jueves, julio 08, 2021

EL INGLÉS QUE COGIÓ UNA MALETA Y SE FUE AL FIN DEL MUNDO (THE LAST BUS)

 

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Ha resultado una grata sorpresa este modesto pero sugerente y emotivo filme británico que adapta el concepto de road movie a un plano de inmediatez y realismo cotidiano mucho más marcado que en otros filmes y siempre bajo el timón de la excelente interpretación de se gran actor que es Timothy Spall, un intérprete que es capaz de trasmitir de todo con silencios y con un mínimo de diálogos como ya lo ha demostrado en otras ocasiones. Además, su tour de force es de consideración ya que con 63 años da vida a un hombre de 90: un convincente maquillaje y una inmersión total en el rol ayudan a que el espectador termine convencido de haber visto a un anciano durante toda la película.                               

Tom, nonangenario viudo, decide hacer un largo viaje por medio de diferentes autobuses desde Escocia, lugar en donde ha vivido la mayor parte de su vida, hasta la casi la misma punta desde su Cornualles natal, es decir, recorriendo Gran Bretaña literalmente de cabo a rabo. Trata así de cumplir una promesa hecha a su difunta esposa al tiempo que sabe que ese será su propio último viaje. Su avanzada edad y su no muy óptimo estado de salud le juegan malas pasadas durante el trayecto pero su experiencia, su visión de la vida y sobre todo la especial energía que le insuflan los recuerdos y vivencias de su matrimonio terminan por salvarle de situaciones incómodas o desagradables que para él suponen una especie de retroalimentación.  Combinando el costumbrismo inmediato de los lugares, ambientes y personas con que Tom se encuentra y el retrato intimista dramático servido en ocasiones por flashbacks, The Last Bus se mueve por terrenos convincentes y con su estructura casi de viñetas y de historias sueltas (como corresponde casi siempre a una road movie) y su profusión de personajes episódicos termina pintando un fresco emocionante y entrañable que en realidad ilustra metafóricamente la historia personal del protagonista. Es muy curioso y oportuno el uso que se hace de la cultura del móvil y de las redes sociales, recordando hasta que punto tan denostadas herramientas pueden ser humanamente útiles. Con un crescendo emocional contenido y sin renunciar a la crítica social, el filme consigue todos sus propósitos y se antoja una experiencia recomendable para cualquier espectador.