Un mantra en las
montañas
Mientras la mayoría de los habitantes de Nepal son de
religión hindú la religión de los sherpas es una secta (rama) del budismo
tibetano, concretamente la más antigua, el Nyingmapa (la Secta del Gorro Rojo)
que data del siglo VIII. Esta rama rinde culto a las deidades locales y tiene
un marcado carácter místico y chamánico. Los sherpas suelen practicar rituales
para honrar a las deidades; muchas según ellos habitan en todas las montañas,
las cuevas y los bosques. Es por ese motivo que los sherpas consideran sagradas
a las montañas del Himalaya, como el Everest (Chomolungma en su idioma) al que veneran
como “Madre del Mundo”. En el Nyingmapa existen también comunidades monásticas
de monjes y monjas célibes pero estas han sido introducidas a posteriori,
además de lamas como guías espirituales y autoridades religiosas locales, que
pueden ser bien monásticos o residentes en la aldea. Existen en la región de
Solukhumbu varios monasterios o gompa
respetados por los habitantes de las aldeas limítrofes, siendo el de Tengboche
el más antiguo, visitado y venerado. Aunque los monjes o monjas viven una vida
de aislamiento con respecto al mundo exterior suelen celebrar festivales
anuales en los que invitan al público en general. Además de estos elementos del
budismo “estándar”, el Nyingmapa tiene figuras chamánicas y espirituales como
curanderas y visionarios. Hay que decir que una minoría de sherpas practica el
hinduismo y el catolicismo.
En los hogares sherpa hay multitud de reliquias y objetos
religiosos a los que rezan y entregan ofrendas. En el exterior, se pueden ver
otros símbolos religiosos como los Muros Mani, piedras grabadas con mantras y
oraciones, y los Chodens, mojones en los
caminos adornados con banderas tibetanas de oración. Como todas las ramas del
budismo, el Nyingmapa proclama el trabajo y la ayuda para los demás además de
la compasión y es por ello que los sherpas dedican su actividad como guías en
ayudar en cuerpo y alma a los escaladores en su objetivo de alcanzar una cima,
desinteresándose ellos mismos de alcanzar dicho propósito y sin ningún deseo de
alcanzar la gloria personal, algo contrario a su religión. Es normal que una
vez alcancen una cima, lo sherpas entreguen ofrendas a las deidades. El
estrecho vínculo de los sherpas con la montaña y con el Everest especialmente
como vemos tiene un marcado componente religioso.
Los sherpas, el
Everest, y las cumbres: la escalada espiritual
La relación especial del pueblo sherpa con la montaña si
bien siempre ha tenido ese componente espiritual si que es cierto que en los
últimos tiempos se ha entremezclado con la lucrativa colaboración (ya
tradicional) con los occidentales en su afán por conquistar las cimas del
Himalaya, especialmente la del Everest. Aunque los sherpas respetan esa
obsesión competitiva y de gloria personal de los escaladores, muchos consideran
que la práctica deportiva y turística en las cimas supone un desprestigio y e
incluso un sacrilegio para sus montañas sagradas, en especial para el Everest,
su Madre del Mundo. Pero precisamente
por sus creencias religiosas antes comentadas, el hecho de que los sherpas se
vean eclipsados en sus conquistas a la cumbre del Everest por los escaladores
del mundo occidental no parece importarles demasiado: el propósito de sus
ascensiones sigue siendo puramente espiritual.
Pese a su pericia en la alta montaña, es evidente que tantas
ascensiones anuales acompañando a escaladores occidentales a la más complicada
montaña del mundo (se estima que desde la primera ascensión exitosa al Everest
en 1953 más de 2.200 personas lo han escalado ya) ponen en peligro la vida de
los sherpas. De hecho, se estima que un tercio de los accidentes sucedidos en
el Everest han tenido como protagonistas a los sherpas y muchos son los que han
perecido en las frías laderas del Everest. Un cruel destino para una etnia que
acepta sin rechistar su rol secundario en el deporte de la montaña, siempre en
la sombra y con un total espíritu de sacrificio. Tenzing Norgay (1914-1986),
uno de los dos primeros hombres en la historia que coronaron el Everest el 29
de mayo de 1953, el primer sherpa de la historia que se convirtió en una
celebridad, es el vivo ejemplo del espíritu montañista sherpa. Tenzing, que
llevaba ya casi 20 años de experiencia como porteador y guía antes de la
expedición, fue el hombre que mostró al mundo la habilidad del pueblo sherpa en
la montaña y desde entonces es inevitable asocial al los sherpas al Everest y
viceversa.
En la actualidad, muchos sherpas han interiorizado la guía
de montaña como su modo de vida y de hecho es ya su principal fuente de
ingresos; muchos sherpas también han constituido sus propios negocios de
trekking y montaña y sus propios hoteles para turistas. Todo esto ha supuesto
una cierta recuperación económica para la región de Solokhumbu dentro de la
pobreza reinante en Nepal, uno de los países más pobres del mundo y gracias al
auge del turismo y el montañismo en la zona, la región va modernizándose en
pequeña escala (plantas eléctricas, comercios de diferente tipo, internet),
pero el futuro para los sherpas en su hogar aún no es nada halagüeño. La
pobreza sigue siendo grande (la economía de subsistencia para muchas familias
de campesinos y granjeros sigue siendo notoria) y la abrupta y accidentada
geografía del territorio impide futuros desarrollos en las villas y aldeas. Es
por ello que la población en Solokhumbu está decreciendo con los jóvenes
sherpas emigrando en los últimos años a poblaciones con altitud más baja de
Nepal o áreas urbanas como su capital Katmandú, además de algunos incluso al
extranjero (EEUU) dadas las pocas perspectivas que hay para sus hijos, incluido
en el aún deficiente aspecto educativo. Por otra parte, la afluencia turística
a la zona y especialmente al Parque Nacional de Sagarmatha ha hecho que aumente
la deforestación de muchas áreas para adecuarlas a la construcción de
equipamientos para los turistas así como la contaminación; mientras, el
Gobierno de Nepal trata de proteger el medio ambiente de la zona.
Héroes sherpas
Edmund Hillary y Tenzing Norgay |
Además de Tenzing Norgay, otros sherpas han entrado en la
historia del deporte del montañismo: Pemba Dorije y Lhakpa Gelu, que
compitieron en 2003 para la lograr ascensión más rápida al Everest desde el
campo base venciendo Gelu con un tiempo de 10 horas y 46 minutos; Chhurim
Sherpa, la primera mujer que consiguió ascender dos veces en un mismo año a la
cima del Everest (en 2012) siguiendo los pasos de otras sherpas como Pasang Lhamu Sherpa, la primera mujer nepalí
en coronar el Everest falleciendo en el descenso (1993) y Pemba Doma Sherpa,
que falleció en una caída en el Lhotse en 2007; Apa Sherpa que en mayo de 2011
batió el record de ascensiones al Everest- 22 en total- algo que llevaba
haciendo desde 1990; Jamling Tenzing Norgay, el hijo de Tenzing Norgay que
ascendió en 1996 en la famosa expedición de David Breashears, Ed Viesturs y
Araceli Segarra. El mundo de los sherpas está repleto de héroes anónimos- a
estos nombres habría que unir otros muchos- que muchas veces han dejado su vida
en la montaña sin ninguna repercusión mediática, algo que si ocurre cuando
fallecen o tienen accidentes montañistas occidentales.
Los sherpas, un pueblo íntimamente unido al Everest y al
Himalaya y a la conquista de retos que en un tiempo fueron inconcebibles para
la humanidad. Hombres y mujeres de una etnia sencilla y humilde que se han
ganado el aprecio y la admiración mundial por derecho propio. Modestos
superhéroes que aman y veneran con fervor religioso el Everest y todo lo que
representa, consiguiendo que su vivencia espiritual y religiosa y su vida
diaria sean una continua y apasionante aventura a ojos occidentales, aunque
ellos lo vean de otra mucho más sencilla manera. Porque como dijo alguien, donde
el mundo ve un obstáculo geográfico que salvar, los sherpas ven un modo de vida
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