sábado, enero 05, 2013

TARTESSOS, EL REINO PERDIDO DE IBERIA




Entre los siglos XI y VI Antes de Cristo en el suroeste de la península ibérica una misteriosa civilización cuyo origen exacto aún es incierto se convirtió en una de las más ricas del mundo gracias al comercio de metales como la plata y el estaño, los cuales exportaba a otros pueblos prerromanos. Era Tartessos, un desconocido reino de comerciantes y militares del que escasos vestigios y documentación escrita ha quedado y que se extendía por las actuales provincias españolas de Sevilla, Huelva y Cádiz. Con elementos fenicios, orientales e indoeuropeos, el territorio de Tartessos fue descrito a penas someramente por historiadores clásicos y muchas veces es identificado con el legendario país bíblico de Tarsis e incluso con la Atlántida. En el siglo VI AC desapareció sin dejar rastro y por causas desconocidas, dejando como legado algunas escasas crónicas históricas y geográficas y varios restos arqueológicos. 


Más allá de las Columnas de Hércules

Tartessos es uno de esos enigmas históricos que aún no han encontrado muchas respuestas. ¿De donde surgió la civilización de Tartessos, tan avanzada en el siglo XI ac en comparación con las primitivas tribus iberas y celtas aún en la edad de bronce? ¿Como era su organización social, política y su vida cotidiana? ¿Por qué un pueblo tan rico desapareció tan abruptamente? ¿Cuál eran sus límites exactos? ¿Fue la primera civilización occidental? Muy poco se sabe de este pueblo casi mítico del que además de escasa noticia histórica han llegado varias leyendas de corte fantástico que confieren a Tartessos un carácter casi legendario en el que muchas veces la fabulación se confunde con la realidad. Durante mucho tiempo se creyó que era citada en la biblia cuando se mencionaba a Tarsis y también en la mitología e historiografía griega cuando se alude a los territorios y ciudades cercanos a las Columnas de Hércules – el fin del mundo conocido en la antigüedad-  se cree que se hace mención a Tartessos. La mayor parte de lo que se ha escrito sobre Tartessos hasta día de hoy son suposiciones o teorías.  Se sabe que el reino se extendió por el sudoeste de la península ibérica (provincias andaluzas de Sevilla, Huelva y Cádiz) influyendo sobre zonas como el Algarve portugués o Extremadura. Se cree que su civilización- la primera de cierta riqueza que se estableció en la península y de las primeras de Europa- se desarrolló en torno al río llamado Tartessos, identificado con el Guadalquivir por unos autores o por el río Tinto por otros (además de otras teorías menos probables). Tartessos, fue el nombre con el que los griegos denominaban a este territorio, se desconoce como sus propios habitantes lo nombraban.


El historiador griego Herodoto (484-425) es la fuente más antigua que alude a Tartessos. Herodoto habla del supuesto último rey tartesiano, Argantonio del que el historiador afirmaba que llegó a vivir 120 años gobernando en 80 de ellos (de 630 a  550 ac). Se describía a Argantonio como un soberano generoso y magnánimo que gobernaba sobre un reino portuario de mercaderes enormemente rico. El mismo Argantonio (Hombre de Plata) era un rey muy opulento y que poseía enormes contingentes de plata y bronce provenientes de las minas tartesianas. Grecia comerciaba en aquel tiempo con Tartessos para la consecución de dichos metales según Herodoto. De acuerdo con el autor, todo comenzó cuando un navío griego llegó un día accidentalmente a un puerto de Tartessos, territorio más allá de las míticas Columnas de Hércules y que era desconocido para los griegos; allí los asombrados marinos helenos se hicieron con un cargamento de metales que era “el mayor beneficio que haya conseguido hasta ahora ningún griego”. Fueron al parecer los griegos de Focea, en Asia Menor, con los que Tartessos comerció gran medida según Herodoto y otros autores. En crónicas posteriores, se vuelve a aludir el carácter mercantil de Tartessos con griegos o fenicios en base a metales extraídos de sus abundantes minas como plata y estaño. Se podría decir a tenor de estas crónicas que las civilizaciones griega y fenicia se nutrieron en gran medida del metal tartésico para al fabricación de monedas, armas y objetos ornamentales, y ese comerció enriqueció enormemente al reino del sur de Iberia que se encontraba más allá de las Columnas de Hércules.         
Existen otras fuentes clásicas que hablan sobre Tartessos, algunas literarias como las del poeta romano Rufo Festo Avieno (S IV ac) que describe un viaje a través de las costas mediterráneas en el cual Tartessos supuestamente aparece, otras geográficas como las de Pausanias (S II ac) en las cuales describía el río y la capital del reino, y otras más breves e imprecisas como alusiones en la obra de de Anacreonte, Plinio el Viejo, Estesícoro, Estrabón, Aristófanes, Marco Juniano Justino…En dichas crónicas aparecen algunos elementos comunes como la existencia de un río llamado Tartessos de cuyas riberas se extrae plata,  el territorio de Tartessos como centro neurálgico del comercio de plata y otros metales en el Mediterráneo y la longevidad de su monarca Argantonio. Así mismo, a tenor de estas descripciones siempre se suele considerar por parte de la ciencia histórica que Tartessos era un nombre compartido tanto por el río como por la ciudad capital y como por la región.     


La ciudad perdida

Se cree que Tartessos comenzó a crear y consolidar una civilización en donde había escritura y un poder político encabezado por un monarca en la prehistoria,  a finales de la Edad de Bronce, gracias a las riquezas generadas por el  trueque de metales como el estaño (componente básico para la obtención del bronce) producidos por otros pueblos como los primitivos habitantes de las Islas Británicas, aunque los primeros tartesianos ya extraían cobre y plata de sus minas, especialmente la de Río Tinto.  Ya a partir del siglo VIII ac los fenicios, que establecieron colonias al sur de la península ibérica, se convirtieron en los principales “clientes” de Tartessos, ya que precisaban de plata para la acuñación de sus monedas y la minas del Sinai, de las cuales se proveían en otros tiempos, habían sido dejadas a su suerte. Según los restos arqueológicos tartesianos hallados en la actual Andalucía, existió una influencia cultural y artística fenicia en Tartessos. No obstante, el origen de Tartessos es aún muy incierto existiendo dos teorías fundamentales al respecto. La primera, sostiene que la civilización tartésica se origina a partir de los pobladores de la zona en la Edad de Bronce que lograron fundar una civilización basada en el comercio, la pesca y al agricultura cuyo progreso aumentó notablemente con el contacto que estas poblaciones mantuvieron a partir del siglo VIII ac con los colonos fenicios en el sur de la península. La segunda teoría afirma que la influencia fenicia produjo un proceso de aculturación casi total que explicaría características del arte tartésico con supuestas influencias fenicias (cerámica con barniz rojo) y una religión con deidades inspiradas claramente en dioses orientales.  No se ha podido demostrar ninguna de las dos como la más aproximada a la realidad pero parece clara la influencia fenicia en la civilización tartésica: es muy posible que los fenicios estimulasen no solo la expansión tartésica por las zonas mineras y el comercio con el metal con diferentes pueblos, sino que además fueron fundamentales en la riqueza de Tartessos y en el desarrollo de su civilización debido a sus intensos tratos comerciales. No hay que olvidar además que en territorio tartésico se encontraba la principal ciudad colonial fenicia de Iberia, Gadir (la actual Cádiz)  

El rey Argantonio
 Autores como Estrabón o Pausanias coinciden en afirmar que Tartessos era el nombre del río (que Estrabón identifica como el Betis, el actual Guadalquivir) que desembocaba en dos bocas en el medio de las cuales se encontraba la ciudad del mismo nombre, supuesta capital del reino además del lago que supuestamente se encontraba en tal desembocadura, el desaparecido Lacus Ligustinus. Hoy en día, no se sabe a ciencia cierta donde se encontraba dicha ciudad y es muy posible que terminase siendo sepultada por las aguas de las marismas una vez el delta del Guadalquivir se hubiese conformado con la apariencia actual bloqueado por una barra de arena entre los actuales Sanlúcar de Barrameda y Río Tinto. No obstante, la existencia de dicha ciudad está puesta en duda principalmente por la falta de pruebas geográficas y arqueológicas. Algunas teorías hablan de una ciudad llamada Turta, cercana al Guadalquivir, como supuesta capital de Tartessos. La ubicación de la capital de dicha civilización aún sigue discutida, y a la zona antes descrita hay que unir otras posibles como la zona entre Coria del Río (Cádiz) y la comarca de Aljarafe en Sevilla. Tampoco sería descabellado pensar que la propia Gadir fenicia se tratase de Tartessos, como afirman muchos historiadores, aunque parece poco probable que se tratase de Huelva, como afirman algunos investigadores a tenor de la riqueza de muchos yacimientos arqueológicos tartesianos hallados en la provincia andaluza. Si que es cierto que allí se han encontrado restos de otras culturas (griega, fenicia) adquiridos por los tartesianos o manufacturados por ellos mismos para dichos pueblos como vasos, ánforas o cerámica (además de objetos de metal) lo que indica que al menos la provincia de Huelva fue un foco comercial e industrial importante en Tartessos, pero no hay pruebas concluyentes: ¿fue el río Tinto el verdadero río Tartessos? 


Una sociedad mercantil

Poco se sabe de la política, economía y sociedad de Tartessos. Era una monarquía absoluta sin noticia de gobiernos territoriales en donde había leyes escritas desde tiempo inmemorial. Según Estrabón fue la sociedad ibérica prerromana mas culta y avanzada de cuantas existieron. Existían ciudades como Turta, Mastia o Elibirge de las que se ignora su localización (aunque es muy probable que Mastia sea la actual Cartagena). En los primeros siglos (del XI al IX ac, aproximadamente) Tartessos pese a tener un enorme comercio exterior tendría una economía principalmente de producción doméstica. A partir del VIII ac comienza la expansión comercial tartesiana y se comienzan además a importar objetos artísticos y bienes griegos o fenicios como objeto de cambio: así lo atestigua el hallazgo de cerámica de ambas culturas en yacimientos arqueológicos en el área de influencia tartésica. Además de la extracción minera de metales como el oro, la plata y el estaño y el comercio con estos -que constituyeron la base histórica de su economía- Tartessos subsistía también de la agricultura, la ganadería y la pesca. Además de con los fenicios, Tartessos comerciaba sus metales con griegos y minoicos, convirtiéndose en el principal abastecedor de materias primas de bronce  y sus materias primas (cobre y estaño) de todo el mediterráneo.   

Había diversas clases en la sociedad de Tartessos: por debajo del rey se encontraban por este orden los príncipes, los sacerdotes, los comerciantes, los hombres libres y los esclavos. Los “hombres libres” eran el grueso de la población y se trataba de los campesinos, marineros y artesanos. Los comerciantes eran una clase privilegiada por su riqueza pero no tenían excesivo poder ya que las élites nobiliarias o militares (los príncipes) podían apropiarse del trabajo de las clases inferiores aunque en teoría no ostentasen mas poder sobre estos. Gracias a los yacimientos arqueológicos se ha sabido que en Tartessos se rendía culto religioso a divinidades fenicias y orientales como Baal o Astarté fruto de la aculturación fenicia; así mismo en la provincia de Jaén se han hallado santuarios de estilo fenicio lo que indica que en Tartessos la influencia fenicia fue total en el aspecto religioso 

El idioma tartésico es de origen desconocido y probablemente sea de origen ibero, lenguaje primitivo de la península ibérica del que apenas han quedado vestigios. Los documentos escritos en tartésico más antiguos hallados (estelas funerarias) datan de entre los siglos VII y VI ac por lo que se trata de la lengua ibérica más antigua de la que se ha encontrado escritura. No se sabe a ciencia cierta si otros documentos hallados en el sur de Portugal o en Extremadura corresponden a la lengua tartésica o a idiomas similares de origen ibero que se hablaban en el sur de Iberia en la época prerromana. No se sabe tampoco si el tartésico y el ibero eran lenguas de origen indoeuropeo y no faltan teorías que emparentan el tartésico con las lenguas célticas debido a nombres de topónimos o a los escasos nombres de personas conocidos: el nombre de Argantonio, el mítico rey que cita Herodoto y que significaría  “Hombre de Plata” derivaría del termino celta argantom (plata). Esta teoría en realidad no resulta muy sostenible ya que aparte de que los tartesianos no eran pueblo celta, no existen tampoco otras palabras salvo estos nombres propios que demuestren tal filiación. La escritura de esta lengua era la típica de la escritura peleohispánica: un alfabeto con caracteres propios inspirados al parecer en el alfabeto fenicio con elementos griegos, combinando signos que expresan silabas y letras.


Lo que nos queda de Tartessos

Tesoro de El Carambolo
Lo fragmentario de los yacimientos arqueológicos de Tartessos que se han hallado hasta el momento impide hacernos una idea exacta de cómo eran sus ciudades, sus  viviendas, sus vestimentas u otros aspectos de la vida cotidiana y hoy por hoy en muchos aspectos Tartessos continua siendo una civilización desconocida. Los yacimientos arqueológicos mas importantes son los tesoros (joyas) de Carambolo (Sevilla) y Aliseda (Cáceres), y las edificaciones de la Necrópolis de la Joya (Huelva capital), Cancho Roano (Badajoz) y Tejada la Vieja (Huelva).  El célebre Tesoro de El Carambolo fue hallado en 1958 y constituye la mejor y mas completa muestra del arte tartésico en oro, aunque estudios actuales señalan que las piezas en realidad pueden ser fenicias (las características orientales de estas joyas son innegables). Una replica de este tesoro se encuentra actualmente en el museo arqueológico de Sevilla mientras que las piezas originales se encuentran en la caja fuerte de un banco: se trata de 21 piezas de oro de 24 quilates que incluyen pulseras-brazaletes, collares, supuestos pectorales y sellos, todo de valor incalculable. El relativo buen estado de conservación de estas piezas que datan aproximadamente de entre los siglos VIII y VI ac  demuestra lo bien que trabajaban los habitantes de Tartessos en la orfebrería y en los metales preciosos.  El Tesoro de Aliseda, por su parte, también se trata de un hallazgo de orfebrería: un supuesto ajuar funerario (diadema, pendiente, pulsera, anillos…) en piezas de oro y plata

Cancho Roano
El yacimiento de Cancho Roano, en Zalamea de la Serena (Badajoz) es el conjunto tartésico mejor conservado. Posiblemente data del S VI ac y esta constituido por diversos pequeños edificios, palacetes  se trata de una edificación fortificada de finalidad incierta, aunque es posible que se trate de un edificio religioso destinado a sacrificios rituales. Su planta es cuadrada y está rodeado por un foso, todo con características fenicias y orientales. Es muy posible que debido a lo tardío de su antigüedad en relación a la cronología de la existencia de Tartessos fuese en realidad posterior a la civilización tartésica ya que se sabe que fue reconstruido sobre restos de edificaciones más antiguas, estas sí tartésicas.  Tejada la Vieja, en Escacena la Vieja (Huelva) por su parte es una fortificación amurallada construida hacia el VIII ac y que estuvo en pie al menos hasta el S IV ac. En su interior se encuentran restos de cimientos de casas y calles en su interior, lo que indica que se trata de una ciudad.  A todos estos hallazgos habría que unir otros en las provincias de Jaén, Badajoz o  Huelva que datan de la Edad de Bronce pero que podrían ser de origen proto tartésico (cerámica, incensarios); así mismo la necrópolis de la Joya en Huelva sería de origen más antiguo que Tartessos, aunque allí se han encontrado piezas griegas y fenicias que indican que ambos pueblos estuvieron en contacto con el sur de la península  desde el S X ac. 

En base a las características los restos arqueológicos y su antigüedad se ha dividido la historia de Tartessos en dos posibles periodos: el periodo geométrico (1200-750 ac) y el periodo oriental (750-550 ac) en el cual la influencia fenicio-oriental se hizo más acusada.  


Mitos y leyendas de Tartessos: la Atlántida en Iberia

La ausencia de crónicas escritas detalladas sobre Tartessos ha dejado gran margen a la fabulación desde tiempo inmemorial. La propia mitología griega ya alude al territorio que conformaba Tartessos (aunque sin nombrarlo de ese modo) cuando se describe al rey Gerión, el monstruoso soberano-pastor de las tierras mas allá de las Columnas de Hércules. Gerión, un gigante con tres cuerpos de cintura para arriba fue derrotado por Hércules en una de las 12 pruebas del héroe que consistía en robar el rebaño de bueyes de Gerión. Otros reyes legendarios son protagonistas de la hermosa leyenda de Gárgoris y Hábidis, que data de la época romana y de la que se han escrito varias versiones: en ella se cuenta la historia del rey Gárgoris, inventor de la apicultura y de su hijo incestuoso Hábidis o Habis, que según la leyenda invento la agricultura y la división social de clases y del trabajo.
A Habidis, el legendario rey ficticio tartesiano, se le atribuye la invención del arado
 
Muchos autores han querido identificar un mítico lugar bíblico, Tarshish o Tarsis, con Tartessos. No hay pruebas salvo la similitud entre los nombres. Tarsis se cita, entre otros libros de la Biblia,  en el Libro de los Reyes I en referencia a naves que Salomón poseía allí y que traían exóticas riquezas, y también en Ezequiel (Tiro comerciaba con Tarsis) y en Jonás (el profeta se embarcó para Tarsis). Lo más probable es que este Tarsis se refiera a Tarso, en Anatolia.  

Resultan bastantes significativas las teorías que identifican a la mítica Atlántida descrita por Platón con Tartessos. Estas afirmaciones fueron frecuentes durante el siglo XX debido principalmente a que tanto la mítica isla como Tartessos fueron dos avanzadísimos reinos que en un momento dado se “volatilizaron” y desaparecieron sin dejar rastro (la Atlántida según Platón desapareció tras un terremoto y una inundación en un solo día y fue sumergida bajo las aguas del Atlántico), y que ambos se encontraban en el Atlántico “delante de las Columnas de Hércules” (el estrecho de Gibraltar), el fin del mundo conocido para los griegos. Esto además está ligado al hecho de que es muy posible que la ciudad de Tartessos, como hemos señalado antes, desapareciese a consecuencia de una inundación de las aguas del delta del Guadalquivir que hubiese cubierto la ciudad en su totalidad. Sosteniendo la probable teoría de que la zona actual del Parque Nacional de Doñana pudiera haber albergado la ciudad de Tartessos - ya que esta ciudad se encontraría cerca de la desembocadura del Guadalquivir- algunos arqueólogos y antropólogos, con grandes dosis de fabulación y fantasía, han llegado a asegurar que bajo Doñana puede encontrarse la Atlántida (aunque es posible que esa zona en la antigüedad hubiese sufrido un tsunami que hubiese sumergido alguna ciudad o poblado). Con todo, dado que se ha comprobado que la existencia de la Atlántida pertenece al terreno de lo legendario, cualquier debate sobre la identificación de Tartessos con Atlántida carece de sentido.


El final de un reino

La desaparición del reino de Tartessos en el S VI ac se debió probablemente a incursiones bélicas de Cartago o Fenicia tras la batalla de Alalia (535 ac), debido a la alianza de Tartessos con los griegos, encarnizados enemigos de fenicios y cartagineses. También es posible que en aquel siglo se agotasen las minas lo que privó al reino de su principal fuente de riqueza y esto además ocasionase una pérdida de poder de las élites, lo que llevó a una total inestabilidad política y social. Hay que señalar que hacia 580 ac la conquista de Tiro, capital de Fenicia, por parte de los asirios propició el fin de el comercio entre Tartessos y los fenicios de Tiro, aunque en su lugar Cartago tomó el relevo del principal cliente de oriente, algo que no duró mucho tiempo como vimos por la rivalidad con los griegos, otros aliados comerciales de Tartessos. La cuestión de si los desastres naturales (como la hipotética  inundación  de su capital) cumplieron un papel principal en la desaparición de Tartessos esta abierta a conjeturas.

Tal vez nunca se sepa exactamente donde se encontraba la ciudad de Tartessos, como eran las ciudades tartesianas, como vivían los tartesianos o que es lo que provocó la desaparición de Tartessos, pero se sabe que una vez un próspero país casi idílico existió en el sur de la península ibérica y desapareció dejándonos un exiguo testimonio de su existencia aunque suficiente para saber que fue una de las primeras grandes civilizaciones de occidente. Un reino perdido en la misma frontera entre lo real y lo mítico.

jueves, enero 03, 2013

El aparatito Lumiere ROMPE RALPH (WRECK-IT-RALPH)



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La puesta al día de Disney en el últimamente bastante cambiante mundo de la animación resulta aceptable y esforzada aunque mientras otras compañías -como Dreamworks o mas modestas incluso y/o procedentes de diversos países- parecen llevar la avanzadilla en cuanto a creatividad y diseño de nuevas propuestas en el campo de la animación por ordenador, la Disney parece haberse conformado hasta el momento con permanecer en un plano más secundario siempre y cuando la Pixar de John Lasseter no coproduce largometrajes como la saga Toy Story o Wall-E que suponen los últimos mayores hitos artísticos de la veterana productora. En esta ocasión, Disney ha querido prescindir los servicios directos de Lasseter y sus muchachos -aunque este cumpla aquí funciones de productor ejecutivo- para un nuevo largometraje de animación infográfica que cumple su función de entretenimiento navideño para los pequeños de la casa sin excesivos alardes ni técnicos ni discursivos. Dirigida por Rich Moore, un realizador salido de la cantera de The Simpsons,  Wreck It Ralph insiste en el reciclaje de la cultura pop de otras películas de animación de los últimos tiempos (algo siempre más comprensible para el público adulto) acercándose en esta ocasión al mundo de los videojuegos por medio de un homenaje a su historia. Al mismo tiempo, platea la típica historia de redención de un personaje potencialmente “malvado” gracias al descubrimiento de lo reconfortante que resulta ayudar a los demás, unido a un mensaje de crítica  la competitividad irracional y desmedida y el afán por ser siempre el mejor a cualquier precio.   

Casi todos los protagonistas son personajes de videojuegos ficticios (aunque hay varios cameos de personajes de videojuegos reales tan históricos como Pac Man, Super Mario, Mortal Kombat o Street Fighter) con pensamiento y vida autónoma que cada vez que termina la jornada en el salón de juegos recreativos en el que “residen” salen de sus máquinas de videojuego para unirse en un espacio-universo común donde estos personajes conviven. Ralph, un ogro que ejerce de villano en un legendario juego de los ochenta llamado Fix-It Felix Jr. (vagamente inspirado en el célebre Donkey Kong) lleva 30 años perdiendo en casi todas las partidas y siendo odiado por sus colegas de videojuego, por lo que decide abandonar dicho juego y adentrarse en otros para convertirse en un héroe al igual que su némesis el carismático Felix. Cuando tras varias desventuras llega a un juego de los 90 de carreras de coches ambientado en un moñas mundo de dulces antropomorfos en el que conoce a la pequeña piloto Vanellope Von Switz su destino dará un importante vuelco. Acción, planos vertiginosos y escenas con pretensión de espectacularidad no faltan en este filme, pero con tanta parafernalia vista en otros filmes de dibujos animados de los últimos años deja una sensación de deja vu constante de la que no es ajena su omnipresente tono Toy Story especialmente en lo tocante a los personajes inanimados que cobran vida en un mundo-sociedad que pretende ser como el de los humanos. La principal carta de presentación- y su atractivo central a priori- es la combinación de diferentes tipos de diseños de personajes y escenarios  en cuanto a calidad, grado de realismo, estética y tipo de animación para plasmar las diferencias entre los videojuegos de diferentes épocas, pero al final no resulta ni sorprendente ni convincente pese al esfuerzo evidente de diseño de producción y el afán entusiasta con el que se trata de tributar al ya veterano mundo del videojuego. Con homenajes no solo circunscritos a este mundillo (Los Autos Locos de Hanna Barbera, la saga Alien) y una iconografía y argot tal vez un tanto incomprensible para niños y niñas no familiarizados con el entretenimiento del joystick, la película sin ser nada del otro jueves resulta altamente entretenida y puede que haga la delicia de los pequeños en estas fechas festivas.  

martes, enero 01, 2013

El primer post del año

RAYOS C EN LA OSCURIDAD OS DESEA UN FELIZ 2013

FUCK THE CRISIS!!!