lunes, marzo 05, 2018

ERREMENTARI: EL HERREO Y EL DIABLO



 
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Un nuevo nombre que hay que apuntar: Paul Urkijo Alijo. Este joven realizador alavés nacido en Vitoria-Gasteiz en 1984 muestra muy buenas dotes para el género fantástico y un estilo visual que sin ser- por ahora- demasiado original dentro de las diferentes audacias del género que se nos vienen presentando en los últimos años (diseño de producción casi de ilustración fantástica, fotografía de paletas rebuscadas, postproducción digital para casi todo, efectos visuales de inteligente efectismo) parece digno de cineastas más curtidos. Tomando como referencia la mitología y la tradición oral vasca, concretamente una leyenda recogida por José Miguel Barandiaran, Erementari, rodada en euskera al igual que la triunfadora de los Goya Handia y con vocación de hacer una película que cale en el mercado internacional, Errementari sin ser nada del otro jueves es una película que cumple y con crecer su función de ofrecer entretenimiento y emociones más inteligentes que efectistas (algo que se agradece últimamente en el cine de género) con una historia fantaterrorífica de regusto de horror gótico con la consabida ambientación decimonónica, esta vez en el paisaje rural vasco inmediatamente posterior a la I Guerra Carlista. La historia del inquietante herrero Patxi, un hombre reclusivo del que se decía que había vendido su alma al diablo y cuya enorme  maldad salía a relucir cuando algún vecino de su aldea osaba entrar en sus territorios, no es que sea un relato complejo precisamente pero en su estructura narrativa de cuento oral terrorífico reside su curioso encanto. Con influencias cinematográficas y literarias  de Edgar Allan Poe, Wes Craven, Lovecraft, Terry Gillian y  Roger Corman la película sabe usar, aunque rutinariamente, recursos y temáticas más propios del cine fantástico más comercial sin que la credibilidad del filme disminuya, aunque, eso si, al final eso afecta a una irregularidad que se acrecenta en la segunda mitad del metraje.       

Una cuidada ambientación de época con abundante elemento etnológico (indumentarias y viviendas de los vascos de caserío de entonces), efectos especiales y de maquillaje vistosos y una fotografía estilizada y sugerente son bazas principales para una película que muchas veces termina por perder el tono especialmente cuando trata de agarrarse a referentes y lugares comunes del fantástico. Aunque al principio la historia parece un relato sobre la lucha entre la superstición y razón no tardamos en darnos cuenta que lo que se nos narra es una poco convincente crónica sobre los límites del bien y del mal con la sombra omnipresente del temor al infierno y sus demonios como elemento central. Kandido Uranga, que encarna al inquietante y ambiguo herrero es con mucho el mejor intérprete del filme, en donde el actor vasco del momento, Eneko Sagardoy encarna con un aparatoso (y perfectamente elaborado) maquillaje, histrionismo y algo de exceso a un patético y torpe diablo que ha sido aprisionado por el herrero tras fracasar en el propósito de llevarse su alma. Ramón Aguirre, Josean Bengoetxea y la niña Uma Bacaglia, que encarna a Usue un personaje infantil fundamental en el filme, son algunos de los intérpretes de la cinta en donde hay algún Cameo sorpresa. Película que anuncia un director interesante, aunque esta claro que eso no es garantía de nada