martes, noviembre 13, 2018

BOHEMIAN RHAPSODY


 
***    
         
Se avecina una oleada de biopics de grandes figuras de la música popular del que esta semblanza de la banda de rock Queen (1970-1991, pese a que dos de sus miembros están empeñados en seguir con el negocio malamente) aunque para ser exactos más de su líder, Fredy Mercury (1946-1991), esta llamada a ser uno de sus reclamos más comerciales a la espera de otras como la de Elton John, que llegará a principios de 2019.Y el resultado de esta Bohemian Rhapsody, se puede decir que ha sido satisfactorio obviando su escaso sentido del riesgo como biografía fílmica convencional (formalmente se limite a ofrecer lo que se esperaba de un filme sobre un grupo de Pop Rock) y las múltiples licencias que se toma con la historia real de los acontecimientos. En realidad, como hemos dicho antes, la película está más centrada en la figura de Fredy Mercury que en la propia banda, y es que Queen, excelente grupo de hard rock y art rock que en los 70 se embarcó todo tipo de experimentaciones con la ópera y otros sonidos y que en los 80 bajó considerablemente la calidad de su obra- cultivando eso si todos los estilos del rock y el pop habidos y por haber- aunque no su enorme tirón comercial, no tenía una biografía demasiado excitante que digamos salvo los avatares y circunstancias de su lider, un personaje contradictorio, esquivo detrás del escenario por rey del mismo una vez salía a escena y cuya existencia se vio marcada por su bisexualidad y la tortuosa relación con muchos de sus seres más cercanos. La vida de Mercury- y su personalidad y la influencia en su obra- era la baza que debía jugar la película y la aj jugado magistralmente aunque tanto cambio forzado de fechas y orden de los acontecimientos en el guión lastran la credibilidad de esta biografía en donde el actor angloegipcio Ramy Malek calca un Fredy Mercury con continuos cambios de imagen en diferentes épocas y siempre tratando de emular el magnetismo de showman del personaje en un tour de force interpetativo en donde Malek actúa, se mueve sobre un escenario, canta en algún momento (aunque la mayor parte de lo que oímos en las canciones es la verdadera voz de Mercury) y conmueve dramáticamente. El resto de los miembros de Queen Brian May, Roger Taylor y John Deacon (interpretados respectivamente por Gwilym Lee, Ben Hardy y Joseph Mazzello) son meras comparsas en la historia, aunque nada debe hacer estar méritos al joven y talentoso (aunque experimentado en algunos casos) elenco de actores.

Los problemas con el primer director del filme Bryan Singer, que finalmente abandonó el rodaje y fue sustituido por Dexter Fletcher, quien pese al parecer haber dirigido la mayor parte de al cinta no la ha firmado, puede que haya influido en el resultado final aunque no sabemos hasta que punto. El ritmo de la película es ágil y envolvente aunque la velocidad con al que narra los acontecimientos no parezca la más adecuada para describir una carrera musical ya que son bastantes los agujeros que el guión tiene. La inserción de canciones de Queen y sobre todo la magistral reproducción de los conciertos de la banda (desde sus primeros bolos en los 70 hasta el multitudinario Live Aid, que es el momento más emotivo y espectacular de la película) es más que correcta y constituye el fuerte de una película que si bien se desenvuelve con soltura describiendo las circunstancias vitales de Mercury y todas sus concomitancias dramáticas, falla algo en la coherencia del conjunto, lastrada principalmente por la perenne sensación de que muchas cosas que se nos cuentan no han sido así realmente (el caso más evidente el exagerado en este filme distanciamiento de Fredy con el resto del grupo a mediados de los 80). Con todo la peli gustará tanto a fans del grupo como a no iniciados y sobre todo hará las delicias de los amantes de la música, con dos horas por delante de un muy bien presentado trabajo cinematográfico y musical.