martes, agosto 18, 2009

El aparatito de Lumiere - UP


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Con cada nueva película Pixar se va superando. Si con Wall-E parecía haber llegado al cénit en cuanto a calidad se refiere, con Up vuelve a marcar un nuevo hito. No sabría decir en este momento cual de estos dos filmes es mejor, pero las maravillas que hace un año nos mostró Wall-E, tanto en ele aspecto técnico como en el argumental, vuelven a aparecer en este nuevo filme de la productora de John Lasseter, que ha conseguido ser la referencia total y unívoca en la Disney (¿quién quiere ahora dibujos animados tradicionales?) y por ende de todo el cine de animación del momento. Up es una obra maestra en su género, un producto dirigido a la chiquillería, y consumible también y muy gustosamente por los adultos. El argumento, sencillísimo, encierra un mensaje de defensa del idealismo, un canto a la lucha por al consecución de los sueños. Con un personaje central en la tercera edad, el jubilado de 78 años Carl Friedrikssen, la película no puede resultar más poética, narrándonos el último deseo de un hombre en el ocaso de su vida, recientemente viudo y ya sin ningún apego a su vida diaria. Carl se propone cumplir el deseo que él y su fallecida esposa acariciaron durante todo su matrimonio: vivir una trepidante aventura viajando algún ingenio volador hasta las cataratas Paraíso en Sudamérica, al igual que hizo el ídolo e inspirador vital de ambos, el intrépido explorador incomprendido Charles Muntz. Carl emprenderá dicho viaje volando en su propia casa unifamiliar suspendida por millones de globos llenos de helio, como los que él mismo vendía en su juventud. Carl no emprende el viaje solo, ya que accidentalmente se cuela un pequeño boy scout, Russell, un crío gordito, torpe y con evidente incontinencia verbal que terminará involucrándose en la aventura.


La necesidad de relaciones entre personas de diferentes generaciones, la fragilidad de los sueños, la un tanto impulsiva necesidad humana de crear héroes y la inexistencia real de estos, la fuerza de la voluntad y del amor, o la lucha sin cuartal por todo aquello en lo que se cree o merece la pena luchar, son los temas de una película que describe todo un proceso vital, el de su protagonista, atravesado por el amor a su esposa y el deseo de ver cumplido un gran sueño. En ese sentido, los primeros minutos de la película que nos muestran la historia de Carl y su mujer Ellie, son un auténtico primor, situándonos perfectamente ante todos los motivos que impulsan al bueno de Carl a actuar de una determinada manera durante la película.


Desde el punto de vista técnico, la peli es prácticamente perfecta, con una gran riqueza en la composición infográfica de personajes y sus detalles y unos escenarios realistas a más no poder. Combinando aventura, fantasía, comedia y un poco de melodrama casi realista, no hay momento de aburrimiento en esta encantadora y espectacular historia, con un humor ambiguo (doble interpretación para niños y mayores) y algún homenaje cinéfilo. Los personajes derrochan carisma y credibilidad pese a su naturaleza caricaturesca, como debe corresponder a todo film de animación que se precie (atención al cómico ejercito de perros parlantes). En la versión original, la voz de Carl Friedrikssen fue doblada por el veterano Ed Asner, el mítico Lou Grant televisivo, mientras que en la versión española corresponde a Luis Varela (Antúnez en Camera Café). El doblaje al castellano contiene algunas sorpresas, como Matías Prats hijo imitando la voz de su padre en un noticiero de los años 40 al principio del filme o Miguel de la Quadra Salcedo como la voz de Charles Muntz de joven.


Una auténtica delicia de filme, encantador y sugerente a más no poder, que debe convertirse por derecho propio en todo un clásico de la historia de la animación. Prohibido perdérselo.

domingo, agosto 16, 2009

El aparatito de Lumiere - ENEMIGOS PÚBLICOS (PUBLIC ENEMIES)


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Está bien que en verano se estrenen también películas buenas, en medio de tanto saldo cinematográfico evasivo estival. No obstante, calificar a Public Enemies como un filme bueno a secas es quedarse corto, ya que esta recreación de las andanzas y golpes del legendario atracador de bancos de los años 30 John Dillinger, interpretado de manera más que convincente por Johnny Depp, es un exquisito plato con multitud de ingredientes de buen cine que tal vez peque de excesivamente retórica y a veces un poco lenta. Michael Mann, excelente realizador forjado en la televisión (fue el creador de la mítica serie Miami Vice) y responsable de películas como Heat o El Dilema, muestra ser un director fuera de serie, más allá de su identificación con el cine de acción, capaz de combinar el drama con el cine negro o el biopic con la intriga policial, de una forma tan peculiar que uno no sabe a ciencia cierta a que género pertenece esta cinta. Porque acción lo que se dice acción hay la justa, a favor de un homenaje al género negro en su vertiente más clásica (años 30, 40) y no olvidando que lo se cuenta es una historia real, tan fascinante como cualquier título mítico de dicho género en la historia del cine.


Sustentada en una ambientación de los años 30 impecable, la película parece tener un doble protagonismo, el del propio Dillinger y el de su antagonista, el avispado y ambicioso agente del FBI Melvin Purvis (Christian Bale). En definitiva, dos personajes que siguen cada uno su código de conducta y su propio modo de vida, sintiendo Purvis el deber irrenunciable de detener a Dillinger, el bandido no gangster más famoso en los EEUU en aquel momento. La película, oscura y sinuosa hasta un peculiar encanto, se sigue con enorme interés y es fácil identificarse con sus protagonistas, tanto principales como secundarios, debido excelente trabajo que efectúan sus intérpretes, en donde se encuentra también la francesa Marion Cotillard, quien compone un personaje bastante complejo, el de Billie Frenchette, la novia de Dillinger, una mujer entregada a su amor a pesar de la oscura personalidad de John. En resumidas cuentas, una más que recomendable opción cinematográfica veraniega.