jueves, marzo 17, 2022

EL TRIUNFO (UN TRIONPHE)

 


*** y 1/2

No son muchas las veces en las que el retrato del mundo del teatro ha recibido un trato a la altura que le corresponde en el medio cinematográfico y por ello se agradecen enormemente películas como esta producción francesa basada libremente en un curioso y sugerente acontecimiento real. Lo de los reclusos que participan en un taller de teatro y se realizan así a ellos mismos no es algo novedoso, pero el mensaje de esta historia va más allá en su condición de metarrelato sustentado precisamente en el espíritu de la obra teatral representada por los protagonistas del filme y toda su significación cultural, social y humana. Porque estamos hablando de Esperando a Godot, la obra que Samuel Beckett concibió en 1952 y que hoy en día y tras miles y miles de representaciones sigue siendo un totem cultural universal en su condición de paradigma del llamado Teatro del Absurdo y por extensión de toda concepción de lo absurdo de la existencia humana hecha por el ser humano: es de esa espera sin sentido y sin propósito de lo que trata también esta película, encarnada en la situación que viven las personas reclusas. Pero no solo eso, también de ese esperando a nada y ese sinsentido que todos vivimos y que todos los personajes del filme, de una manera u otra, sufren.

Lo más sorprendente de la película es que lo que se nos cuenta sucedió realmente en Suecia en la década de los 80 -aunque en esta ocasión la acción se haya trasladado a la Francia del momento actual-, una gira de Esperando a Godot representada por presos que dio lugar inesperadamente a un monólogo dramático sobre estos acontecimientos que hoy en día sigue representándose en Europa; en ese sentido todo lo que se nos narra cobra una inmediatez y honestidad que convierte a este filme en una obra sincera, cálida y emotiva que no desdeña su afán de crítica antropológica y humanista (y también social) y que por supuesto supone de principio a fin un homenaje al teatro, a Beckett y a la profesión de actor. El director Emmanuel Courcol consigue gracias a su habilidad una historia realista pero simbólica en donde como puede suponerse los actores juegan un papel fundamental y gracias a un grandioso trabajo interpretativo de todo el reparto la empresa funciona con una perfección total. Es gran intérprete que es Kad Merad está  la gran altura de las circunstancias que supone su personaje, Étienne, un modesto pero eficiente actor y director teatral que en su condición de nuevo responsable del taller teatral de una penitenciaria se propone que cinco de sus internos se sientan actores representando la obra de Beckett, la cual según él representa fielmente sus situaciones. Étienne, prototipo del soñador desilusionado pero luchador hasta el final, conseguirá que los cinco presos interioricen y hagan suyo el texto y se sumerjan en el mundo de la interpretación aunque para ello tenga que lidiar con la escéptica directora del centro (Marina Hands), el sistema judicial y penitenciario y los propios reclusos. Pero lo que parece que va a ser una victoria se convertirá en otra cosa y esa ora cosa, en otra. Ni él podría haberlo supuesto. Con todo, más que el curioso final, resulta más revelador todo el transcurso del filme en donde el protagonista evoluciona a la par que lo hacen sus pupilos pero dando la sensación de que algo siempre terminará por hacer cambiar las cosas. Pero se puede tener éxito de muchas maneras y esta película muestra que de la manera más absurda todo puede cambiar aunque se esté esperando a Godot.

lunes, marzo 14, 2022

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO (VERDENS VERSTE MENNESKE)

 


****

Con las nominaciones a los Oscar a la mejor película internacional y al mejor guión original además del premio a al mejor actriz a su protagonista Renate Reinsve en el festival de Cannes esta curiosa y esforzada producción noruega esta siendo una de las mas agradables sorpresas de las últimas semanas. Más allá de una simple asociación entre el drama y la comedia con transfondo psicológico y costumbrista, La pero persona del mundo es un filme libre e imprevisible pero también con una historia muy estructurada con una total matización en los diálogos y situaciones, todo centrado en su protagonista, la joven Julie, cuya peripecia vital situada en unos cuatro años (que comienza cuando está a punto de cumplir los treinta) funciona como ilustración de las aspiraciones vitales y las contradicciones que uno se puede encontrar para cumplirlas, focalizándose en su condición de mujer treintañera. Las relaciones de pareja, la búsqueda de la estabilidad, la maternidad, el rol en la familia, la sexualidad, lel reto del crecimiento personal y en definitiva, el hallar un lugar en el mundo, son las cuitas que desvelan a Julie, una muchacha brillante y creativa -aspira a ser escritora- que se ve desbordada y confusa por todo lo que le rodea y de como el resto de la sociedad supone que ella debe actuar. Entre el melodrama, la comedia romántica, el apunte naturalista y costumbrista y algún inteligente apunte pseudofantástico el filme transcurre fluidamente y su visionado resulta una auténtica delicia gracias principalmente a la estupenda interpretación de Renate Reinsve, encantadora y firme en un papel ambiguo y exigente con mucho jugo.

Uno de los grandes meritos de esta película es el de apostar por un transcurso temporal compartimentalizado y con ciertos saltos merced a una división en varios capítulos que el filme titula además de un prólogo y un epílogo; una estructura que bebe de la literatura (y del cómic, que juega un papel importante en este filme) y que otorga un desarrollo pulcro y claro. Julie, con sus dudas y vaivienes, resulta un personaje con el que muchos espectadores de ambos sexos pueden identificarse. Aunque su vida sentimental sea fundamentalmente lo que pivota y marca su existencia no menos importante son sus condicionantes de todo tipo que vamos descubriendo a lo largo del filme y que explotan en al difícil relación con Aksel (Anders Danielsen) un cuarentón de éxito profesional que aparentemente no llena sus aspiraciones, quien encontrando otro amor en una persona de carácter diferente a aquel, Eivind (Herbert Nordrum). Irónica, lírica, emotiva y sobre todo creíble, La peor persona del mundo muestra que las relaciones humanas siguen teniendo cita con el cine produciendo cosas tan sugerentes como este filme.