lunes, marzo 31, 2025

POR TODO LO ALTO (EN FANFARE)

 


*** y 1/2


Ser el último éxito de taquilla en su país del cine francés parece sinónimo de película más que interesante y con el justo equilibrio entre la calidad y la comercialidad, y esto es lo que le ocurre a este drama-comedia que toca varios palos temáticos de una manera convincente y no resulta en modo alguno un filme sensiblero pese a decantarse principalmente por el melodrama. En Fanfere, de todas formas, es algo más que un melodrama con ribetes de comedia ya que se percibe dentro de un costumbrismo inequívocamente galo una crítica social con las pocas oportunidades de las clases menos favorecidas como telón de fondo y una crónica de las relaciones humanas con dos personajes aparentemente muy opuestos que en realidad comparten mucho y más allá de los lazos familiares. Una película que se sustenta en sus dos personajes principales y en su increíble historia: Thibaut (Benjamin Lavernhe) un joven y prestigioso director de orquesta parisino que necesita un urgente trasplante de médula ósea y Jimmy (Pierre Lottin), un joven de clase obrera de un pueblo del norte de Francia que resulta ser el hermano oculto de Thibaut, ambos adoptados por familias diferentes aunque Thibaut lo ignorase: Jimmy además de ser el ansiado donante entrará en la vida de su hermano, demostrándole a este que el haberse criado en familias con condicionamientos sociales diferentes (acomodados en el caso de Thibaut y modestos en el caso de Jimmy) ha condicionado sus destinos y aunque ambos compartan el amor por la música, ya que Jimmy es músico en una banda local pero su hermano descubrirá que tiene casi tanto talento como él.

Los dos intérpretes están excelentes en un filme con un guión muy agradable y que va cambiando de registros e intensidades como mucho fundamento y oficio. No tiene este filme un tono claro de Feel Good movie impostado y su mensaje esperanzador está presentado de una manera muy inteligente, con los momentos más ligeros y los más dramáticos bien insertados y dosificados, con la música (clásica, jazz, pop, chanson francesa) como un protagonista más. Previsiblemente este filme aguantará bien en la taquilla española y en verdad se lo merece.

domingo, marzo 23, 2025

8

 


***

El regreso de Julio Medem siete años después de su última gran película, El Árbol de la Sangre (2017) está resultado atípico en el sentido de que además de esta 8 tiene pendiente el estreno de una película rodada anteriormente Minotauro, Picasso y las Mujeres del Guernica: extraño que al que en los 90 y 2000 fuese considerado uno de los mejores directores españoles (y europeos) le ocurran estas vicisitudes, indicador tal vez de que al industria del cine en España pese a los últimos logros aún tiene sus carencias y de que la figura de Julio Medem ya no tiene ese aura de entusiasmo entre crítica y público que tenía antaño, pese a lo magnífica que resultó su última película. Pero lo que nos interesa es 8, su último filme, un trabajo técnicamente muy bien realizado -casi todo en plano secuencia- con una historia sugerente y con mensaje pero que carece del elemento más o menos sorprendente y arrebatador que ha caracterizado la mayor parte de su excelsa filmografía, una carencia que ya se vio en filmes anteriores como Caótica Ana o Una Habitación en Roma . Esta película tiene un tono de epopeya familiar y de relato histórico (durante 90 años de la historia de España, de 1931 a 2021) similar al de El Arbol de la Sangre en lo que es básicamente la crónica de una historia de amor a lo largo del tiempo al estilo Medem: la de Adela (Ana Rujas) y Octavio (Javier Rey), ambos nacidos un mismo 8 de abril de 1931 en dos pueblos castellanos vecinos quienes sin conocerse de antes y tras algunos encuentros casuales a lo largo de los años terminan estableciendo una relación a la que en un principio parecían no estar destinados por el devenir de sus vidas. El elemento más interesante de esta película es precisamente el paralelismo que se establece a tres bandas y de carácter recíproco entre la historia de España en los últimos años y sus circunstancias, la crítica al carácter cainita del ciudadano español (las dos Españas de Machado que cita el cineasta como inspiración) y por último las relaciones personales y amorosas que a veces y como en el caso de esta película pueden estar influenciadas por las circunstancias anteriores. No hay un tono estrictamente político en esta película sino más bien social y humanista pero que tiene en todo momento presente el contexto histórico. Pero el resultado final de 8, aunque sugerente, a veces emocionante y muy bien narrado se antoja insuficiente para un cineasta como Julio Medem, que vuelve a repetirse a si mismo con sus historias de encuentros y circunstancias casuales y paralelismos, remitiendo claro está a Los amantes del Círculo Polar, Vacas (8 película como aquella está estructurada en episodios), La Ardilla Roja o la ya citada El Arbol de la Sangre. Una pena que Medem no haya querido arriesgar más, aunque sería injusto desdeñar las virtudes de este filme que son varias.

El realizador donostiarra es un tipo honesto que no engaña ni oculta sus cartas en cada filme y se esfuerza en dar a muchas de sus películas un tono aleccionador y didáctico, en este caso en torno a la historia de España (aunque superficialmente y más bien como McGuffin) y sobre todo al aspecto ético de las relaciones humanas hurgando en el origen de los odios, las envidias y en definitiva de la diferencia entre las personas y todo aquello que lleva inevitablemente al conflicto y en última instancia a la destrucción y ala muerte: un mensaje muy interesante en los tiempos que vivimos. El tono del filme es de reconciliación y esperanza, con la fuerza del amor que lo puede todo, personalizado en su protagonistas, un hijo de simpatizante del bando nacional que en un principio se integra en las estructuras del régimen franquista y una hija de republicano que casada en primera instancia con un militar franquista casi por conveniencia terminará buscando la libertad como mujer y como persona con el paso de los años. Octavio, que prefiere la pesca y los estudios de los cauces de los ríos a cualquier complicación política o familiar y Adela, que no se resigna a su papel de ama de casa de clase media-alta, terminarán viendo entrecruzadas sus historias con una multitud de circunstancias de por medio mientras que España va cambiando. No esta anda mal la paeja protagonista- tal vez mejor Javier Rey que Ana Rujas- pese a que muchas veces la historia tengo picos de falta de credibilidad y situaciones demasiado forzadas. Desde el punto de vista técnico poco es reprochable en 8, donde la ambientación de diferentes épocas está muy conseguida y el plano secuencia reserve momentos a veces espectaculares, pero eso si, resultan muy discutibles muchos recursos de iamgen con intención supuestamente poética que en otra época en el cine de Medem hubiesen entusiasmado pero que ahora resultan requetevistos y a veces pedantes. Pero 8 es una buena película que por su tomo e intenciones merece ser vista aunque ya no nos encontremos ante el Julio Medem de hace algunos años . Lo mejor de todo es constatar como el cineasta sigue manteniendo su buen pulso, sus ganas de contar historias con corazón y profundas y su afán de crear hermosas imágenes.

domingo, marzo 16, 2025

MORLAIX

 


*** y 1/2

Resulta muy curioso el afán experimentador de esta coproducción hispanofrancesa dirigida por un realizador tan peculiar y datado como Jaime Rosales (La Soledad, Petra, Girasoles Silvestres) y rodada íntegramente en Francia (en Bretaña y en París) en el idioma galo. Además de constatar el carácter transnacional del buen cine - para muchas historias no hay fronteras espaciales ni culturales ni tampoco para la manera de contarlas- este filme recupera el tono vanguardista que imperó en mucha de la producción europea de la segunda mitad del siglo XX en una curiosa operación de aplicar algunos preceptos de los ya vetustos Free Cinema o la Nouvelle Vague a una película de los 2020, logrando un atractivo efecto experimental vintage del que el realizador saca partido. Porque Morlaix es un melodrama de personajes y de maduración que pivota constantemente alrededor de los anhelos y las aspiraciones de la juventud en la vida, de las vicisitudes de las relaciones amorosas y de la relación del ser humano con la muerte, temas muy ambiciosos que en la película se tratan con la profundidad justa y necesaria (siempre desde el punto de vista de la adolescencia) y que por ello no resultan pedantes en ningun momento, si bien la pelícual muchas veces da la impresión de no avanzar en ese aspecto intencionadamente de una amnera un tanto impostada y poco clara. Una localidad costera de Bretaña, Morlaix, es el escenario en donde transcurre una historia que sorpresivamente termina albergando otra historia o más bien una realidad alternativa o ensoñación de los personajes, efecto este que se logra mediante el recurso simbólico del cine dentro del cine pero desde el punto de vista del espectador: esta metáfora-recurso narrativo es una de las principales bazas de la película desde el aspecto más formal y metacinematográfico junto con la alternancia del blanco y negro y el color, recursos que remiten a un manierismo muy europeo pero que tienen una función fundamental en el devenir de la historia aunque a veces su empleo pueda parecer algo arbitrario. La película pese a todo y aunque pueda despistar a espectadores poco habituados a trampantojos narrativos avanza sólida e interesante durante todo el metraje.

No es baladí que Moralix se centre en la etapa de la adolescencia para mostrar las contradicciones y debilidades del ser humano; su protagonista, la joven Gwen (Aminthe Audiard en su etapa teen y Mélanie Thierry como adulta) es una muchacha que siendo de las más carismáticas de su instituto y eje de sus amistades se ha cansado de la vida en su pueblo y tras la pérdida de su madre se replantea muchas cosas: es el ejemplo del adolescente desnortado y duditativo que por circunstancias se enfrenta de repente a los dilemas de la edad adulta. La llegada a la localidad de un inteligente y sensible chico parisino, Jean-Luc (Samuel Kircher) alterara en cierto modo la vida de la propia Gwen y de sus amigos con su modo optimista pero más maduro de ver la vida, al tiempo que entre Gwen y Jean Luc comenzará a surgir una extraña atracción mutua. Los jóvenes personajes discuten y reflexionan entre ellos sobre sucesos presentes, futuros o posibles en secuencias en las que conviene no perder ni un ápice de atención en lo que se dice y que al final acaban explicando el epílogo y el salto en el tiempo en el que les vemos convertidos en adultos con diferentes suertes en sus vidas. Hay que reseñar en todo momento que los jóvenes intérpretes están geniales, especialmente la pareja protagonista,que es la que da sentido y empaque a toda la historia en un reparto que en realidad es más bien coral y en el que también interviene el catalán Alex Brendemühl, con una Aminthe Audiard que literalmente se come todos los fotogramas en donde aparece. Excelente fotografía de Javier Ruiz Gómez y en definitiva un nuevo acierto del cine español esta vez con clara vocación internacional.

lunes, marzo 10, 2025

LEE MILLER (LEE)

 


*** y 1/2

Personaje de cierto renombre en la historia del fotoperiodismo pero no muy conocido a nivel popular, Lee Miller (1907-1977) tiene su biopic gracias a la productora y protagonista de este filme, Kate Winslet: una producción esforzada y cuidada que consigue poner énfasis más en los personajes y sus motivaciones (especialmente claro está, en la figura de la propia Miller) que en la propia acción y contexto aunque esto por supuesto condicione completamente ya que estamos hablando de la II Guerra Mundial. Hay que decir que tal vez esta película hubiese sido diferente sin la presencia de Kate Winslet, quien hace una magnífica composición de esta mujer, pionera en el periodismo de guerra femenino, gran innovadora del arte fotográfico y enigmática casi hasta sus últimos días: sus variadas facetas como artista, modelo, reportera, mujer reivindicativa, luchadora antifascista y también como mujer contradictoria e impulsiva aparecen muy bien reflejados por obra y gracia de Winslet que hace uno de sus mejores trabajos, aunque la película no desdeña al significación de otros personajes como su marido el artista, poeta y galerista Roland Penrose (Alexander Skasgard), el también fotógrafo y periodista David Scherman (Andy Samberg), la periodista francesa Solange D’ Ayen (Marion Cotillard), la editora de la revista Vogue Audrey Withers (Andrea Risenborough) o la musa del surrealismo Nusch Èluard (Noémie Merlant): bohemios y estetas en medio de un conflicto salvaje sin ningún atisbo de poesía.

Esta no es una película bélica en el sentido estricto de la palabra, es un drama más o menos psicológico con contexto histórico que pone de relieve las contradicciones del ser humano ante situaciones límite y el sentido del deber - en este caso, centrado en el compromiso de obtener la verdad como periodistas- en un entorno totalmente devastador. El filme esta muy bien rodado por Ellen Kuras, una directora que a sus 65 años debuta como realizadora de largometrajes tras un larga carrera como responsable de fotografía y directora de televisión y desde luego que deja su impronta en la faceta visual con unas imágenes muy realistas y unas estupendas recreaciones de algunas de las fotos más icónicas de Lee Miller. Por otra parte, tal vez la ausencia de un tono más lineal y de mayor amplitud de escenarios resten a la película bastantes enteros y por eso da la sensación de que tal vez podía haber sido algo más, pero tal y como está es una buena película. Y para que no falte de anda, su mensaje antibelicista es bastante oportuno en estos tiempos que corren.

domingo, marzo 02, 2025

A COMPLETE UNKNOWN

 


****

En toda esta vorágime de bipics de leyendas del rock era cuestión de tiempo que Bob Dylan tuviese su película. El mítico bardo de Minnesota no precisa de muchas presentaciones: huelga decir que el legado de su obra es de los más influyentes en la historia de la música popular, su carrera larguísima con momentos memorables y situaciones que influyeron por si solas en todo el devenir de la historia del rock y por ello cualquier película centrada en si figura sería inabarcable si tuviese que contarlo todo. No lo ha hecho (gran acierto) este A Complete Unknown ya que se ha centrado en los tres primeros años de carrera discográfica del músico que nació como Robert Allen Zimmerman, es decir, entre 1962 y 1965: unos años clave para él en donde nació y eclosionó como el cronista de la contracultura estadounidense, el gran renovador del folk norteamericano (que a principios de los 60 estaba renaciendo entre la juventud norteamericana) y en definitiva en un ídolo de masas con canciones con mensaje, contestatarias y que reflejaban los cambios sociales que se estaban dando no solo en EEUU sino en gran parte del mundo occidental. James Mangold, director todoterreno que comenzó como independiente y últimamente parecía centrado en franquicias comerciales (Lobezno, Indiana Jones) y que por cierto ya dirigió una biografía musical, la de Johnny Cash (Walk the Line, 2005)- quien también aparece en este filme- ha realizado un estupendo trabajo, el mejor suyo en mucho tiempo, sustentado en una cuidad y perfecta ambientación de la época, una preponderancia total de las canciones de Dylan durante todo el film, un estupendo guión (firmado junto con Jay Cocks) y la genial interpretación de esa realidad que es ya Timothée Chalamet, quien se emte literalmente dentro de Bob Dylan y a buen seguro ha conseguido un antes y un después en su carrera.

El leiv motiv de la historia de A Complete Unknown es mostrar como se forjó el propio Bob Dylan como músico y personaje trascendiendo lo meramente musical para ser un referente en aquellos primeros 60 en donde muchas cosas ocurrían en Estados Unidos, poco antes de la muerte de Kennedy. La película en ese sentido es más una crónica histórica con el paralelismo de la historia del propio Dylan y un momento clave eb su cerera: su paso en 1965 de cantautor folk acústico a iniciador del folk rock con guitarra eléctrica en ristre y una banda de rock and roll de acompañamiento, cambio que inicialmente no fue aceptado por gran parte de sus seguidores ni por sus allegados, pero que reflejaba la evolución que América experimentaba hacia los tiempos modernos en medio de una lucha por los derechos civiles y las libertades sin precedentes en la historia norteamericana que de alguna manera dejaba atrás el americanismo más tradicional. Chalamet, quien interpreta todas las canciones del músico en el filme y lo hace estupendamente, hace perfectamente creíble ese muchacho afectado, arrogante, un tanto indeciso, de trato no muy fácil tanto para parejas como para amigos y colaboradores y siempre muy, muy enigmático (sus primeros datos biográficos fueron falsos e inventados por él) pero siempre convencido de lo que hacía. La vida sentimental del cantautor parece aquí como clave en el moldeamiento de su personalidad: primero superado por una mujer inteligente y comprensiva, llamada en el filme Sylvie Russo (trasunto de la verdadera primera novia de Dylan Suze Rotolo) (Elle Fanning) que no pudo seguirle el paso, y después fracasando de nuevo con una joven de enorme personalidad y talento como Joan Baez (Monica Barbado) cuya admiración mutua no sirvió para consolidar la relación. La amistad y veneración de Bob a sus maestros musicales, Pete Seeger (un excelente Edward Norton) y el gran Woody Guthrie (Scoof McNairy) por entonces enfermo casi terminal, es tratada aquí también como clave, sobre todo con Seeger, quien vió en Dylan todo lo que él no pudo conseguir con su música.

Una estupenda recreación de los conciertos y actuaciones (incluidas las de las varias ediciones del mítico festival de Newport y el casi mitológico primer y accidentado concierto eléctrico de Dylan), una estupenda plasmación de las calles de la América de principios de los 60, muchos personajes de la escena musical popular americana de entonces, y sobre todo la presencia de temas míticos de Bob Dylan cantados por Timothée Chalamet (están casi todos los de aquella época: A Hard Rain is Gonna Fall, Masters of War, It Ain´t Me Babe, The Times They Are a- Changin, Blowin in the Wind, Maggie´s Farm, Like a Rolling Stone y muchos otros) dan alas a una película honesta y disfrutable que no requiere de la condición de ser fan de Dylan pero que posiblemente haga aumentar el interés por el legendario músico a nuevas generaciones:  

domingo, febrero 23, 2025

EMILIA PEREZ

 


*** y 1/2

Ya se que llega tarde esta crítica de una de las películas más vistas en España en los últimos meses, pero hasta ahora no ha habido tiempo y oportunidades para verla. El insólito fenómeno en forma de una actriz transexual que ha roto barreras- y ha sido justamente premiada además como mejor actriz en varios certámenes (Premios del Cine Europeo, Festival de Cannes)- ha sido el principal reclamo de esta curiosa y estimulante película francesa con cierta vocación internacionalista (rodada en castellano e inglés en su mayor parte en Francia con un reparto con estadounidenses, españoles, mexicanos, venezolanos o israelíes y ambientada en el país azteca en el que prácticamente no han rodado nada salvo algunos exteriores) y que viene a reciclar- una vez más- el género del cine musical bajo una perspectiva un tanto caricaturesca y manierista principalmente para adecuar el tono un tanto exagerado pero sugerente de su original argumento. C (Los Hermanos Sisters (2019),sorprendente western) competente realizador de cierto regusto hollywoodiense, dirige con soltura y mucho acierto un producto esforzado y muy exigente desde el punto de vista técnico (muchos números musicales con sus coreografías, estética videoclipera y publicitaria, barroquismo a veces almodovariano y oras veces a lo John Waters, montaje complejo) pero que pese a contar con guión ingenioso y a veces audaz muchas veces no logra dar el tono de una historia que no se sabe si se toma o no en serio a si misma -si la respuesta fuera no, tendríamos claro que se trata de una obra genial, pero es que no se sabe a que carta quedarse- y por otra parte su banda sonora, firmada por Clément Ducol y Camille Dalmais resulta irregular en sus temas, aunque la mayor parte de los momentos de tonada sean asombrosos y logrados: pero no nos engañemos, a veces resultan algo previsibles dentro del género pero con momentos de innovación dignos de mención, como la sutil conversión de algunos diálogos hablados en basa rítmica de las canciones.

Jacques Audiard, además de fijar su mirada en Almodóvar y Waters- en realidad referencias más estilísticas que otra cosa- recurre como en otras ocasiones en su filmografía a los hermanos Coen o Tarantino en lo que se refiere al trasfondo de la historia: el sórdido mundo del narcotráfico mexicano, tocado aquí con cierta ironía-desdramatización-pseudomitificación (ese tratamiento del mundo del crimen es algo de lo que saben mucho los cineastas antes mencionados). Un influyente y millonario capo de la droga mexicano Juan “Manitas” Del Monte decide retirarse del negocio y fingir su muerte pasando a vivir con una nueva identidad convirtiéndose en mujer mediante una operación de reasignación de género. Como Emilia Pérez (Carla Sofía Gascón se encarga del personaje en ambos momentos con total credibilidad) el antiguo narcotraficante deviene en una rica filántropa que funda una ONG para encontrar a víctimas del mundo del narco – la mayor parte matadas por ella misma en su anterior identidad, logrando ser una mujer influyente y apriciada en su país. En todo ese embrollo Manitas-Emilia ha contado con la colaboración de la joven e idealista abogada Rita Mora Castro (Zoe Saldaña, su mejor papel hasta la fecha) que aunque escéptica y casi nada convencida accede a ser peón clave del plan de blanqueamiento de la protagonista, pero pronto las cosas empezarán a complicarse para ambas ya que un tercer vertice, Jessica (Selena Gómez) la supuesta viuda del narco, tendrá también algo que decir.

Pese a todas sus virtudes, entre las que se encuentra también unos actores-cantantes convincentes en ambos roles sobre todo Zoe Saldaña que nos muestra su formación musical y de bailarina- este musical con historia y tono propio de un narcocorrido, esta lastrado por su cierta irregularidad y todo lo antes mencionado que le impide ser un filme con excelencia. Pero nada quita para que el público se deleite con un vistoso espectáculo visual y una historia atractiva e interesante.

domingo, febrero 16, 2025

VERMIGLIO

 


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Premiada con el Gran Premio del Jurado en la Mostra de Venecia y nominada al Oscar a mejor película internacional, Vermiglio recupera esencias del cine costumbrista rural europeo y del neorrealismo italiano para ofrecer una historia cautivadora tanto en su mensaje de crítica transtemporal como en su forma de excelso filme naturalista y crudo en donde escuchando las palabras de su personajes y viendo sus acciones -la mayoría de las veces silenciosas- tenemos el testimonio de una época (últimos años de la II Guerra Mundial) y de un lugar (una remota aldea de los Alpes italianos) en donde el tradicionalismo y el aislamiento de la sociedad más moderna terminaron afectando totalmente a las gentes que allí vivían sumiéndoles en un estado en donde la evolución y el progreso eran una quimera. Pero siempre habrá pequeñas rebeliones y trangresiones, aunque al fin de cuentas queden anuladas por un entorno opaco ya asfixiante. Esto lo refleja muy bien esta película, segundo largo de ficción de su directora Maura Delpero, quien se ha inspirado en la historia de su familia y ha conseguido un filme bello e intenso a la vez que gélido y dirigido con maestría.

La historia se desarrolla en un año en sus cuatro estaciones comenzando con un crudo invierno en donde la extensa familia del maestro local de la pequeña aldea donde mayor parte de sus jóvenes están en el frente. Precisamente la llegada de dos desertores del ejército, escondidos de las autoridades militares, romperá la rutina local y la vida de la familia del maestro Cesare Graziadei (Tomasso Ragno) cuando su hija Lucia (Martina Scrinzi) inicie una relación al principio a escondidas con el soldado Attillo (Santiago Fontdevila). Cesare, muy preocupado por sus hijos y su futuro (tanto como padre como maestro) pero siempre dentro del riguroso concepto educativo de mediados del siglo XX, advierte de ciertos pequeños cambios en estos (no solo en Lucia) y es que muchos, especialmente las chicas, quieren que las cosas sean diferentes. El adolescente Dino (Patrick Gardener), el mayor de los varones, se rebela ante las imposiciones paternas, Ada (Rachele Potrich) vive atormentada por sus sentimientos religiosos en conflicto con su incipiente sexualidad aún no definida y el temor al pecado y la madre Adele (Roberta Rovelli) ve con resignación seguir aumentando la familia y aceptar los vaivenes del destino. El patriarca, un hombre en realidad sensible y amante de la poesía, la literatura y la música, no parece encontrar el rumbo de la familia en medio de un entorno hermético y esquivo. Muchas de las escenas tiene un enorme componente visual que hace que el frío clima alpino y las imágenes de las montañas nevadas sean un elemento fundamental de una historia precisamente áspera y gélida pero también al mismo tiempo humana, cálida y tierna. Puede tener sus opciones en los Oscar este filme que muestra nuevamente los excelentes productos que últimamente vienen desde el cine italiano.

domingo, febrero 09, 2025

MARIA CALLAS (MARIA)

 


** y 1/2

Se esperaba con entusiasmo el biopic de la gran diva de la ópera por excelencia, la grecoamericana Maria Callas (1923-1977) pero las expectativas solo se han visto cumplidas en parte. Parecía un papel genial par una actriz intensa, eficaz, versátil y con glamour como Angelina Jolie, pero la propia intérprete, que realiza un excelente trabajo, parece querer comerse el personaje desde el minuto uno de la película, casi como tratándonos de recordar que ella es ahora la imagen de María Callas y que el público ha de recordar a partir de ahora la imagen de la intérprete operística con los rasgos de Jolie. Insistiendo una vez más que no es culpa de la actriz lo descafeinada que resulta a veces esta biografía hay que referirse a las pretensiones de este filme, que son las de trazar un retrato psicológico de la Callas a través de las vivencias en sus últimos días de vida -prácticamente solo con la única compañía de su servicio, amargada, con dependencia a los fármacos- con insertos-flashbacks desigualmente resueltos pero que cuando funcionan son de lo mejor del filme. El chileno Pablo Larrain, eficiente director que fuera de su país ya ha dirigido dos biopics de mujeres célebres del siglo XX con similares pretensiones (Jackie, sobre Jackie Kennedy y Spencer, sobre Diana de Gales) hace un muy esforzado trabajo otorgando un cuidado estilo arty y casi documental con fotografía retro chillona setentera (la mayor parte del filme transcurre claro está en 1977) y blanco y negro en varios saltos atrás temporales, pero el guión y el desarrollo de la historia son morosos y con la perenne sensación que no se está explotando del todo a un personaje tan complejo y fascinante como María Callas.

El neófito sobre la figura de la prima donna griega no terminará sabiendo mucho de ella con este filme; lo que no impide que ya desde el punto de vista cinematográfico no puedan degustarse muchos buenos momentos principalmente servidos por la buena interpretación de Angelina Jolie y, por que no, con los muchos fragmentos de piezas interpretadas por la propia soprano que son todo un deleite. Hay que decir que los escasos momentos en que al película se pone en serio con la atormentada personalidad de la Callas son también bastante de recibo (sus fobias, los recuerdos de su juventud desdichada, su incapacidad para mantener relaciones amorosas como mandan los cánones) aunque recursos como las visiones y delirios por el excesivo consumo de medicamentos son desiguales: es sugerente el eprsonaje del periodista imaginario y biógrafo Mandrax (Kodi Smit-McPhee) pero su “reencuentro” con personas de su pasado muertas en realidad lo que es aportar no aportan ni dicen nada. Sus escenas con Onassis (Haluk Bilginer, que está clavado) aunque previsibles, tiene su aquel, cosa que no se puede decir de lo tramposos que resultan sus encuentros con los Kennedy (Caspar Philipson haciendo por enésima vez de JFK), A ratos interesante, otros tediosa, esta María Callas no pasará a la historia como un gran biografía cinematográfica.

lunes, febrero 03, 2025

MEMORIAS DE UN CARACOL (MEMOIR OF A SNAIL)

 


*****

El cine de animación para adultos ha dado muchas joyas a la historia del cine (muchas de las mejores películas animadas de todos los tiempos estaban pensadas y dirigidas para el público adulto), daría para largo enumerarlas, pero en los últimos años no se había estrenado un filme de estas características tan maravilloso como este. Usando la vieja técnica de la claymation (animación de figuras de plastilina), procedimiento que artísticamente casi siempre da mucho de sí, esta producción australiana consigue narrar una historia tierna, cruel, conmovedora, sarcástica, crítica, divertida y sobre todo muy humana que indaga en los más profundos sentimientos y reflexiones sobre el aislamiento humano y sobre todo aquello que hace que como los caracoles nos encerremos en nuestro propio mundo. La soledad y la tristeza pocas veces habían aparecido de manera tan delicada y sutil, con comprensión, sin ambages pero con mucha, mucha esperanza; bajo una perspectiva infantil- la de su protagonista, Grace- pero conectable con todas las edades: de ahí su inmediata sencillez que hace de esta historia, que no escatima en momentos más o menos terribles, una muy grata experiencia. Memorias de un Caracol es un cuento de hadas para adultos del que se sacan muy ilustrativas lecturas. Dirige y guioniza el especialista en animación stop motion Adam Elliot, quien ha realizado un estupendo trabajo en todos los sentidos: técnicamente es impecable (un esfuerzo de producción muy grande realizando un filme de estas características) y su libreto es sensacional y muy trabajado. La nominación al Oscar a la mejor película animada (se merecía alguna más) es uno de los numeroso reconocimientos que ha ido recogiendo esta película.

La protagonista, Grace Pudel, es al inciico de la películauna mujer de treintaytantos años o puede que ya cuarenta) que va narrando su vida a lo largo de loas décadas de lo 70, 80 y 90 del siglo XX: marcada indudablemente por su infancia (como casi todo el mundo), Grace creció en una bizarra y caricaturesca Australia (y el mundo en general) de cómic o de dibujos animados, sin madre desde su nacimiento, con un padre aspirante a ilusionista que devino en un ser fracasado y pelín grotesco pero de gran corazón y volcado con sus hijos que fallece cuando ella y su hermano mellizo Gilbert eran aún unos niños. Muy unida a su hermano, un niño vital e idealista que apira también a ser cómico callejero, pronto se separará d él cuando ambos sean enviados a diferentes hogares de acogida, ocasionando en Grace- ya de por si un ser retraido y muy emocional siempre víctima de bulling - una total tristeza y aislamiento del mundo. El amor de la muchacha por los caracoles- en una concha como ella- y la irrupción en su vida de Pinky, una vital y caótica anciana que será durante mucho tiempo su única amiga harán cambiar algo su existencia, pero siempre habrá dificultades, traspiés y maldad de otras personas. Sería muy difícil describir los muchos matices de sensibilidad y crítica social y antropológica de esta tragicómica historia, es preciso que sean captados cada uno a su manera por el espectador y que el/ella atrapen y sientan todos los mensajes. Imágenes en colores muchas veces tenues en concordancia con lso aspectos más grises de la historia que dan paso en bastantes ocasiones a tonalidades más alegres, un cuidado diseño de personajes que le debe mucho a Tim Burton y variados homenajes que van desde el mundo de la literatura hasta otros aspectos de la cultura pop estén presentes en un filme que burla burlando se ha convertido en lo mejor de lo producido en 2024.