jueves, enero 03, 2019

TIEMPO DESPUÉS


 
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Ha tardado 30 años en realizarse una secuela de una cinta española tan mítica como Amanece que no es poco (1988) aquella comedia surrealista-esperpéntica española que se ha convertido en un filme de culto. Sin ser una continuación en su sentido estricto, este nuevo filme de el veterano y hábil José Luis Cuerda - que regresa al registro de la comedia después de Así en el cielo como en la tierra (1995) y un puñado de excelentes películas dramáticas- es más bien un pastiche de Amanece (basado en una novela del director) en donde eso si vuelve a aparecer el esperpento puramente ibérico, un reparto coral, ambientación costumbrista y cierta crítica social, elementos estos no obstante ya presentes en otras comedias del director. Y la sensación con respecto a aquella película es que Tiempo Después es claramente inferior: diálogos poco geniales, personajes cómicos no tan logrados como en otros filmes de Cuerda y sobre todo un cierto desdén en todo el conjunto en general, casi como que el realizador ha dirigido con pocas ganas una película de la que tal vez se haya pensado que su sola condición de segunda parte de Amanece que no es poco iba a hacer que funcionase con piloto automático en cuanto a la aceptación de crítica y de público, aún ha costa de incluir guiños y situaciones metarreferenciales en esta película que evocan decididamente a aquel clásico. Pues nada de eso, por desgracia.

La historia, ambientada en un lugar indeterminado (España, casi seguramente) en el año 9177 parte de una divertida premisa propia de la ficción de anticipación postapocalíptica en donde en el planeta tierra solo queda un (vasto) edificio en pie en donde viven las élites gobernantes y varios comerciantes y profesionales más bien sacados del siglo XX, rodeado de algunos poblados en donde viven en condiciones casi primitivas los desempleados y más desfavorecidos. La decisión de uno de los habitantes del poblado de vender de forma ambulante limonada empezará a hacer tambalear el supuesto orden establecido de esa descacharrante nueva sociedad derivando en un conflicto casi bélico. Así, entre gags algunos bastante afortunados y otros insípidos y momentos del consabido y esperado humor surrealista presentado de manera rutinaria y ya sin aquel factor novedoso que hizo de Amanece todo un clásico, la película trata de arrancar la risa en el espectador sin apenas conseguirlo. La revisión del componente Azcona-Berlanga y del esperpento hispánico ya no funciona como hace treinta años y todo suena gastado y repetitivo. La legión de actores que intervienen se encuentra un tanto deslavazada y errática pese a exhibir bastante oficio en la mayoría de los casos. La combinación de nombres con recorrido (Miguel Rellán, Saturnino García, Gabino Diego, Darío Adanti, Joan Pera), con valores de la interpretación española más recientes (Roberto Álamo, Manolo Solo, Blanca Suárez, Antonio de la Torre, Secun de la Rosa, César Sarachu), cómicos del momento (Joaquín Reyes, Arturo Valls, Berto Romero, Eva Hache, Carlos Areces, Andreu Buenafuente) y alguna joven promesa (Nerea Camacho, Estefanía de los Santos) no termina de funcionar pese a la voluntad puesta. Una pequeña decepción que no quedará en ningún anal del cien español.