lunes, enero 15, 2018

TRES ANUNCIOS EN LAS AFUERAS (THREE BILLBOARDS OUTSIDE EBBING, MISSOURI)




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El western no solo tiene señales de supervivencia, sigue siendo inspiración para grandes películas forjadas con la base de historias curiosas, emotivas, contradictorias y en definitiva, apasionantes como la que nos ofrece el director y guionista británico Martin McDonagh (Escondidos en Brujas, 2008), quien en su tercera película ha decidido probar suerte en el cine estadounidense con una historia no sólo localizada en Norteamérica sino totalmente impregnada del espíritu más subyacente de la América profunda y rural (en definitiva, el verdadero espíritu originario americano) y por supuesto con un tono totalmente deudor del western más genuino con ecos tanto de John Ford como de Sam Peckinpah. Porque Tres anuncios en las afueras (el título original es aun mas largo, como puede comprobarse), ambientada en un pequeño pueblo de Missouri en nuestros días, es una película visceral, dramática, a ratos salvaje, a otros surrealista y con un tono de mala leche que critica abiertamente los enormes prejuicios y el retraso moral e ideológico de muchos estadounidenses del oeste rural pero siempre con ese irónico tonillo de comedia que desdramatiza - si se puede decir así- muchos de los acontecimientos de esta película. En ese sentido, también nos encontramos con cierta influencia de Tarantino o los primeros hermanos Coen. Precisamente una actriz fetiche de los hermanos de Minnesota, Frances McDormand, es la protagonista de esta enorme y esforzada película haciendo una de las mejores interpretaciones que se recuerdan de esta actriz.  Aunque a decir verdad, todo el extenso reparto está excelente y cada uno de los intérpretes aporta personajes complejos e inolvidables en medio de una historia ambigua, a veces incómoda, y contradictoria que nos enseña el lado más violento e irracional del ser humano por muy nobles y justificables que sean los motivos de rebelión, así como también se hace una crítica despiadada a la corrupción, la violencia gratuita de los que tienen armas y la desidia institucional y policial  

Frances McDormand se mete en la piel de Mildred Hayes, una mujer que hace poco ha perdido a su hija adolescente Angela víctima de una violación y brutal asesinato. Ante la pasividad de la policía local por resolver el caso, en manos de Willoughby (Woody Harrelson), un sheriff perezoso pero estricto y que se lleva a matar con Mildred, la mujer decide instalar con la ayuda de una empresa de publicidad local tres grandes carteles en sendas vallas publicitarias semiabandonadas en las afueras del pueblo en donde denuncia a la policía por no haber resuelto el caso de su hija ni detenido al culpable. Pero Mildred no es solo una madre coraje, es una mujer que tal vez contagiada del ponzoñoso y violento ambiente donde se mueve toma decisiones puntuales en los que desata su lado más amoral y destructivo; en ese sentido Mildred no parece ningún ejemplo a seguir, es más bien una antiheroína dispuesta a todo. Este complejo desdibujamiento moral también se percibe en varios de sus vecinos, en el propio Willoughby, que al fin de cuentas tampoco parece tan villanesco, en el ayudante del Sheriff Dixon (Sam Rockwell) un sujeto tan racista, violento y brutal como en realidad inmaduro y que termina experimentando un curioso viraje o en Charlie (John Hawkes) el ex marido maltratador de Mildred. Un maremagnum de situaciones, emociones y dilemas morales que desfilan ante nosotros y que al final trazan un panorama poco confortante pero enormemente interesante por lo bien estructurada y presentada que está una narración tan compleja y variable que sabe combinar perfectamente la comedia con el drama más descarnado y la violencia a veces más exagerada. Tres anuncios es una película cien por cien recomendable, que no deja indiferente y cuya perfección milimétrica se extiende hasta un extraño y ambigüo final. Imprescindible.