lunes, marzo 16, 2009

El aparatito de Lumiere (Programa doble) - CHE: GUERRILLA / GRAN TORINO

CHE: GUERRILLA


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Tras Che: El Argentino, Steven Soderbergh como director y Benicio Del Toro como productor y actor protagonista completan su díptico sobre el célebre revolucionario argentino-cubano, narrando en esta ocasión su frustrada experiencia revolucionaria en Boliva en 1967, la cual le costó la vida. El resultado ha sido incluso más satisfactorio que la primera película aunque su factura y sus pretensiones sean prácticamente idénticas: estética documental, realismo a tope y un sabio manejo de la narración para hacerla lo más creíble posible. Soderbergh puede ser un director con una filmografía irregular, pero que duda cabe que cuando se pone y le echa ganas, le salen excelencias como esta. De echar de menos algo de la primera entrega, vista solo hace unos meses, se añora la variedad estilística de aquella, que mezclaba el color y el blanco y negro para mostrar escenarios diferentes y el collage temporal de historias; aquí en cambio la acción se desarrolla linealmente y casi todo en Bolivia, con algo de Cuba al principio. No importa en absoluto, el acotamiento de este filme (en cuanto a personajes, principalmente, más que escénico) sirve para meterse en la historia más si cabe que en El Argentino, lo cual es de agradecer ya que de este modo se puede disfrutar de un biopic de este personaje como se merece la empresa.


La verdad es que nada se puede reprochar- en esta segunda parte y en la primera - a Benicio Del Toro como El Ché Guevara, ya que se ha currado su personaje magistralmente, pero a uno le queda la sensación de que Ernesto Guevara sigue sin tener una película definitiva. El trabajo de Soderbergh es el que más se aproxima a la idea, pero a medida que el filme avanza, uno puede darse cuenta que el personaje es mucho más complejo de lo que parece y que en el retrato psicológico, estas pelis se quedan sin decirlo todo. Eso no es impedimento para disfrutar de una película que huyendo de los convencionalismos del cine bélico y de combates trata de plasmar, en la medida de sus posibilidades, la realidad de un país como era Bolivia en los 60 , tanto en su aspecto político como social, con antológicas escenas en medio de la recreada pobreza del campo del altiplano.


Como en El Argentino el reparto vuelve a ser internacional (hispanohablante en su mayoría) y muy nutrido. A parte de Del Toro repiten Damián Bichir (Fidel Castro), Catalina Sandino Moreno (Aleida, la mujer del Ché) y Jorge Perugorría, entre otros, ys e incorporan como rostros mas conocidos Jordi Mollá, Joaquim de Almeida, Gastón Pauls (Nueve Reinas), la alemana Franka Potente (la saga Bourne), que habla un estupendo castellano con acento sudamericano, Carlos Bardem, Lou Diamond Philips (La Bamba, Arma Joven) Oscar Jaenada y Rubén Ochandiano (estos dos últimos figuraban en los créditos de la primera película por error). ¡Ah!, y cameo especial de todo un Matt Damon haciendo de cura alemán y hablando en castellano (y la leche).

Son especialmente emocionantes las escenas de la ejecución y agonía del Ché, una lección magistral de cómo deben rodarse este tipo de escenas sin caer en el tremendismo y controlando las debidas dosis de emotividad. Un buen trabajo el de estos dos filmes que puede que no hagan al cien por cien justicia con la figura histórica, pero que sin duda servirán de referentes en un futuro para aproximarse a ella con fidelidad.




EL GRAN TORINO (GRAN TORINO)


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Desde hace tiempo he venido comentando el estado de gracia como director en el que se encuentra un viejo Clint Eastwood, quien en esta década de 2000 ha firmado todas sus obras maestras: Mystic River (2003), Million Dollar Baby (2004), Banderas de nuestros padres (2006), Cartas desde Iwo Jima (2006). Ahora habrá que añadir Big Torino, estrenada muy poco después de su filme anterior, la estimable pero no redonda El intercambio. El ritmo de películas rodadas por Eastwood en los últimos años podría llevar a pensar en irregularidad en su reciente filmografía, pero no es así; Clint pueda que no sorprenda en el sentido estricto pero si que deja con la boca abierta al espectador con sus ultimas películas, en donde nadie a ciencia cierta sabe que va ver exactamente (en los primeros compases de sus películas tampoco se dan demasiadas pistas) y en donde cualquier cosa puede suceder. Así, siguiendo la línea de Million Dollar Baby, vuelve a ofrecernos de nuevo un tremebundo pero nada tremendista (ni pretencioso) dramón humano con él de nuevo como protagonista. Su papel, el de Walt Kowalsky, vuelve a ser una especie de alter ego del propio director-actor, encarnado esta vez en un setentón recientemente viudo, veterano de la guerra de Corea, insociable, amargado e irascible, además de racista e intolerante a más no poder. Resulta enorme la simbiosis entre el actor y su personaje, al igual que ocurría en Million Dollar Baby, y en ese sentido, se puede apreciar una interpretación afectada y desgarrada que sin duda es lo que enaltece en gran medida las enormes virtudes de un filme excelente y apasionante.


Gran Torino, es un drama de actor, lo cual obligatoriamente tiene que conseguir que el público se identifique con el protagonista de la cinta, algo que se consigue con creces. No obstante, este filme no pude evitar que uno se haga ciertas preguntas: ¿Por qué repite de nuevo Clint Eastwood las mismas temáticas que ya aparecían en Mystic River y Million Dollar Baby?, ¿esta haciendo una especia de trilogía sobre la conciencia humana?; ¿Por qué incide tanto en los últimos años en la metáfora religiosa? Gran Torino vuelve a trata de nuevo sobre al redención y sobre el sentimiento de culpa y la purga de los pecados, a través de un personaje viejo y atormentado, tal y como sucedía en Million Dollar. En aquella película y en esta los protagonistas son católicos que tratan de encontrar en la religión respuesta a interrogantes su vida vivida jamás les ha respondido. Es significativa la preocupación del anciano Clint por la vida y la muerte y como ha conseguido canalizar estas preocupaciones a través de películas tan magistrales como esta que nos ocupa, el complemento perfecto a Million Dollar, aunque no sea tan magistral como aquella. La contraposición entre el modo de vida de Walt, un jubilado que ya no espera demasiado de al vida y que vive atormentado por un error de su pasado, y sus vecinos, unos refugiados orientales de la etnia Hmong, a los que Walt desprecia (como también lo hace con negros e hispanos), pronto se revelará como una relación tan necesaria como que el viejo veterano de guerra necesitaba alguien con quien canalizar sus preocupaciones, miedos y remordimientos, desembocando en una entrañable amistad entre el anciano y los hermanos Sue (Ahney Ner), una encantadora y despierta joven universitaria que despertará en Walt sentimientos olvidados y Thao (Bee Vang), un reservado adolescente que tras las reticencias iniciales por parte de ambos, entablará con Walt Kowalsky una relación casi paterno-filial. La película tiene pues también un claro mensaje pro tolerancia y también cierta reminiscencia a reproche a la conciencia nacional americana por atrocidades e injusticias cometidas en el pasado, personificada en el propio Kowalsky. Así, entre el drama y cierto poso de comedia y retrato costumbrista de la América multicultural, discurre una película llena de momentos sublimes, nudos en la garganta y todo un despliegue de buen hacer, delante y detrás de la pantalla, por parte del gran Clint Eastwood, toda una leyenda viva.

domingo, marzo 15, 2009

GO GOONIES!


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Película de culto y uno de los títulos más significativos del cine juvenil de los 80, Los Goonies (1985), de Richard Donner, no es ninguna obra maestra ni tan siquiera dentro de su género, el cine de aventuras, pero que duda cabe que ha marcado a una generación entera de cinéfagos, aquella que vino al mundo entre 1970 y 1977 y que creció disfrutando de cintas producidas por Steven Spielberg como aquella. Siete chavales en busca de un fabuloso tesoro viviendo aventuras dignas del mismísimo Indiana Jones en una historia entrañable y divertida que recordaba a no pocos libros juveniles con niños y adolescentes heroicos. Con unos protagonistas que se comportaban y hablaban como críos esas edades de la época, todos queríamos ser un Goonie. Este es un homenaje a la película y a la camada generacional que creó, la generación Goonie. Go Goonies!
Aventuras con acné


-->The Goonies (1985), dirigida por Richard Donner, fue una de las muchas películas solo producidas (y no dirigidas) por Steven Spielberg que hicieron taquillazo en los 80, especialmente a mediados de esa década y a rebufo del éxito de E.T (1982), el film más taquillero de todos los tiempos durante varios años, y Indiana Jones y el templo maldito (1984), las dos últimas películas dirigidas por Spielberg antes de los Goonies. Gremlins (1984) de Joe Dante, Regreso al futuro (1985) de Robert Zemeckis y El secreto de la pirámide (1985) de Barry Levinson son de otras producciones del rey midas de Hollywood en aquella época, todas ellas dirigidas principalmente al público infantil y adolescente.

Martha Plimpton (Stef), Jeff Cohen (Gordi), Ke Huy Quan (Data), Sean Astin (Mikey), Corey Feldman (Bocazas), Josh Brolin (Brand) y Kerri Green (Andy)

Los Goonies se estrenó en USA el 7 de junio de 1985 y en España llegó el 24 de julio de aquel año, siendo el cuarto país en estrenarla y el primero de Europa. La razón de aquel por entonces tempranero estreno de una producción norteamericana en España era que en nuestro país cualquier cosa con el sello de Steven Spielberg provocaba la histeria entre el público, especialmente en la chavalería, tal y como ocurrió con la segunda entrega de Indiana Jones y con Gremlins, otro filme producido por Steve que hizo estragos. Lo cierto es que hasta navidades de 1985 no se estrenó en el resto de Europa y en otros países. Consiguió en todo el mundo una buena recaudación, situándose entre las diez películas más taquilleras en EEUU en el año 1985. Fue una de las películas más queridas por la chavalería en la segunda mitad de los 80, y hoy, casi 25 años mas tarde, continúa siendo un filme de culto para una generación que hoy son treintañeros. Pero, ¿en donde reside el encanto de este filme?, ¿qué es lo que le ha convertido en una película tan mítica, no siendo una gran trabajo cinematográfico (aunque eso si, una buena película)? Pues que The Goonies era una inteligente mezcla de diversos elementos a cada cual más atractivo para el público entre 8 y 14 años, empezando porque era la historia de una pandilla de críos de diferentes edades (niños, preadolescentes y adolescentes) que se comportaban con una gran naturalidad y tenían problemas, preocupaciones y gustos propios de los chavales de su edad: gusto por descubrir cosas nuevas, atracción por la acción y la aventura, complejos por llevar aparatos en los dientes, intereses amorosos, amor por las bromas y el cachondeo, tendencia a decir mentirijillas e inventarse historias, miedo a lo desconocido, y sobre todo un gran afán de amistad y camaradería, como el que demostraban los jóvenes protagonistas de la historia los cuales unían sus fuerzas y se ayudaban mutuamente para sortear los peligros y encontrar un tesoro escondido que salvase a la familia de los dos líderes de la pandilla, los hermanos Walsh. Y si a eso sumamos aventuras en escenarios imposibles y de alto riesgo (trampas, cuevas, pasadizos subterráneos) en un claro homenaje al cine clásico de aventuras, una historia de persecuciones y acción, divertidos momentos de comedia y con chistes realmente ingeniosos (algo que se echa de menos en las actuales comedias para adolescentes), unos malos de tebeo y sorpresas y sustos varios de esos que hacen subir la adrenalina teenager, tenemos un producto redondo para los críos de aquella época. Un imaginativo e ingenioso guión de un joven Chris Colombus, por aquel entonces uno de los mejores guionistas de la Amblin de Steven Spielberg, la dirección con oficio de un ya veterano Richard Donner (La Profecía, Superman, Lady Halcón) y los millones aportados por Spielberg para hacer toda una superproducción, consiguieron un supercormecial producto destinado a un público que por entonces era tratado con sumo cuidado y como alguien inteligente y con criterio.

Los Goonies presentaba además a una generación de jovencísimos actores y actrices algunos de los cuales continúan en activo. Los Goonies fueron Josh Brolin (Brandon Walsh), Sean Astin (Mikey Walsh), Kerri Green (Andy Carmichael), Corey Feldman (Clark “Bocazas” Deveraux), Martha Plimpton (Stef Steinbrenner), Jeff Cohen (Lawrence “Gordi” Cohen) y Jonathan Ke Quan (Richard “Data” Wang). De todos ellos, de cuya carrera hablaremos más adelante, Brolin, Astin y Plimpton han sido los que mayor fama como intérpretes han obtenido, especialmente el primero, aunque tanto Quan como Feldman gozaron también durante un tiempo de trayectoria interpretativa variada, sobre todo en el caso de Feldman. Estos siete jóvenes actores protagonizaron el surgimiento de una nueva generaciones de actores teen que en la segunda mitad de los 80 supusieron el primer relevo al mítico Brat Pack de la primera mitad de la década, junto con otros como River y Joaquin Phoenix, Ethan Hawke, Robert Sean Leonard, Corey Haim, algunos con más o con menos suerte. Entre los secundarios del filme ocupaban lugar predominante los villanos, la familia Fratelli, un clan de delincuentes italoamercanos. Sus intérpretes, Ann Ramsey, la pérfida matriarca Mamá Fratelli, Robert Davi como Jake, el mayor de su hijos, un criminal con aficiones operísticas y Joe Pantoliano, en el papel del irascible Francis. Había un cuarto y bondadoso hermano Fratelli, Sloth (John Matuszak), un peculiar personaje que protagoniza una historia de amistad con los muchachos.
La gran crónica Goonie

La historia de los Goonies arranca en Astoria, Oregon, en el hogar de los Walsh, donde viven los hermanos Brand, de 16 años y Mikey, de 13. Ambos, forman parte de los Goonies, un pandilla inicialmente formada por cinco chicos (las dos chicas se incorporarán durante el desarrollo de la historia): a parte de los hermanos, se encuentran Clark “Mouth” (“El Bocazas”), de 13 años, un chavalín chulito y locuaz, vacilón e irónico pero encantador, Data, un muchachito de 12 años de origen oriental con una gran habilidad para crear inventos y gadgets disparatados y Larry “Chunk” (“Gordi”), de 11 años, el más joven del grupo y el más inocente y torpe, el típico gordito cómico de la panda, un crío fantasioso y con una gran tendencia innata a meterse en líos e inventarse historias. Los cinco conforman una banda, que según se desprende en los diálogos del filme, ya vivió algunas “locas aventuras” antes de la historia que se nos cuenta, pero que últimamente no había vivido nada interesante…hasta ese momento. Mikey Walsh, el elemento catalizador de la historia, es un chaval sensible y decidido, afectado por el asma y con prótesis dental, preocupado junto con su hermano por el futuro de su hogar familiar (y los del resto de los chicos, vecinos suyos) junto al muelle de la ciudad, que corre el peligro de ser expropiado sin que nada pueda impedirlo. Brandon, trata de tranquilizar al resto de los chicos, más preocupado por mantener su forma física y por conquistar a Andy, de 16 años, la chica más mona del pueblo y bastante poco amiga, por sus remilgos, de meterse en los berenjenales aventureros Goonies. Su amiga del alma, Stef, de 14 años, más práctica y realista que Andy.


Una mañana, Mikey expresa a su hermano su preocupación por el futuro del muelle y el hecho de que tengan que irse del pueblo. A la casa de los Walsh llegan Bocazas, Data y Gordi, este último contando que ha visto la espectacular persecución de un coche de la policía a un turismo, algo que sus amigos, conociendo el carácter fantasioso del chaval, no dan crédito. En el aquel coche, como se puede ver al principio de la película, van los Fratelli, cuyo hermano mayor, Jake acaba de fugarse de la cárcel, y en compañía de su madre y su hermano Francis, han burlado a la policía. Los cinco chavales, aburridos en una gris mañana, deciden revolver en el desván de los Walsh las piezas que el Sr. Walsh (Keith Walker), conservador del museo local, tiene allí reunidas. Los chicos encuentran un viejo periódico y un antiquísimo mapa español que hacen referencia a una vieja historia-leyenda local, la del tesoro del pirata Willy El Tuerto, un bucanero que desapareció con su nave y un fabuloso tesoro en ella, el cual nadie en dos siglos logró hallar. Bocazas, gracias a sus conocimientos de español (que le sirvieron para traducir como le dio la gana las indicaciones que la sra. Walsh (Mary Ellen Trainor) dio a Rosalita (Lupe Ontiveros), la nueva asistenta mexicana) logra traducir las indicaciones del mapa para supuestamente hallar el tesoro de Willy El Tuerto, y los chicos, a excepción de Brandon, deciden ir en busca de él, emocionados con la posibilidad de encontrarse con un fastuoso botín.

Gordi y Sloth (John Matuszak)
Mikey, Bocazas, Data y Gordi (han dejado al Brand atado a una silla ante su prohibición como el mayor de la pandilla a que se metan en una alocada aventura), siguiendo el mapa llegan a un viejo restaurante. El destartalado local es el escondite de los Fratelli, quien fingiendo ser los propietarios les atienden de mala gana para luego expulsarles. Entretanto, Brand se ha librado de su “cautiverio” y en el camino de búsqueda del resto se ha encontrado con Andy y Stef, a las que convence para que le acompañen. Los tres hallan a los otros cuatro en las inmediaciones de la cabaña-restuarante y Brand fracasa en su intento de hacerles desistir de su empeño. Data descubre dentro de la cabaña una maquina falsificadora de dinero. Alarmados por el descubrimiento (y por el del cadáver de un agente del FBI escondido en un frigorífico y de la presencia de un gigantesco individuo al que los Fratelli mantiene escondido y atado con cadenas), los chicos envían a Gordi a dar aviso a la policía, pero tras marcharse este son descubiertos por la familia de malhechores. Los 6 chavales huyen y se refugian en una especie de túnel secreto que hallan cerca de la chimenea. Gordi, por su parte ha caído en manos de los Fratelli cuando esta hacía autostop para ir a la comisaría. Los delincuentes, con el crío apresado, tratan de hacerle “cantar” que es lo que ha ocurrido y tras entender de una manera bastante peculiar lo que es una confesión (les narra a los Fratelli entre cómicos sollozos todas las picias y meteduras de que he hecho en su vida), Gordi termina contándoles todo lo relacionado con el tesoro y que sus amigos han huido por el túnel secreto. Los tres Fratelli deciden ir por el acceso secreto para impedir que los adolescentes encuentren el botín dejando a Gordi con el inquietante prisionero encadenado, que no es otro que otro hermano Fratelli llamado Sloth, un corpulento ser de más de 2 metros, rostro terriblemente deformado y el comportamiento de un niño. Pese al terror inicial de Gordi ante el monstruoso individuo pronto se hacen amigos debido al carácter bondadoso e inocente Sloth (y su afición común por el chocolate) y los dos consiguen librarse y escapar de su cautiverio.

Los otros seis Goonies, mientras tanto, caminan por una serie de pasadizos secretos subterraneos y cuevas sorteando todo tipo de trampas que al parecer dispuso el propio Willy El Tuerto para que nadie encontrase su tesoro. En medio de la aventura, Brandon tras muchos flirteos consigue conquistar amorosamente a la escéptica Andy, quien ya se siente toda una Goonie. Mikey trata de liderar el grupo y de animar a sus amigos para que no desistan pese a los numerosos riesgos con los que los muchachos se topan: trampas, pasadizos, cataratas subterráneas, accesos imposibles. Gracias a los cómicos inventos de Data, consiguen salir airosos en no pocas ocasiones, aunque en otras las meteduras de pata del Bocazas les pongan en más de un aprieto. La última prueba de Willy El Tuerto es una cámara que se abra tocando en un órgano una pieza musical con las notas correctos. Gracias a los conocimientos musicales de Andy, consiguen abrir la puerta de al cámara y descubren un lago subterráneo en donde se halla Inferno, el buque del pirata Willy. En el interior de él hallan innumerables riquezas en joyas y monedas de oro y los esqueletos de Willy y sus piratas. Mikey declara ante los restos del corsario, emocionado, que él fue el primer Goonie y convence a sus amigos de dejar parte del botín allí ya que es lo que les pertenecería a Willy y sus piratas.

Mikey siguiendo las indicaciones de su doblón

Los Fratelli, quienes han ido siguiendo a los chicos, les sorprenden en el barco y están decididos a realizar con ellos toda una venganza pirata (pasarles por la quilla), pero aparecen sorpresivamente Sloth y Gordi quienes salvan al resto de la familia de malhechores, gracias sobre todo a la furia de Sloth quien pese a su debilidad mental llega a acordarse del maltrato que sufrió de niño por parte de su pérfida madre, origen de su deforme rostro. Los Fratelli, no obstante, deciden llevarse todo el tesoro, pero en el momento de hacerlo la última trampa ideada por Willy El tuerto se activa y la cueva comienza a derrumbarse.

Los siete Goonies han conseguido escapar de la cueva y se encuentran en la playa en plena primera hora de la mañana. Localizados por la policía, se reunen con sus familias quienes han estado todo un día buscándoles. Los Fratelli, con Sloth, también han logrado escapar de la cueva sin el tesoro y son detenidos. Gordi, que se ha encariñado con Sloth y son grandes amigos, decide hacerse cargo del bondadoso gigante. No obstante, los muchachos no han conseguido el tesoro con el que pensaban que su padres pagarían la fianza para que sus viviendas no sean demolidas. En el momento en que Irving Walsh, esa misma mañana en la playa, se dispone a firmar el acuerdo de demolición, Rosalita, la asistenta de los Walsh, halla joyas del tesoro de Willy El Tuerto en el interior de la bolsa de canicas de Mikey y evita a última hora que el Sr. Walsh dé su firma. Ahora las familias de los Goonies estan salvadas. Tras la buena noticia, los presentes en la playa advierten de que el Inferno ha salido a la mar desde la cueva y con parte del tesoro en su interior se pierde en alta mar ante la emocionada mirada de los Goonies.
Los Goonies ayer y hoy
The Goonies se rodó entre finales de 1984 y principios de 1985, y gran pare del rodaje tuvo lugar en la localidad de Astoria, Oregon, donde se desarrolla la historia. Este filme seguía la estela de oras exitosas producciones de Steven Spielberg de homenaje al cine clásico de aventuras, tal y como estaba concebida sin ir más lejos la serie Indiana Jones, solo que esta vez Spielberg deseaba acercarse aún más al público infantil, y nada mejor que ofrecerles una historia de aventuras con niños como protagonistas. El propio cineasta escribió el argumento y creó a los personajes, aunque quería de antemano que otro director se hiciese cargo del proyecto que el produciría. El guión definitivo lo desarrollo su fiel pupilo Chris Columbus, por entonces de 26 años de edad y que ya había escrito el guión de Gremlins, el cual llegó a manos de Spielberg por correo. Un director veterano como Richard Donner se hizo cargo del cometido de director aportando su oficio y su experiencia en producciones comerciales y familiares como lo fue Superman (1978). Spielberg, al parecer se hizo cargo de la segunda unidad y del montaje de la película, aunque no se acreditó.

No era la primera vez (ni fue la última) que había presencia destacada de niños y adolescentes en un filme dirigido o producido por Spielberg, pero nunca antes habían tenido tanto protagonismo. El casting de jóvenes talentos incluía, a excepción de Brolin y Green (curiosamente los mayores de los siete), a chavales que ya tenían alguna experiencia en cine o televisión, aunque solamente Corey Feldman y Jonathan Ke Quan (entonces acreditado como Ke Huy Quan) eran mas o menos conocidos. Feldman tenía desde los 6 añitos muchas tablas televisivas (episodios de Con ocho basta, Vacaciones en el mar) o de doblaje (Todd y Toby) y ya había intervenido en Gremlins como Pete, el amigo de Billy el propietario de Gizmo. Quan pasará a la historia del cine como Short Round (Tapón), el pequeño ayudante japonés de Indy en Indiana Jones y el tempo maldito (1984). Ambos, pues, ya tenían Spielbergaina experiencia. Donner se lo pasó en grande dirigiendo a un puñado de jovencísimos y verdaderamente talentosos intérpretes, que bordan sus papeles. Hay que decir que Josh Brolin y Sean Astin tenían ascendencia directa actoral, ya que eran hijos respectivamente de James Brolin y John Astin.

Los intérpretes, junto con Richar Donner, a finales de los 90

El futuro deparará suertes diferentes para los siete Goonies; la mejor carrera es sin duda la de Josh Brolin con un buen puñado de títulos a sus espaldas y cotización de gran actor a sus 40 años actuales. Brolin destaca en títulos como Mimic (1997), Melinda y Melinda (2004), Planet Terror (2007), No es país para viejos (2007) o su nominación al oscar como actor de reparto en Milk (2008). Ha trabajado con directores de la talla de Paul Verhoeven, Woody Allen, los Coen o Gus Van Sant. Sean Astin es tras Brolin el que mejor carrera ha desarrollado, aunque le costó bastante arrancar. Tras algunos títulos en su adolescencia y primera juventud como Memphis Belle o El hombre de California, en la segunda mitad de los 90 se consolida como un buen actor secundario, aunque sin ningún título memorable en su filmografía. En 2001-2003 su rostro vuelve a ser popular entre el gran público al interpretar al hobbit Sam Sagaz en la saga El Señor de los Anillos. En la actualidad sigue su carrera en cine y teelvisión y es además director de cortometrajes y episodios de TV. Martha Plimpton, pese a que su personaje es tal vez el menos popular entre los Goonies, gozó de una carrera prolífica en la década de los 90, tanto en roless secundarios (La costa de los mosquitos (1986), La señora Parker y el círculo vicioso (1994), Beautiful Girls (1996)), como protagonistas (el telefilme Una mujer en la guerra (1991)). En la actualidad su trayectoria ha decaído algo. Corey Feldman también fue durante unos años uno de los ex goonies más populares. Dotado para la comedia y con presencia carismática (hacía suyo el rol de adolescente chulillo y caradura), Feldman prometía un bien futuro con filmes como Cuenta conmigo (1986) o Jóvenes Ocultos (1987), pero problemas con drogas y una escasa explotación de su talento hundieron su carrera. Refugiado desde finales de los 90 y los 2000 en televisión y pelis de bajo presupuesto, Feldman, ya recuperado, sigue siendo uno de los Goonies más recordados y queridos por su composición del entrañable Mouth. A finales de los 80 y principios de los 90 disfrutó status de teen idol entre las jovencitas y protagonizó en los 90 una campaña publicitaria de Pepsi. Jonathan Ke Quan, actor de origen vietnamita, siguió en la interpretación durante un breve tiempo, siendo su trabajo más recordado la teleserie Together we stand; después abandonó la interpretación y en la actualidad se dedica a ser asesor y coreógrafo de escenas de lucha en filmes e instructor de taekwondo. Kerri Green se centró unos años en la televisión y lo dejó a principios de los 90, para regresar en 2000 de manera anecdótica. Jeff Cohen, el entrañable Gordi, dejó la interpretación recién despedida la adolescencia y hoy es un abogado especializado en el mundo del espectáculo.
Las claves del éxito

Ann Ramsey (Mama Fratelli)
En Los Goonies hay un buen puñado de escenas y momentos memorables, como los increíbles gadgets de Data (en especial sus zapatos-patines, propios del inspector Gadget), los chistes de Bocazas o el momento en que traduce libremente del inglés al castellano las indicaciones de la Sra. Walsh sobre la casa (“aquí se esconde la cocaína, y aquí esta la sala de torturas sexuales”), los torpes intentos de ligoteo iniciales de Brand con Andy, la desternillante “confesión” de Gordi a los Fratelli (“en el campamento me dio la venada y les comí las provisiones a los demás”), los tragicómicos encuentros de Gordi con el tétrico cadáver del agente del FBI o las apariciones de Sloth, el entrañable, tierno y monstruoso personaje que bordaba el gigantesco actor y ex jugador de fútbol americano John Matuszak, fallecido en 1989, oculto tras una alucinante prótesis de maquillaje. El resto de los Fratelli, eran actores secundarios de postín: Ann Ramsey era ya una anciana actriz de enorme prestigio teatral que en 1988 fue nominada al oscar como mejor actriz secundaria por Tira a mamá del tren. Robert Davi es un secundario y villano habitual de Hollywood cuyo papel mas recordado es el del traficante Franz Sanchez en el filme de la serie Bond 007 Licencia para matar (1989). Y Joe Pantoliano es hoy día un reputado actor secundario con filmes como Memento (2000).

Gordi haciendo "el Supermeneo" (Truffle Shuffle")
Pero si alguna escena ha pasado sin duda a los anales de al cultura popular, esta es al del Truffle Shuffle (el Supermeneo, en la traducción castellana), el “baile”, que Bocazas obliga a ejecutar a Gordi como condición para conseguir algo (en la película solo sale una vez, pero se da a entender que Bocazas se lo solicita a Gordi una y otra vez) en donde el Goonie rollizo da vueltas sobre si mismo, se sube la camiseta, se agita los michelines y emite cómicos alaridos. El Meneo de Gordi se hizo tan popular entre los chavales de la “generación Goonie” que hasta el propio Jeff Cohen lo ejecutaba en su faceta de jugador de fútbol universitario años más tarde al celebrar un tanto ante el regocijo del público que se lo pedía repetidamente. Existen muchos datos curiosos en el rodaje y producción de Los Goonies, como el hecho de que los chavales de reparto vieran por primera vez el barco de Willy El Tuerto en el mismo rodaje de la escena en que los Goonies descubren por primera vez el navío. La razón era que Donner deseaba que los críos reflejasen una sorpresa perfectamente creíble. En el doblaje al castellano, en las escenas en que Corey Feldman, como El Bocazas, habla en la lengua de Cervantes con la asistenta mexicana de los Walsh, tuvieron que traducirse esos diálogos al italiano, por motivos obvios. Así, el personaje de Rosalita pasaba a ser italiana en lugar de Mexicana y se llamó Rosalina. La actriz que lo interpretaba, por cierto, es Lupe Ontiveros, que años más tarde intervendría en un papel destacado en Las mujeres de verdad tiene curvas (2002). El mapa del tesoro, también esta escrito en español, aunque los Goonies, calro está, insisten en que está en italiano, en la versión castellana.
El legado Goonie

Los Goonies tuvieron una ambigua acogida por parte de la crítica lo que no evitó que en poco tiempo se convirtiese en una película de culto para niños y adolescentes y hoy en día el filme aparece infinidad de veces en las listas de películas preferidas de todos los tiempos entre el público. Se puede considerar a este film, objetivamente, como una de las mejores producciones de Steven Spielberg no dirigidas por él, y un clásico del cine adolescente e infantil, y, por que no, del cine de aventuras. La película tiene el sello Spielberg por todas partes, aquel que él imprimió en los 80 tras el éxito de E,T, de cine de evasión familiar trufado de emoción, fantasía y efectos especiales. La cinta, en años posteriores, dio origen a varios videojuegos, y todavía en los 2000, con sus protagonistas ya adultos, se siguió hablando de una secuela que los fans de la peli siguen anhelando. No obstante, últimamente se esta hablando de hacer una serie de dibujos animados y de una adaptación musical en Broadway. Casi 25 años mas tarde, el legado de los Goonies sigue vivo.

La película era un reciclaje de cine de piratas, aventuras exóticas, comedia infantil y también un homenaje a los libros juveniles e infantiles de aventuras, tanto La Isla del tesoro o las creaciones de Julio Verne como las series protagonizadas por críos aventureros como Los Cinco o Los Hollister pero pasadas por el tamiz pop de los 80. La banda sonora, por cierto, a parte de la partitura orquestal obra de Dave Grusin (cuyo tema más recordado es el del comienzo de la película, el de la Persecución de los Fratelli) incluía varias canciones pop y rock, destacando el único tema inédito The Goonies “R” good enough for me a cargo de Cindy Lauper, quien aparece interpretándolo en la televisión en una de las escenas del filme. La canción tuvo cierto éxito en las listas americanas en verano de 1985.

Los Goonies marcaron a una generación, la generación Goonie, aquella que se dio cuenta que el cine podía regalarle verdaderos momentos de disfrute y de felicidad. En ninguna película se supo retratar mejor los sueños y anhelos de la infancia por ayudar a superar los problemas de los adultos utilizando algunas de sus mejores armas: la imaginación, el idealismo y el afán de superación. Desde ese momento, todos aquellos que éramos unos mocosos en 1985, nos convertimos en Goonies. Y siempre estaremos agradecidos a esta película.