jueves, septiembre 26, 2019

AD ASTRA




***

Propósitos ambiciosos que se quedan a medio camino de todo. Lo peor de todo que esto en una obra de ciencia ficción es sinónimo de fiasco total especialmente para los amantes del género. Desde 2001 Una Odisea del Espacio y pasando por Blade Runner el séptimo arte cuando trata de aproximarse a la ficción científica de manera más o menos ambiciosa se ha mirado en estas dos piezas maestras con mayor o menor fortuna y siempre creando debate de la oportunidad de dicho modus operandi y de cómo esa pretenciosidad ha llegado a lastrar (o no) la nueva obra en cuestión. La película que nos ocupa remite como era de esperarse tratándose de una Space Opera a 2001, pero realmente no sería oportuno calibrar la efectividad discursiva de Ad Astra mirando a este filme porque en realidad la pretensión del filme de James Gray- efectivamente filosófica y con cierto comentario social y humanista elevado muy poco convincentemente presentado- trata de escorarse a lo intimista y los psicológico individual, aspecto este si bien trabajado pero que languidece en un conjunto desigual y, obviamente, lastrado por su mencionada pretenciosidad. James Gray (Z, la ciudad perdida) demuestra ser un director con recursos y se le ve cómodo en al ciencia ficción, pero no logra elevar a Ad Astra al status de una buena película.

Brad Pitt en el papel protagonista del astronauta Roy McBride es la baza principal del filme en cuanto a conseguir uno de sus propósitos que es mostrarlos avatares y la  evolución psicológica y moral de un ser al límite emocional al que una misión épica en el espacio le redimirá y le hará replantearse a él mismo y su percepción de la vida. Si bien Pitt realiza una muy buena interpretación plagada de trascendentes monólogos- soliloquios (que terminan cansando en los compases finales cuando se ve que la película ha pinchado irremediablemente) su personaje al final decepciona por lo endeblemente que se ha tratado en toda la película. Una vez más, eln el guión ha echado mano de los clásicos para contrar una historia conocida de otra manera, y es que la historia en su premisa se puede decir que no es otra que la de la célebre El Corazón de las Tinieblas, la novela de Joseph Conrad que inspiró una obra maestra del cine como es Apocalipse Now: Kurtz es ahora el padre de McBride, el astronauta Clifford McBride (Tommy Lee Jones), perdido en una misión a Neptuno más de 20 años atrás y del que a pesar de creérsele muerto desde hace años parece ser que esta vivo y provocando desde su incierto refugio interestelar desastres espaciales que amenazan gravemente a la tierra. Su hijo en misión secreta trata de encontrarlo, como Marlowe o Willard tenían que hallar al peligroso Kurtz. Y como es de esperar tratándose de esa fuente, el discurso final de la película supuestamente es lo más trascendente, pero decididamente se falla y no por su contenido sino por su desmañado envoltorio.

Ad Astra es una película con muy buenos momentos pero por desgracia no llega a ser una obra acorde con sus pretensiones y su premisa. Una pena porque con un poco más de tino podríamos estar hablando de una obra maestra de la ciencia ficción  

lunes, septiembre 23, 2019

SORDO




***        

El cine español le va cogiendo el gustillo al cine de género con pretensiones y lo cierto es que cada vez más surgen buenas películas dentro de estos parámetros, aunque claro está estamos hablando precisamente de cintas de acción, thriller, fantásticas o históricas, estilos que independientemente de que sean o no del gusto del público mayoritario la crítica cada vez más los mira con desdén. En esta ocasión, sin embargo, se ha apostado por una hibridación de géneros que ha resultado original y sorprendentemente efectiva pese a ciertas irregularidades: la crónica histórica española contemporánea con óptica de western, género este último en el que su director, Alfonso Cortés-Cavanillas, adscribe este filme pese a no estar obviamente ambientado en el far west sino en la postguerra española. Partiendo de una estupenda novela gráfica de David Muñoz y Rayco Pulido -la verdad que es una buena noticia que cada vez más el cine español encuentre inspiración en el cómic patrio- se ha conseguido con Sordo una película que más allá de su claro homenaje al spaghetti western y al cine de acción clásico funciona perfectamente como reflexión sobre las angustias y contradicciones del ser humano en una situación límite y como la lucha por al supervivencia no entiende de moral ni de respeto a otros cuando la propia vida de uno está en juego.

La historia de un maquis que en 1944 tras haber fracasado como miembro de la Operación reconquista se refugia en el pirineo aragonés, sordo a causa de una explosión, armado con rifle y perseguido por el ejercito franquista es presentada bajo ropajes estilísticos no ya sólo del western sino también del cine bélico y de acción norteamericano: además de cierto aliento a lo Sergio Leone se puede atisbar alguna reminiscencia del cine sobre la guerra del Vietnam, y porque no y salvando las distancias, de Acorralado, el primer título de la saga Rambo. Pero que nadie se asuste porque aquí el elemento ibérico- hasta en su aspecto más costumbrista- está totalmente presente y sin él no se entendería, por desgracia, una historia repleta de traición y cainismo, elementos por otra parte bastante habituales en los western mas violentos y crepusculares y que en este filme aparecen perfectamente insertados dentro de la idiosincrasia histórica española.  Anselmo (Asier Etxandía demostrando de nuevo su increíble versatilidad) es un héroe trágico que lucha por  su vida en un entorno salvaje y embrutecido hasta la naúsea, un aspecto excelentemente mostrado en la película.

La naturaleza y el mundo rural en la que se refugian y luchas los protagonistas es un protagonista más de la historia, pero se hecha en falta que ese elemento no se haya reforzado demasiado. Aitor Luna, como un capitán del ejército, es un villano a machacamartillo que no termina de cuajar y la película lo nota como también resulta insuficiente la indefinición de muchos personajes, destacando eso si la peculiar mercenaria rusa Seergevich (Olimpia Melinte) un personaje demasiado manierista y lleno de tópicos (muy de cómic) como para ser tomado en serio así como el papel de la estupenda Marian Álvarez podía haber dado más de si. Con todo, Sordo resulta una película entretenida y recomendable, pese a que sus dosis de violencia a veces sean un tanto excesivas.