jueves, diciembre 17, 2020

NIEVA EN BENIDORM

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Isabel Coixet sigue sin hacer ninguna película mala. En su basta y variada filmografía hay obras maestras y filmes más irregulares, pero ninguno mediocre y su último trabajo, Nieva en Benidorm, pese a no ser de los más brillantes de su filmografía es un drama-comedia sólido y bien construido que cumple su función de ofrecer una historia cautivadora y de tocar la fibra sensible del espectador con las vivencias de un personaje principal singular y muy bien construido, algo que es una tónica en la directora catalana. Es cierto que de nuevo el cierto minimalismo narrativo de Coixet resulta no muy oportuno en no pocas ocasiones y en esta película esto se nota más que en otras de la realizadora, pero el filme no deja en ningún momento de ser degustable. La búsqueda de la felicidad de un hombre desorientado y en crisis en un entorno muy extraño para el y (para prácticamente todo el mundo) como es la ciudad de Benidorm, paradigma en la actualidad del turismo ibérico y mediterráneo más decadente, es una curiosa epopeya en donde se mezcla el drama psicológico existencial con una extraña y supuesta historia de amor, la comedia negra y unas gotas de thriller. El genial actor británico Timothy Spall con su excelente composición del recién jubilado británico Peter Riordan llevo el peso de la película: un hombre confuso por los inesperados acontecimientos que casi fortuitamente se encuentra en un entorno extraño e incomprensible en donde su estado de ánimo, sus sentimientos y sus pensamientos van variando por momentos como el tiempo atmosférico en Benidorm, una metáfora que Coixet utiliza acertadamente aunque no siempre el espectador capta las segundas intenciones en ese propósito.   

El recurso de la descontextualización espacial de los personajes es algo que bien tratado suele dar buenos resultados y en ese sentido el buen trabajo interpretativo de Spall ayuda bastante. Peter, un trabajador de banca de Manchester, honesto y honrado del que poco llegamos a saber en lo relativo a su historia de fondo, llega a Benidorm- destino habitual del turismo británico- y al que le han invitado inesperadamente a jubilarse llega en plena crisis personal a Benidorm- destino habitual del turismo británico- de visita a instancias de su hermano Daniel quien reside allí desde hace años llevando varios negocios; pero una vez en la localidad alicantina no encuentra a su hermano, quien ha desparecido misteriosamente. Daniel conoce entonces a Alex (Sarita Choundhury) una misteriosa y atractiva mujer de mediana edad que trabaja en club-cabaret y que casi representa la belleza marchita y decadente de Benidorm, un entorno que en esta película aparece en todo su esplendor bizarro de refugio de maduros de todos lugares dispuestos al más rancio desfase (y ridículo), espectáculos casposos, aberraciones urbanísticas a pie de playa y en definitiva un panorama decadente en el que Peter se siente perdido y en contacto con sentimientos y sensaciones que no sabe si tiene o algún día tuvo. El viraje hacia la intriga en varios momentos del filme (y que va desencadenando su desenlace) es en realidad un recurso más en donde se presentan diálogos humanistas jugosos al estilo Coixet y situaciones fortuitas que en realidad son el eje de la historia. Puede que algunas incursiones en el conjunto como el fervor religioso de alguno de los personajes o el enigmático papel de Ana Torrent resulten un tanto desconcertantes y poco aportantes al conjunto del filme, pero la solidez como película termina imponiéndose. Además de los citados intérpretes intervienen Carmen Machi y Pedro Casablanca con personajes de curiosa simbología que además realizan un homenaje a Sylvia Plath. Isabel Coixet sigue en forma.