lunes, diciembre 26, 2016

EL FARO DE LAS ORCAS




*** y 1/2

Una historia real es la base de esta estupenda coproducción argentino-española que muestra algunos de los complicados resortes de la relación hombre-naturaleza como también la complejidad de las relaciones humanas en situaciones límite. Aunque se trata de un relato de superación personal con un niño como epicentro, la película no cae en el sentimentalismo fácil ni en las situaciones impostadas, mostrándonos una historia imperfecta en su búsqueda de un final feliz que sin embargo resulta tan optimista y conmovedora que su credibilidad termina siendo enorme y gratamente reforzada. Con el  singular paisaje de la Patagonia casi como único escenario y una fotografía naturalista y que trata de trasmitir el mismo amor por las orcas y su mundo que siente su protagonista masculino, El Faro de las Orcas es un canto al entendimiento, al diálogo, a la lucha contra la adversidad, al amor por la naturaleza y al amor maternofilial con un nítido mensaje de esperanza y una alabanza al poder de la rebeldía, elementos que la película sabe retransmitir magistralmente gracias no solo a un guión sólido sino al buen hacer de sus intérpretes.      

Joaquín Furriel interpreta a Beto Bubas, un científico naturalista especializado en mamíferos marinos que ha dedicado gran parte de su vida al estudio de las orcas pagando por ello el precio de su relativa soledad –marcada por una tragedia personal- y que se encuentra inesperadamente con un acicate en su monótona existencia al entrar en contacto con la española Lola (Maribel Verdú) y su hijo Tristán (Quinchu Rapalini) un niño de 10 años aquejado de un autismo severo cuyas oportunidades de mejora de comunicación parecen residir en el contacto con las orcas, animales que él adora y por los que parece mostrar sus únicos sentimientos y estímulos tras verlos en un documental televisivo en el que aparecía Beto. A partir de allí y con el gélido pero bello telón de fondo de la Patagonia los tres van tejiendo una relación que al principio parecía imposible pero que va trasformándose poco a poco en una lucha común en el que el mundo de las orcas - animales considerados como letalmente peligrosos pero que para Beto no son tales- se convierte en la clave. Sin caer en el melodrama y con poca tontería, la película resulta inteligentemente conmovedora aunque tal vez su falta de ritmo y sus un poco sobrantes tiempos muertos narrativos lastran un resultado final que podría ser el de una gran película. Con todo, la película tal y como está es una estupenda historia que convencerá incluso a los más escépticos hacia el drama intimista con ron resonancias épicas.