miércoles, noviembre 16, 2022

AS BESTAS

 

**** y 1/2

La España rural en su vertiente más negativa; oscura, siniestra, irracional, salvaje, absurda. Mucho se ha escrito sobre la barbarie de la España profunda y ha inspirado notables obras de ficción en cualquier medio y es que el salvajismo rural forma parte de la cultura española y de su historia. Resulta plenamente creíble por ello el argumento de esta película dirigida por Rodrigo Sorogoyen en lo que es hasta el momento su mejor trabajo, un argumento basado libremente en hechos reales (el crimen de Santaolalla) en donde con una estructura y hechuras de western (idóneas para la historia que narra) nos sumergimos en una alucinante mixtura de elementos psicológicos, thriller y drama que da resultado prácticamente un filme de terror. Terror, si, pero no hay ni asesinos slasher (aunque si un asesinato), ni elementos sobrenaturales, ni criaturas monstruosas, ni tan siquiera sangre: lo que da miedo es la realidad, una realidad cotidiana y que tiene al propio ser humano como la gran amenaza para otros de especie, un ser humano corroído por el odio, la codicia, la ignorancia, la violencia, al envidia y en definitiva lo peor de si mismo. As Bestas retrata muy bien las bajezas del Homo Sapiens enmarcándolas en un entorno apartado de la “civilización” (en este caso una remotísima aldea de la montaña ourensana) en donde se enaltecen y terminan por mostrar su poder destructor. La metáfora presentada en el prólogo de la película, por otra parte, mostrándonos la polémica “Rapa das Bestas” adquiere su significado en una escena clave del filme constituyendo la esencia del mensaje del filme.

El excelente guión escrito por Sorogoyen e Isabel Peña, sin desdeñar los otros géneros que antes hemos mencionado, aprovecha enormemente las potencialidades del western en su vertiente más metafórico-esquemática: forasteros que son ciudadanos honestos contra intransigentes (y asilvestrados) lugareños que harán todo lo posible por desbaratar sus (honrados) planes y expulsarlos llevando todo a una espiral de odio y violencia aunque en realidad poco hay de explícitamente violento en esta cinta (y se agradece). El escenario es una perdida aldea gallega en pleno monte en donde desde hace un año un matrimonio francés de mediana edad, Antoine (Denis Ménochet) y Olga (Marina Fois) lleva instalado con el fin de instaurar una gran huerta ecológica y restaurar unas viviendas abandonadas para crear negocio de turismo rural, pero tanto sus propósitos como el hecho de no haber accedido a que una empresa de energía instalase en la zona un parque eólico e impidiendo así el enriquecimiento de la aldea a ojos de los escasos vecinos, les ha hecho ganar el odio de los locales, especialmente de los hermanos ganaderos Xan (Luis Zahera) y Lorenzo (Diego Anido). Pero incluso el hecho más trágico no parece que  vaya a cambiar las pretensiones y los sueñas de los visitantes, cuyo idealismo y fidelidad esta concentrado en el personaje de Olga, una mujer coraje cuya actitud ante lo trágico parece desconcertante pero en realidad tiene toda su profunda justificación.

 Unas interpretaciones de enmarcar - los intérpretes galos están formidables mientras que Luis Zahera hace una composición merecedora del Goya-  otorgan muchísima credibilidad a un filme que pretende ser inmediato, creíble y real, algo conseguido por su tono antropológico y naturalista, tomado sin duda del mundo gallego de Pardo Bazán, Valle Inclán o incluso el Cela de La Familia de Pascual Duarte. Y por supuesto, ahí están cosas como Solo ante el peligro o por que no, Perros de Paja. Un filme apasionante y rico que ya es uno de los mejores realizados en España en 2022.

domingo, noviembre 13, 2022

VASIL

 

***

Una película sustentada en el trabajo de los actores es algo que siempre es difícil y más si se trata de un primer largometraje (todo un reto) como es el caso del primer trabajo de Avelina Prat: reto cumplido con creces firmando un filme social honesto y creíble en el límite entre el drama y la comedia y en donde el costumbrismo no se fuerza para nada en pos de hallar un relato creíble e identificable con el mundo real. La Seminci ha premiado justamente las interpretaciones de sus protagonistas, el omnipresente Karra Elejalde (haciendo uno de los mejores papeles de su carrera, alejado de su histrionismo habitual) y el excepcional actor búlgaro Ivan Barnev, también especializado en comedia. Los papeles que ambos interpretan son más escorados al drama y reflejo de dos realidades bastante habituales en la España de hoy: un inmigrante de excepcional valía humana pero obligado por las circunstancias a vivir casi en la indigencia y una persona jubilada que trata de encontrar un rumbo a su existencia. Ambos, Vasil y Alfredo, convergerán sus vidas cuando el segundo decide acoger en su casa (algo a regañadientes) al primero, que hasta entonces ha vivido en la calle. Vasil es una persona culta y carismática que además es un consumado jugador de bridge y ajedrez, habilidades estas que le han ayudado a integrarse en la vida de algunas personas de su país de acogida aunque las cosas no serán muy fáciles y máxime cuando la relación entre Alfredo y él comienza a presentar ciertas tiranteces. No obstante lo cierto es que Alfredo, descreído y taciturno, comienza a cambiar positivamente por su relación con Vasil

 La película no tiene grandes mensajes ni pretensiones, simplemente se postula como el retrato de una situación y de unas personas con todas las situaciones posibles que pueden sucederse. La dialéctica interpretativa entre Barnev (el motor de la película) y Elejalde es inmejorable y cada uno de los intérpretes tiene sus momentos de lucimiento. Relaciones humanas narradas con sobriedad y sinceridad y un canto de esperanza a la amistad. No hay trampas ni sensiblería en una película que trata de ser lo más creíble posible, incluyendo personajes secundarios sin impostación de licencia dramática y con función en el guión. Por el contrario, su sobriedad y la puesta en escena a veces un tanto forzada impiden que la película abandone la modestia en pos de cotas mayores. Pero Vasil es una película honesta cuya visión nos reconcilia con lo mejor de nosotros mismos.