lunes, septiembre 16, 2013

El Aparatito Lumiere MUD





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Intenciones modestas y resultado genial para una pequeña producción que con cierto sabor añejo al cine de John Cassavettes o al primer Dennis Hopper y con una clara y confesa inspiración en los atemporales mitos infantiles sureños de Mark Twain ofrece una sencilla y sugerente historia filmada y narrada con convicción y sin tontería. Una vez más, nos encontramos con el eterno relato del fin fortuito de la inocencia en la primera etapa de la adolescencia a causa de un hecho fortuito pero esta vez narrado con un sobrio estilo realista y con bastantes (fugaces) referencias estilísticas que van desde Truffaut hasta el cine independiente de americano de los 90 pasando por el western. Al final, una estupenda película que deja un más que grato sabor de boca.

 Enmarcada en un pueblo del sur estadounidense, dos muchachos de 14 años Ellis (Tye Sheridan) y Neckbone (Jacob Lofland) ven como su vida se entrecruza casi casualmente con la de Mud (Matthew McConaughey), un misterioso forastero que resulta ser un fugitivo huido por haber matado a un hombre con aparentemente una razón amorosa de por medio. Tampoco aquí se cuenta nada nuevo (las películas con niños o adolescentes que tratan de proteger más o menos inocentemente a delincuentes o convictos son numerosas), pero su tono nada mitificador y poco dado a la sensiblería consigue ofrecernos una película perfectamente creíble y muy bien trazada como drama. El mensaje de que la mentira es capaz de pervertir hasta los sentimientos más puros y que la más mínima infamia es capaz de acabar con las intenciones y los fines más nobles, es lo que interiorizan los jóvenes protagonistas de la película, dos chavales con complicada situación familiar (especialmente su protagonista Ellis) que terminan fracasando al tratar de encontrar redención en el hecho de prestar ayuda a Mud, un semidios para ellos pero con pies de barro. Eso sí, la película deja un mensaje final de esperanza que de alguna manera endereza lo que ya parecía perdido y la reafirma los anhelos de los protagonistas.     

Con el río Missisipi como un protagonista más y una querencia por los escenarios naturales que es de agradecer, la película se sigue con interés gracias a los súbitos cambios de registro (a veces intimista, a veces violenta, otras veces con pinceladas de drama social) y el buen hacer de sus intérpretes, entre quienes se encuentran además Reese Witherspoon y el veterano y polifacético Sam Sephard. Diálogos soberbios y lograda factura final para una película que anuncia un director a tener en cuenta en lo sucesivo, Jeff Nichols.