jueves, julio 22, 2021

QUERIDOS CAMARADAS (DOROGIE TOVARISCHI!)

 

**** y 1/2

Tenía que ser un veterano director de aura cuasi legendaria como Andrei Konchalovsky alguien capaz de ajustar las cuentas con el pasado de Rusia en la época de la Unión Soviética de una manera directa y sin cortapisas y sabiendo lo que cuenta . Si a esto añadimos que el  gran oficio del realizador moscovita le ha permitido hacer una gran película, esta claro que tenemos ante nosotros una obra muchísimo más que interesante que narra unos hechos históricos de una manera espectacularmente fluida que hará las delicias de los más cinéfilos y entusiasmará a los amantes de la historia contemporánea. Filmada en blanco y negro por razones más historicistas que artísticas pero al fin y al cabo con un resultado oportuno y coherente, el filme relata el episodio de la huelga de una fábrica de automoción en Moscú y la matanza subsiguiente (tapada y encubierta) que realizaron las autoridades soviéticas contra los asistentes a una marcha-manifestación. El personaje central, la funcionaria del Partido Comunista Lyudmila Danilovna Semina (Yuliya Vysotskaya) sirve para ilustrar las absurdas (y sangrientas) contradicciones del régimen soviético y el deterioro humano que produjo en sus ciudadanos. Angustiada por la desaparición de su hija de 18 años durante las revueltas de los obreros de las fábricas y al mismo tiempo comprometida- aunque por inercia- con las atroces decisiones cometidas por las autoridades políticas y militares en el asunto, su personaje deviene en trágico desde el punto de vista psicológico. Pero no solo se nos muestra su historia; todos los tejemanejes de los funcionarios soviéticos contra los obreros manifestantes - la teórica base del régimen comunista- y las maquinaciones de la KGB también figuran ayudando a conformar un fresco más que evocador de la URSS de los primeros 60 bajo el mandato de Kruschev.

 El tono más humanista que político que le ha imbuido Konchalovsky ayuda a este filme a ser más que un documental dramatizado, en ese sentido el personaje de Lyudmila  es el exponente del sentir de muchos ciudadanos medios en la Rusia de lo 60 (y posteriormente), deseosos de dejar atrás los horrores del stalinismo pero topados de bruces casi con la misma realidad aunque en otro envoltorio más amable. La impecable recreación de la época ayuda a la enorme credibilidad narrativa de este filme, con una ambientación al detalle y una puesta en escena (que llega a su culmen en la escena de los tiroteos) como solo un gran maestro puede hacerlas. Película muy recomendable que sube el listón en la siempre irregular calidad del cine veraniego

lunes, julio 19, 2021

LAS COSAS QUE DECIMOS, LAS COSAS QUE HACEMOS (LES CHOSES QU’ON DIT, KES CHOSES QU’ON FAIT)

 

***

Aunque por un lado se agradecen filmes como este, el exceso de ambiciones en el plano discursivo ha lastrado este estimable filme de muy interesante aunque no demasiado original planteamiento que se presenta como una película psicológica  con el transfondo del muy jugoso mundo de las relaciones sentimentales. Una mezcla de drama y comedia (más de lo primero que de lo segundo) sirve para que Emmanuel Mouret (El Arte de Amar) de cuerpo a una historia jugosa y rocambolesca sustentada por sus personajes, seres que buscan nuevas oportunidades para seguir amando mientras disertan sobre el mundo de las relaciones de pareja, las infidelidades, el cambio en el interés amoroso mientras recuerdan sus más significativos casos. Con estructura de flashback, Maxine (Niels Schneider) y Daphné (Camelia Jordana) cuentan sus historias particulares cuando precisamente su destino parece entrecruzarse. Ël es un aspirante a escritor que no ha logrado estabilidad sentimental, y ella, pareja del primo de Maxine, ha vivido con François una relación bastante peculiar en la cual este también tiene mucho que contar. 

El estilo francés del melodrama parece presidir la función aunque de una manera engañosa, ya que el sesgo intelectual que se les presupone al cine galo ene estos temas no aparece más que superficialmente y aunque esto evita una pedantería gratuita paradójicamente a veces muchos diálogos son de repelente niño Vicente. La sombra de Woody Allen, por cierto, también está presente pero sin alcanzar ningún highlight desde el punto de vista de al comedia. Pese a todo, esta película no debería caer en saco roto: su mensaje es muy positivo (tal vez algo forzado), como narración es impecable y con profusión de matices y sobre todo los intérpretes están impecables, especialmente Cámelia Jordana (la protagonista de Una Razón Brillante) y Emilie Dequenne como la sufrida esposa de François. A algunos esta película les puede parecer liosa y reiterativa, pero es una buena opción para ir al cine este verano