viernes, septiembre 17, 2021

BLUE BAYOU

 

***y 1/2  

En tiempos difíciles el cine denuncia resurge. Esto no es en si ninguna novedad significativa, pero si reseñamos el hecho de que resurge en el cine estadounidense entonces nos encontramos ante un hecho claramente revelador. Las múltiples injusticias políticas y sociales que las diferentes administraciones y gobiernos han llevado a cabo en EEUU en los últimos años tarde o temprano tenían que tener reflejo en la filmografía de directores más o menos contracorriente u osados y así ha sido, esta vez por parte del director, guionista y actor de origen surcoreano Justin Chon, quien lleva a cabo esos tres cometidos en este estupendo filme, una historia basada en crónicas por desgracia reales que ponen en severa tela de juicio la política norteamericana de las deportaciones y la polémica legislación antes de la Ley de Ciudadanía Infantil de 2000.

Un ciudadano norteamericano por adopción a edad temprana nacido en Corea tiene que enfrentarse súbitamente y después de toda una vida en New Orleans a una extradición a su país de nacimiento que apenas conoce: esto es lo que le ocurre a Antonio Leblanc, interpretado por el propio Chon, un treintañero tatuador de profesión, casado con una mujer blanca (Alicia Vikander) con una hija de seis años fruto de una relación anterior y un bebé de ambos en camino. Antonio, con problemas económicos, esta completamente desesperado y desnortado con la absurda e inesperada nueva situación al tiempo que sucesos de su pasado van saliendo a  la luz y complicando aún más las cosas. Todo llevará además a deteriorar su vida familiar pero su nueva amistad con Parker (Linh Dan Pham), una mujer de origen vietnamita, añadirá a todo una nueva y extraña dimensión. Con un estilo realista y una buena condensación del drama, el costumbrismo y alguna licencia más arty y poética, la película cuenta con un perfecto estilo narrativo y sabe hacer que el espectador empalice totalmente con su protagonista. La combinación entre situaciones más dramáticas y otras de alivio que se van sucediendo sin dar tregua es otro recurso que se emplea con enorme habilidad. Sin ninguna amabilidad impostada y siempre con un claro tono de denuncia, Blue Bayou nos muestra otra de las múltiples caras oscuras del sueño americano y teniendo en cuenta que una de las funciones del séptimo arte además de entretener es la de provocar la reflexión esta película cumple al cien por cien dicho cometido.  

lunes, septiembre 13, 2021

NORA

 

**

Entre el drama, la comedia, el intimismo, la feel good movie y la road movie, el segundo filme de Lara Izagirre no consigue ser un filme consistente pese al esfuerzo en la dirección y un guión amable pero sin chispa. La metáfora del viaje, tantas veces utilizada, es lo que vertebra la crónica personal de Nora (Ane Pikaza), una treintañera que tras varios duros golpes en su vida en un corto espacio de tiempo -uno de ellos la muerte de su abuelo (Héctor Alterio)-  decide cumplir la última voluntad de su abuelo de depositar sus cenizas en Biarritz junto a la tumba de su abuela; para ello realizará un largo viaje por la costa vasca sin saber apenas conducir y con el consabido ánimo de encontrarse a si misma: es este aspecto el que mayormente remite a otras historias de ficción de este tipo y por ello, y pese a los esfuerzos de la historia por contar algo más y por presentar a su protagonista como un ser complejo, que la película no termina de contar nada con verdadero interés.

Los consabidos encuentros con diferentes personajes, algunos directamente del pasado de Nora y varias sucesiones de anécdotas algunas puramente de comedia y otras más dramáticas realmente no aportan nada; en cambio más interesante se antoja el conflicto interno de la protagonista reflejado en su sensación de fracaso y de no realización personal y la terapia liberadora que ella ejecuta a través de dibujos que ella va realizando durante todo el viaje (hechos en realidad por la propia Ane Pikaza) y que son elemento clave en la historia. Sin embargo, la resolución final de este elemento, torpemente ejecutada y ya con el fuelle perdido a medida que ha avanzado el metraje, lleva todo a agua de borrajas. Es sin embargo destacable el trabajo de Ane Pikaza que consigue llevar a buen puerto la difícil misión de sustentar ella misma todas las escenas con un personaje de una mujer carismática pero llena de dudas y fallos, muy identificable en la vida real. Con todo, habrá que tener en cuanta las carreras de Izaguirre y de Pikaza porque maneras apuntan y bastante.