miércoles, septiembre 03, 2008

El aparatito de Lumiere - LOS GIRASOLES CIEGOS


* y 1/2


El cine español no como está para tirar cohetes. Y si ya directores consagrados, con buenas películas en su haber y que hasta hace poco eran una total garantía, como José Luís Cuerda andan últimamente no muy atinados, pues apaga y vamonos. El responsable de La lengua de las mariposas y de comedias tan curiosas y emblemáticas del cine español como Amanece que no es poco esta vez, al igual que con La educación de las Hadas (2006), ofrece un drama muy poco convincente, esta vez lastrado por una acción que se desarrolla en poquísimos espacios y en donde la previsibilidad es bastante notable. Basada en una novela de Alberto Méndez formada por cuatro historias relacionadas ambientadas en la postguerra española de 1940, el filme toma dos de ellas (algo que desde el punto de vista argumental ha dado un resultado medianamente satisfactorio en esta película) y se propone mostrar de amanera muy directa e intimista la situación de vencedores y vencidos tras la Guerra Civil, sin cortapisas y mostrando toda la crudeza de la humillación y el miedo de los republicanos derrotados y obligados a la huída, y la acomodada situación de los vencedores, no exenta en algunos casos de dudas y de temor.

Ambientada en una capital de provincias como Ourense, la película muestra el antagonismo de la familia de un militante comunista escondido en su propia casa (Javier Cámara), con el resto de la sociedad, reconvertida en un mundo en donde el patriotismo la religión católica ocupan el lugar preminente, algo muy difícil de aceptar para una familia atea. Elena (Maribel Verdú), la mujer de Ricardo, ve con angustia como su hija y su yerno huyen hacia la frontera con Portugal, y como su hijo pequeño, Lorenzo (Roger Princep, el niño de El Orfanato) se adapta a duras penas a la educación nacionalcatólica, representada por el profesor del chaval, el joven seminarista Salvador (Raúl Arévalo), un veterano del bando nacional con dudas sobre su futuro como sacerdote y que cae lujuriosamnte rendido ante Elena, la madre de su alumno.

La película es demasiado hermética, juega con todos los tópicos conocidos sobre la postguerra española y presenta unos personajes demasiado arquetípicos. Se salva el de Elena, muy bien interpretada por Verdú, una mujer aterrada por todo lo que vive y que teme que la irrupción del Hermano Salvador sea fatal para ella y su familia. El resto del reparto se esfuerza, pero muchas veces la credibilidad brilla por su ausencia. En esta película, el resultado no acompaña a las intenciones. Una pena.