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En
la actual vorágine de bografías cinematográficas de músicos de
rock tenía que haber sitio forzosamente para aquellos y aquellas
situados en la categoría de los malditos; de momento no ha habido
mucha película sobre estas figuras bastante abundantes en la
historia del la música popular a excepción de Sixto Rodríguez,
cuyo galardonado biopic documental Searching for Sugar Man
(2014) es por cierto referencia hecha por la crítica española en
relación a este sorprendente y muy logrado filme de ficción español
que se acerca a la figura de un músico de culto no muy conocido pero
con seguidores y muy talentoso: Mauricio Aznar (1964-2000), cantante,
guitarrista, músico y poeta zaragozano cuya curiosa historia se nos
cuenta en una película inclasificable y a caballo entre el docudrama
y la ficción que de momento es una de las sorpresas más agradables
de lo que llevamos de año en el cine español. Por supuesto,
esperemos también que abra la veda a otros biopics musicales en el
cine ibérico en años venideros, pero esta película hecha en
coproducción con Argentina (en donde se ha rodado también gran
parte) va más allá del biopic o del cine musical con una obra que
en todo momento trata de huir del convencionalismo y que jugando con
el drama, el costumbrismo y la comedia y con un constante enfoque
antropológico y de retrato intercultural - en este caso entre
Argentina y España focalizándose en la música- y con una sugerente
utilización de la intertextualización metacinematográfica y de las
fronteras entre lo real y lo recreado ofrece un espectáculo
narrativo nada habitual en el cine comercial y que dejará con
excelente sensación a cualquier gourmet cinéfilo. Javier Macipe,
joven realizador forjado en documentales y cortometrajes, dirige
magistralmente un filme que le augura un enorme futuro.
Esta
historia de Mauricio Aznar, figura clave del rock aragonés, uno de
los cabezas visibles del movimiento rockabilly en España, líder y
fundador de la banda Más Birras y desde mediados de los 90 hasta su
muerte volcado en difundir en la península el rico folclore
argentino de la provincia de Santiago del Estero, esta centrada en la
década de los 90 cuando precisamente Mauricio abandona la capital
maña para viajar a Santiago del Estero para conocer de primera mano
la música de ese lugar, que tanto le fascinaba y también para
librarse de sus adicciones y tratar de reconducir su vida personal y
familiar. Para ilustrar este aspecto que la película fija como clave
se ha recurrido a las mismas y exactas localizaciones argentinas de
la historia real con los mismos protagonistas sin trampa ni cartón:
los Carabajal, la estirpre santiaguera de músicos que acompañó a
Mauricio Aznar aquellos días ejerciendo en el tutela musical y
personal y casi relación familiar se interpretan casi todos a ellos
mismos, con el veterano cantautor y folclorista Cuti Carabajal
interpretando a su hermano Carlos, mítico músico ya fallecido
patriarca de los Carabajal y maestro de Mauricio. Ante estos datos,
esta claro que estamos ante una película no muy usual en donde se
recurren a todo tipo de recursos -dramáticos, poéticos, más
costumbristas, y por no hablar de los momentos en los que se rompe la
cuarta pared o la película de ficción se sale de si misma- para
narrar un viaje inciático y de maduración, el de un ser desesperado
en lo personal y superado por un negocio musical del que cada vez se
siente menos parte que halla a bastantes kilómetros de su hogar el
verdadero sentido de su existencia, unido a su cambio de percepción
de la finalidad y la utilidad de la música y de la creación
artística. Dentro de un casting lleno de juegos y trampantojos, Pepe
Lorente, que encarna a Aznar, lo hace con solvencia, convicción y
profesionalidad: se nota que el actor ha querido imbuirse del
espíritu del personaje en una total inmersión - el mismo Lorente
canta todas las canciones- y el resultado ha sido de chapó, con una
interpretación matizada y prácticamnte diferente en cada uno de los
instantes de la vida del personaje.
Con
una excelente recreación de conciertos de Más Birras en los 90, una
magistral oscilación y modelación dramática, unas interpretaciones
de diez (con la mayoría no olvidemos actores no profesionales,
especialmente los argentinos) y un especial cuidado en las escenas
argentinas, La Estrella Azul ha resultado la sorpresa de la
temporada. No faltan guiños como la presencia del no menos grande
Gabriel Sopeña, gran amigo y colaborador de Mauricio, al final del
filme o el cameo vocal de Enrique Bunbury, discípulo y admirador de
Aznar, en forma de mensaje en el contestador. Una película que debe
verse y degustarse.