miércoles, marzo 29, 2017

EL BAR






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En esta ocasión Alex de la Iglesia ha dado un pequeño traspiés en su intento de volver a hacer un drama-comedia con tintes alegóricos y críticos y trampantojos de cine de acción tal y como lo hizo- y con tino- con filmes como La Comunidad o Crimen Ferpecto. Y es que este nueva obra del director bilbaino da una constante sensación de deja vu de otras películas suyas además de ocuparse una vez más de temas ya tocados por de la Iglesia como son la mezquindad humana, la envidia, la hipocresía y la manipulación a la que la población civil es sometida por parte de las altas instancias. Con una puesta en escena a ratos teatral-  no en vano la película se desarrolla en su mayor parte en el interior de un bar madrileño- pese a que el filme se esfuerza en estar centrado en su competente reparto con ocho actores principales y por ello se nos presenta como una comedia de actores, en escasos momentos se consigue una historia interesante y coherente y tampoco se puede decir que el reparto esté al cien por cien en esta cinta. Al final nos encontramos con una película morosa, poco original como comedia salvaje-surrealista marca de la casa de la Iglesia y en resumidas cuentas casi aburrida a causa de un guión que no cuenta gran cosa y que solo cumple con el expediente a al hora de hacer una crítica a uno los males más endémicos de la sociedad actual: el egoísmo y el individualismo, aquí con un curioso retrato del alarmismo paranoico de los últimos tiempos. 

Es una pena ver como el director y guionista se encuentra un tanto perdido en una premisa interesante que en un momento de mayor gracia podría haber sido la maeria prima de una gran película, tal y como ocurrió en La Comunidad, en donde Alex de la Iglesia de mostró su maestría a la hora de hibridar el costumbrismo ibérico con ciertas metarreferencias cinematográficas en cuanto a géneros se refiere. Una joven pija (Blanca Suárez), una ama de casa ludópata (Carmen Machi), un ex policía cínico (Joaquín Climent), un sin techo trastornado y dado a los alegatos mesiánicos (Jaime Ordoñez), un empresario cabroncete (Alejandro Awada), un hipster listillo que parece ir a su bola (Mario Casas,)  la vieja y deslenguada dueña del bar (Terele Pávez) y un camarero que no es tan trozo de pan como parece (Secun de la Rosa) terminan mostrando lo peor de ellos mismos encerrados en un pequeño bar a causa de la acción de un misterioso francotirador que dispara a todo el que se encuentra en la zona mientras que en Madrid parece haberse declarado una especie de toque de queda. Con el thriller como elemento catalizador y una vez más el cine de acción tratando de impulsar desigualmente la trama, El Bar es un intento fallido de volver hacer un grandguiñol con los elementos característicos del cine del realizador pero todo con un resultado más low cost. Preocupantes signos de reiteración en un director que aún tiene capacidad para dar algo más.

domingo, marzo 26, 2017

LOGAN



 
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Por mucho que traten de “innovar” las adaptaciones de cómics de superhéroes Marvel siempre ofrecen un poco más de lo mismo. Ni más ni menos. Ni tan siquiera el recurso a nuevos enfoques argumentales y estilísticos que tratan de dar el pego de que las producciones de Marvel Entertainment son muy variadas unas de otras en todos los aspectos resulta efectivo. En esta ocasión se recurre por enésima vez al personaje de Lobezno (Wolverine) que Hugh Jackman vuelve a encarnar (yo ya he perdido la cuenta) en una historia que nos devuelve al mundo de los mutantes X Men (si, si, otra vez) en esta ocasión en el futuro, en el año 2029 con un Lobezno-Logan de cerca de 60 años que vive retirado de sus andanzas justicieras una vez los mutantes han sido prácticamente erradicados de la tierra. Inspirada vagamente en el concepto de la novela gráfica El Viejo Logan la película trata de ser un pastiche de western crepuscular futurista, la serie Mad Max, algunas ocurrencias tarantinianas  y el cine de gente como los hermanos Coen más naturalistas, con algún elemento malamente diatópico visto mil veces en la ficción científica y ramalazos de spaghetti western. No obstante, pese a la abundancia de clichés, el romo trabajo de los actores y  actrices y un guión más bien rutinario la película cumple con el expediente a la hora de presentar una historia entretenida y repleta de acción, algo que es más o menos lo que espera el público de este tipo de filmes. La inclusión de escenas más bien gore y una violencia bastante desatada supone una curiosa novedad- tal vez la más destacable- dentro del cine de superhéroes aunque a la postre el filme no diga nada bueno. 

James Mangod, en otro tiempo un prometedor director independiente -y que ya ha trabajado con Marvel y Jackman en The Wolverine (2013)-  se esfuerza por dar un tono adulto a una historia en donde un maduro y acabado héroe debe volver inesperadamente a la acción cuando recibe el encargo de proteger a una misteriosa niña de 11 años nacida y criada junto con otros niños y niñas en un hospital en donde se llevó a cabo un proyecto secreto del Gobierno USA para clonar a los X Men, siendo la pequeña Laura (Dafne Keen) un clon femenino de Lobezno. Un nonagenario y senil  Charles Xavier (Patrick Stewart) ayudará al héroe en su cometido en una historia que además de beber de tópicos del westrern (historia enmarcada en la frontera tejana,-mexicana, momentos de road movie, luchas y duelos a tutiplé) trata de arrimarse muy torpemente al universo de Sergio Leone (a veces mediatizado por Tarantino) e incluso homenajea abiertamente a Raíces Profundas. Pero al final, poquita chicha.