martes, marzo 21, 2017

MOONLIGHT





 **** y 1/2

La ganadora sorpresa de este año al Oscar a mejor película ha logrado algo que hasta hace no muchos años parecía imposible, que una película independiente, con un director afroamericano (Barry Jenkis, un nombre a tener en cuenta) y un argumento centrado en la marginalidad, la delincuencia, y el drama de las clases desfavorecidas en toda su crudeza con el sempiterno fantasma de la droga como telón de fondo, unas pinceladas de romance homosexual y todo con un reparto casi exclusivamente de raza negra consiga ser considerada por la Academia como la película del año. Pero es que un drama de alto calibre como este no merecía peor suerte ya que, efectivamente, se trata de unas de las mejores películas estrenadas en EEUU en 2016 y además no sólo triunfa en su propósito de ofrecer un drama relista urbano con tintes de retrato generacional (la realidad de muchos jóvenes afroamericanos de zonas marginales) y biográficos (es una historia centrada en los 30 primeros años de la vida de un personaje), sino que logra con convicción acercarse a los cánones del cine mainstream en su versión dramática con lo cual su público potencial no será para nada exiguo. La historia de Chiron, un joven negro que vive en un entorno marcado por una madre yonki, un barrio en donde los traficantes de droga son el modelo a seguir y unas compañías que tarde o temprano van cayendo en lo oscuro ante la estupefacta mirada del protagonista, un sujeto sensible ye en realidad asustado e inadaptado en medio de un entorno más que hostil y que apenas va cambiando a lo largo del tiempo, produciendo en él cuando llega a la edad adulta una dual y esquizofrénica situación de persona al margen de la ley y al mismo tiempo un ser humano que trata de ser feliz y cuando puede ayudar y por que no amar a sus semejantes. Tres actores dan vida a Chiron, Alex Hibbetrt como niño, Ashton Sanders como el Chiron adolescente y  Trevante Rhodes como el personaje en su edad adulta, cada uno de ellos con apodos y apelativos diferentes que en cierto modo describen con línea intencionadamente gruesa la evolución-deriva de Chiron, cuya historia se nos presenta de una manera tan arquetípica como abrumadoramente conmovedora.

Combinando situaciones y escenas desgarradoras- sin caer en absoluto en el efectismo- y otras de enorme belleza poética, es esta una película que hace pensar sobre lo imperfecto que es el destino y sobre el poder devastador de los encasillamientos y la imposibilidad- o falta de voluntad- de huida de ciertos mundos. La fascinación por el mal y el lado oscuro de la vida es vivida por el protagonista como algo que es lo que debe hacer porque para él es lo correcto, aunque en su interior el desee vivir otra vida y ser otra persona. El personaje del mentor de Chiron, el dealer afrocubano Juan- interpretado por el más que merecido ganador del Oscar al mejor actor secundario Mahershala Ali, aunque su intervención es muy breve- cumple la figura paterna ausente del protagonista y se postula como figura clave en todo el devenir de la historia. Un filme genial y emocionante que demuestra nuevos y frescos modos de hacer del cine norteamericano.