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El cine indio no es solo las grandes producciones musicales que caracterizan estereotipadamente a la industria cinematográfica del subcontinente de cara al exterior, existe cine indio de distintos pelajes y entre ellos está también un cine social y costumbrista que tiene cada vez mayor repercusión fuera de dicho país. A esta categoría pertenece la película de la India con más galardones y mejores críticas internacionales en los últimos años, un drama dirigido por una mujer (Payal Kapadia) y con tres mujeres de diferentes generaciones como personajes centrales que viene a ilustrar la difícil situación de la población femenina en el país en un filme esforzado y muy matizado en su guion y sus diálogos que recibió el premio especial del jurado en el último festival de Cannes. Siendo una coproducción de India con diversos países europeos (Francia, Luxemburgo y Holanda) este filme ha contado con más medios de los habituales en su país para ser un drama social y su acabado final es claramente el de una película occidental (en la India no la han seleccionado como precandidata de los Oscar por ser “demasiado europea”) lo que no le impide según palabras de su directora de ser una película que refleja una realidad bastante sangrante en dicho territorio (al margen de eso, en la película- presumiblemente solo en su versión internacional - hay besos, desnudos femeninos y escenas de sexo, algo impensable y prohibido en el cine indio), y es que La Luz que Imaginamos, es cine-testimonio de alta graduación y que utilizando un ritmo pausado y buen trabajo actoral termina por convencer y conmover al espectador pese a que tarda en hacerlo ya que su guion varias veces da pasos en falso para recomponerse después.
Prahbda (Kani Kusruti) una enfermera de cerca de 40 años vive entregada a su trabajo en un pequeño hospital de Mumbai mientras comparte piso con Anu (Divia Prahbda) una veinteañera con un novio musulmán que tiene a espaldas de su familia, que desea casarla con un hombre hindú. Prahbda recibe por correo un anodino regalo de su marido residente en Alemania, fruto de un matrimonio concertado y al que apenas conoce, lo cual le hace plantearse se esa la vida que quiere, si es realmente feliz y cual es el destino de una mujer en la India, reflexiones que también compartirá con Anu, empeñada en conseguir una relación más pasional, sexual e íntima con Shiaz (Hridhu Haroon) algo que debido a los convencionalismos sociales del país y su propia situación familiar (derivada de lo anterior)- no le será nada fácil. Parbaty (Chhaya Kadam) compañera de trabajo que corre peligro de quedarse sin la chabola enla que vive a causa de la construcción de unos rascacielos, completa un terceto de mujeres desorientadas y limitadas por una estructura socio-religiosa que tratará de buscar apoyo y respuestas entre ellas tres. El filme apuesta por la introspección (especialmente en el personaje de Prahbda) y ciertos giros de guion para componer un relato interesante y honesto en donde pese a que todo se ve negro también hay cierto poso de esperanza. Un muy buen ejemplo de los capacidades de la industria cinematográfica india (la más productiva del mundo) y de como cinematografías no occidentales con generalmente limitado acceso a salas de otros países pueden ser universalmente atrayentes.