viernes, agosto 24, 2018

SIEMPRE JUNTOS (BENZINHO)



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No necesita mucho esta película para cumplir su objetivo, que es el de ofrecer un melodrama social-costumbrista en donde la conciencia de estar en una situación social y económica desfavorable con respecto a otros contextos y condicionada estructuralmente por la circunstancia socieconómica de un país, es lo que mueve los sentimientos y actuaciones de su protagonista, una mujer brasileña treintañera cuya existencia como miembro de una familia de escasos recursos (como la mayor parte en el país carioca) comienza a cuestionarse a causa de un acontecimiento inesperado y fortuito. El miedo al cambio, acentuado además por un sinfín de condicionantes desfavorables, es lo que comienza a perturbar a Irene (Karine Teles) cuando su hijo adolescente Fernando (Konstantinos Sarris) es contratado por un club alemán de balonmano como una gran promesa en este deporte. Con un marido bastante mayor que ella, cuatro hijos (los mayores tenidos en la adolescencia) y varios problemas económicos y familiares, tanto de ella como de seres queridos, Irene afronta la inminente marcha de su hijo priemero esperanzada por la gratificación económica que esto supondrá a su familia y después desencantada ante la evidencia de que en realidad las cosas no cambiarán mucho

La película es una parábola de la situación de muchos países latinoamericanos donde supuestos cambios a mejor económicos y sociales al final se quedan en nada por los problemas estrcuturales de muchos de estos países (corrupción, abuso de las clases más poderosas, aprovechamiento por parte de las compañías multinacionales y de muchos países). Karine Teles está espléndida como una mujer que representa el desencanto de una generación en Latinoamérica (sobre todo del sexo femenino) cuya situación muy difícilmente pueda mejorar. Momentos dramáticos intensos descritos de manera realista y costumbrista sin concesiones a la galería y con lo justo que refuerzan la credibilidad de un film pequeño pero con personalidad. Muy buena muestra del cine brasileño que seguramente nos dará otras pequeñas y grandes sorpresas.

lunes, agosto 20, 2018

SOLO






** y 1/2

Un esfuerzo técnico muy bien llevado, que añadido al propósito de mostrar una tremenda historia real de superación con difícil plasmación cinematográfica- algo de lo que sale airoso este filme- fuerza las pretensiones del cine español, aunque por desgracia los propósitos al final se quedan algo lejos del resultado final. Y es que la odisea del surfista canario Álvaro Vizcaíno, que sufrió un accidente en Fuerteventura que le mantuvo dos noches en un inaccesible acantilado de la isla con varias fracturas y heridas y nada de alimento y logró sobrevivir pese a las penurias era un material de primer orden para una interesante película, pero las limitaciones espacio-temporales de la historia y su difícil sustrato dramático al final no han ayudado a hacer un gran trabajo pese a todo el esfuerzo invertido.

El veterano Hugo Stuven, un viejo zorro de la televisión con una carrera fundamentalmente en TVE que arranca a finales de los 60 en varios programas de todo tipo y que sólo había dirigido un largometraje hasta la fech,a Anomalous (2012), consigue momentos sobrecogedores gracias a una espectacular puesta en escena y un hilo narrativo coherente, todo ello ayudado por un montaje dinámico aunque a veces demasiado “estilo DJ” y una fotografía pulcra que capta magistralmente mar y playa sn obviar momentos submarinos. El pero se encuentra en una cadencia demasiado televisiva y en una insuficiente y algo confusa conjugación entre lo real y lo que le pasa por la cabeza al atribulado protagonista con momentos oníricos mediocremente insertados y con empacho de pretensiones: una pena, por que los momentos más veristas, filmados al estilo casi documental logran atraer al espectador desbaratando todo por unos añadidos de dudosa conveniencia. Con todo, el drama psicológico-filosófico del protagonista ente una situación límite se esfuerza por aparecer poderoso- y lo consigue- con momentos de cierta poesía aunque tal vez algo rutinaria. Alain Hernández está más que correcto como Álvaro Vizcaíno y sabe sustentar todo el filme con una interpretación de chapó convenientemente preparada. Aura Garrido le secunda como su pareja, Ona, en un papel demasiado simbólico. Una lástima que tal esfuerzo técnico y humano al final le haya faltado tan poco para ser una estupenda película.