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Una nueva aproximación europea al fenómeno de la inmigración, y concretamente desde el cine francés, siempre acertado con cualquier temática social, con la novedad de que en esta ocasión se tocan items dentro del mismo tema que rara vez han sido objeto de una ficción, como es el caso de los “negocios” de personas que traman historias falsas para que un inmigrante consiga su regularización como refugiado político o las dificultades que el colectivo migrante en situación irregular tiene en sus trabajos no regularizados. Este filme de Boris Lojkine apuesta por un estilo verista y docuemntal centrándose en un personaje, Souleymane (Abou Sangare) un joven de Guinea Conarky que llegó a París poco tiempo atrás y que permiso de residencia ni de trabajo ejerce de repartidor en bici. Su esperanza es conseguir estatus de refugiado político para acelerar su regularización aunque en realidad no lo sea, pero otro individuo de origen africano le ayuda inventándose una falsa historia vital como perseguido en su país por razones política. Souleymane al principio de la película está a dos días de la decisiva entrevista con las autoridades de inmigración y trata de memorizar el falso relato mientras trata de hacer bien su trabajo- que le ocupa hasta altas horas de la noche-, se relaciona con otros jóvenes africanos y con sus clientes y pernocta en un concurrido refugio de sin techo. Se palpa su ansiedad por que todo salga lo mejor posible y su preocupación: un psicodrama muy bien planteado que además huye de convencionalismos sin dejar de estar centrado en los sentimientos del propio protagonista ante una situación límite.
Al estar la historia enmarcada en tres días, el factor tiempo y el ritmo de la narración son esenciales en este filme donde todo trtat de transcurrir de forma lineal mostrandoa demás los progresivos cambios en el estado de ánimo de Souleymane. Casi cámara en mano con planos largos y casi siempre en entorno urbano, la película consigue una total credibilidad y en sus instantes finales, el momento crítico para el muchacho, hace estallar toda una catarsis que de por si resulta enormemente esclarecedora e ilustrativa de la situación de muchas personas inmigrantes. La historia verdadera se enfrenta a la historia falsa, en un combate en el que se atisba que lo real tiene que ganar por sus propias características. Es muy esclarecedor el mensaje final que deja la peli y en ese sentido el propósito del filme se justifica por si solo. Queremos más películas así, por favor.