jueves, julio 18, 2013

SE PUEDE DECIR MÁS GRANDE, MÁS VECES, PERO NO MÁS CLARO. RAYOSC GRITA...

RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!
RAJOY DIMISIÓN!!!

Vete ya de una vez, y a devolver todo lo robado!!!

martes, julio 16, 2013

El Aparatito Lumiere HIJOS DE LA MEDIANOCHE (MIDNIGHT´S CHILDREN)



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Es un hecho que el cine a lo largo de su dilatada historia se ha aproximado de una manera un tanto tópica y turística a la India y su legado histórico (el cine de fuera de la India, claro) y que rara vez este país haya tenido un retrato fidedigno y no idealizado en la gran pantalla ni incluso en la propia industria cinematográfica india, la más potente del mundo. No obstante, de vez en cuando surgen esforzados intentos con logros desiguales que ofrecen interesantes aproximaciones a los ricos matices de la compleja sociedad hindú así como a su enrevesada historia, tal es el caso de la obra de la directora Deepa Mehta, una cineasta india afincada en Canadá que firma un nuevo filme que como de costumbre en ella no ha resultado decepcionante aunque sí algo irregular.



Esta coproducción británico-canadiense con la mayor parte del reparto hindú tiene como principal atractivo apriorístico el estar basada en una de las mejores novelas del popular literato Salman Rushdie, quien además ha colaborado con la propia Mehta en el guión adaptado y ejerce de narrador en off de la película, algo que se pierde en la versión doblada en donde Salvador Vidal (Mel Gibson, Liam Neeson, Michael Douglas) pone su voz al escritor anglo-indio. Y el resultado aunque sin alardes es satisfactorio, con una cuidada producción excelentemente ambientada en diferentes momentos históricos entre 1917 y 1977 y una luminosa y cromada fotografía que refuerza varios efectos dramáticos a lo largo del filme. Midnight´s Children es un fresco histórico de la historia de la India desde su condición de colonia privilegiada del imperio británico a principios del siglo XX hasta su decadencia económica, política y territorial como consecuencia de continuas guerras a finales de dicho siglo, pasando por el momento crucial de su independencia en 1947. Con un tanto engolados e insuficientemente explotados elementos de realismo mágico como impulso de la historia, el guión se centra en la vida y circunstancias de su protagonista y narrador en al ficción, Saleem (Satya Bhabha) un joven nacido el mismo día de la independencia de la India hijo de una pareja humilde que es cambiado al nacer por una enfermera de ideas revolucionarios por el bebé hijo de un rico matrimonio, con el fin de subvertir el destino de ricos y pobres en el nuevo país independiente. Aunque Saleem se sentirá pese a todo estrechamente unido la que el cree su auténtica familia (y cuya historia es la que él cuenta) no tardará en darse cuenta que en su país el concepto de riqueza y pobreza es algo inestable y en experimentar en su propia carne ascensos y descensos personales, espirituales y sociales íntimamente ligados a la trayectoria histórica de la India. Su Némesis, el niño por el que fue cambiado, Shiva (Siddarth) también experimentará continuos cambios personales servidos por la evolución de la propia India, porque Saleem y Shiva son además “hijos de la medianoche”, personas nacidas al filo de la medianoche con poderes y facultades extraordinarias que no dudan en utilizar para cualquier fin, noble o impuro.   



Aunque el tono fantástico-realista de la película está muy bien conseguido, se ve que el filme busca un tono de epopeya y de saga histórica que no termina de cuajar y por ello el drama es lo que prevalece más en la película (aunque eso sí con una emotividad bastante fallida), trufado de cierto componente de comedia: en ese sentido puede que decepcione algo a espectadores que busquen un retrato convincente de la historia de la India en el siglo XX, así como a los que esperen un fresco social realista y certero (que aparece aunque de una manera muy básica). El tono que preside el filme es de del cuento simbólico y el de la magia y en esa tesitura hay que quedarse para no exigirle más de lo que ofrece.  Así es como mejor se peude degustar una película amable y muy bien contada.