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Podría haber sido un melodrama del montón, pero esta comedia francesa con tintes dramáticos cumple en todos sus propósitos y resulta un filme agradable, divertido y sobre todo muy honesto. Una temática tan delicada como el de la últimas voluntades, la eutanasia y la aceptación de la muerte precisaba de un tratamiento digno y con las dosis justas y necesarias de sensibilidad y drama y en ese sentido este filme responde. Una road movie con personajes cotidianos, imperfectos y cargados de problemas en busca de un final digno para su protagonista, la vitalista anciana Marie (Hélene Vincent), una mujer enferma de cáncer cuya muerte se avecina y que quiere viajar a Suiza para solicitar la eutanasia, hecho que le oculta a su irresponsable e inmaduro hijo Bruno (David Ayala) y a su rebelde nieta adolescente Anna Enya Baroux) pese a que termina engañando a esto para que le acompañen en el viaje en una auto caravana. Y junto a ellos el antihéroe de esta historia, el excéntrico y un tanto inseguro pero al fin de cuentas noble y generoso cuidador de ancianos Rudy (Pierre Lottin, un rostro ya habitual en las últimas comedias galas) quien siendo el único conocedor del secreto de Marie se convertirá en su más fiel confidente y amigo al tiempo que trata de arbitrar los vaivenes de la disfuncional familia de esta en un viaje estrambótico pero lleno de momentos significativos
La relación entre Marie y Rudy es el principal bastión argumental de este filme, en donde se establece entre ellos una relación maternofilial que parece venir a suplir la falta de entendimiento de la señora con su descendencia, aunque al final todos los personajes a parte de Marie sufrirán una evolución positiva a partir de las diferntes vivencias experimentadas durante el viaje. Una película amable y con el equilibrio justo de Feel Good Movie, comedia y melodrama que hará las delicias de los aficionados a las comedias con mensaje y las historias sentimentales con fundamento.
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