actor desaprovechado como es Thomas Haden Church (Entre copas) y el Nuevo Duende Verde, el desdoblamiento de Harry Osborn en la doble personalidad que tenía su difunto padre, son los otros dos “malos” de la historia, insuficiente y forzada pese a sus intentos vanos de presentarse como un estudio de sentimientos de un confuso y desorientado Peter Parker.
Hay buenas y muy trepidantes escenas de acción (lo mejor de al peli, sin duda) y unos efectos especiales tan logrados como cansinos. En definitiva, que había muchos millones que amortizar y para que andarse con rodeos. Tobey Maguire se esfuerza por interpretar a un meter Parker/Spider-Man inseguro y al borde del delirio tras su transformación en un sujeto potencialmente peligroso a causa del sentimiento del odio acrecentado por la sustancia negra que se adhiere a su cuerpo a modo de nuevo traje de Spidey. Su cada vez más tormentosa relación con Mary Jane y la ambigua amistad con un esquizofrénico Harry Osborn son los elementos dramáticos que tratan de vertebrar la historia y en donde Maguire trata de poner de su parte, pero el concepto de la película impide total credibilidad en ese sentido. El resto del reparto se limita a cumplir, aunque sea con momentos un tanto impostados como el drama que rodea al personaje de Flint Marko/El Hombre de Arena. Bryce Dallas Howard (La jóven del agua) es uno de los nuevos fichajes de la saga, interpretando a una casi anecdótica Gwen Stacy, pretendiente amorosa del héroe.