viernes, octubre 04, 2013

MASCOTAS COMERCIALES, ESAS OMNIPRESENTES CRIATURAS (y II)



Oso Bimbo

Muy popular en los países de habla hispana, en donde se distribuyen mayormente los productos de esta empresa panificadora mexicana, es el osito vestido de panadero símbolo de Bimbo. La compañía, creada en el país azteca en 1944 como “Super Pan Bimbo” y hoy presente en varios países dio a luz a este oso blanco antropomorfo con delantal, gorro y un pan de molde bajo el brazo en 1945 inspirándose en la tarjeta de felicitación navideña que recibió uno de los fundadores de Bimbo, Jaime Jorba, en la que aparecía un osito vestido de Papá Noel. Le pareció dulce simpática y tierna la imagen al empresario (tal y como debían de ser los panes y bollos de Bimbo) y decidió que la imagen de marca de la empresa fuese un osito “tan blanco como la harina y tan tierno como el pan” esta vez vestido de panadero.  En el diseño original del un tanto moñas plantígrado intervinieron uno de los directivos fundadores de Bimbo, Alfonso Velasco y la esposa de Jaime Sendra, otro de ellos, a quien se le ocurrió lo del delantal, el pan y el gorro (sin estos elementos ya no sería el oso de Bimbo).


La figura del oso panadero andante marcando el paso con su pierna derecha desde los años 40 no cesó de aparecer como logotipo en los envases de los diferentes productos de Bimbo (pan de molde, pastelitos, pan de hamburguesas, bollos, pan rallado…), en anuncios de valla, carteles y prensa y sobre todo en los omnipresentes camiones de distribución que todas las mañanas llegaban a la tienda del barrio. El oso en cuestión, con su sempiterna pinta de osito de peluche y su un tanto cursi pero entrañable estampa infantil durante largo tiempo no modificó un ápice su aspecto, aunque desde finales de los 80 comienza a hacerse más expresivo y elaborado y desde los 2000 ya luce un diseño infográfico y mas de 3D. Asociado siempre a la todo lo que esté hecho de trigo y vaya en envoltorio de plástico (incluidos los legendarios pastelitos Bony, Bucaneros y Tigretón), algo en lo que la empresa Bimbo fue pionera, se hace difícil imaginarse una vida sin este entrañable úrsido andante


Mascotas Kellogg´s

No una sino varias (una legión) son las mascotas que ha tenido/tiene la multinacional norteamericana de cereales Kellogg´s, cada una para casi todos sus famosísimos productos (Smacks, Krispies, Frostis, Corn Flakes, etc.) En EEUU son auténticas instituciones más que iconos pop y han acompañado a generaciones y generaciones de norteamericanos, no siendo menos conocidas en otras partes del mundo. La compañía, creada en Battle Creek, Michigan en 1906 por el singular Will Keith Kellogg ideó su primera mascota para su primer producto, los Corn Flakes, en los años 20 y fue el inmortal gallo verde y rojo Cornelius, que hasta los 2000 no tendrá una forma claramente antropomórfica en contraste con el resto de animales-símbolo de las otras marcas de la compañía, conservando durante largo tiempo su diseño original vintage y curiosamente cubista.        

Los Krispies tienen como “agentes publicitarios” desde los años 30 a sus míticos duendecillos Snap, Crackle y Pop, quienes han protagonizado cómics y merchandising variado en EEUU y son tal vez las mascotas Kellog´s más populares además de ser las más antiguas representadas en dibijo “simpático”. También nos encontramos a Tony el tigre de Frosted Flakes/Frosties (creado en 1951), la rana Dig´em (Me Gustan) de Honey Smacks (1972), o Coco el mono de Choco Krispies, como mascotas con más solera y que aún perduran, aunque en algunos productos hubo otras mascotas antes e incluso tuvieron sustitutos temporales. Protagonistas de multitud de anuncios televisivos en dibujos animados (de los primeros de este tipo que se hicieron en USA) las mascotas de Kellogg´s, símbolos de algo tan americano como los cereales de desayuno que se toman con leche son hijas del American Way of Life y embajadoras involuntarias en todo el mundo de las excelencias USA desde el final de la II Guerra Mundial. No habrá manera de quitárselas del medio, no.     


Capitán Iglo/Frudesa


Aunque son muchas las mascotas publicitarias “humanas” que se han utilizado desde hace años y años, pocas al final han quedado en el recuerdo. Una de ellas, de fama internacional, es la de este viejo lobo de mar creado por la empresa de alimentación congelada norteamericana Birds Eye y adoptado más tarde por la anglo-holandesa Unilever para anunciar sus productos de rebozado de pescado dirigidos al consumidor infantil (barritas de pescado principalmente). Precisamente para despertar la atención de la chavalería se creó a este venerable marino: aunque actualmente asociado a las marcas de alimentos congelados de la multinacional Unilever (Iglo, con sede en Alemania y distribución en Europa continental) Birds Eye fue la madre del personaje escogiendo a un viejo y estereotipado capitán de barco de barba blanca, gorra de plato y traje azul marino como mascota de sus productos de pescado inaugurando la línea “Captain Birdseye”, cuya jeta sonriente aparecía en el logo de la marca dentro de la inevitable ventana redonda naval. Eso fue en 1967 y pronto se rodaron spots televisivos con el capitán comandando un barco con leal tripulación infantil al tiempo que narraba las excelencias del sus productos de pescado. El actor británico John Hewer dio vida al capitán Birdseye en varios anuncios de 1971 a 1998 que se vieron en todos los países donde se distribuía la marca Iglo rebautizando al personaje con el nombre de la marca en lugar de Birdseye; en España llegó en un primer momento como el Capitán Iglo para después ser denominado Capitán Frudesa cuando la empresa española de congelados pasó a producir muchos de los productos de Iglo.   

Hubo un intento en los 90 de cambiar la imagen del viejo capitán por un marino más joven, apuesto y atlético al estilo del Corto Maltés del cómic, pero tras algunos spots con el nuevo capitán Birdseye/Iglo/Frudesa/Findus (en Italia) se vio que la cosa no convencía y se volvió al entrañable barbudo. En España la empresa de alimentación de pescado gallega Pescanova creó al Capitán Pescanova, un personaje similar al joven Capitán Frudesa y esto originó una pintoresca demanda judicial por parte de Unilever (cuando ya se había vuelto al viejo capitán) por supuesto plagio que finalmente se resolvió declarando que ambos personajes eran diferentes. Ahora un poco demodé y un tanto olvidado, ¿podrá el Capitán Iglo con la crisis seguir surcando los mares


Snuggle Bear/Oso Mimosín


Los osos dan mucho juego como símbolos comerciales -los ositos, mejor dicho- por aquello del mito de la adorabilidad del osito de felpa/peluche, como ya lo vimos con el oso Bimbo, cuando se trata de vender un producto cuya principal cualidad sea la blandura, la suavidad o la dulzura. Y si hemos de referirnos a un ejemplo paradigmático del osito bonito con finalidad publicitaria y comercial, ahí tenemos el oso de Snuggle, conocido en España como el oso de Mimosín, que desde hace 30 años nos viene pregonando con su cursi vocecilla en anuncios televisivos las cualidades de este suavizante de ropa creado en EEUU. Aunque el producto nació unos años antes, hasta 1983 no se creó la mascota del suavizante Snuggle, un osito de peluche blanco que pretendía ser mono además claro está de ser tan suave como la ropa lavada con el producto en cuestión. La mascota, ampliamente conocida en todo el mundo (en España su seguimiento siempre ha sido casi de fenómeno de fans, en serio) ha terminado por ser el claro ejemplo de mascota ñoña, infantil e insufrible hasta la nausea (teniendo en cuenta claro está de que el muñeco en cuestión ha resultado enormemente atractivo para le público infantil, siempre deseoso de que su osito de peluche hablase y cobrase vida al igual que el Oso Mimosín pero sin hacer publicidad)

Snuggle o Mimosín (tal y como se conoce al producto multinacional en España) fue creado no solo para aparecer en la etiqueta del suavizante sino para protagonizar anuncios televisivos en imagen real; a tal efecto se encargó al mítico marionetista Kermit Love, colaborador de Jim Henson, crear un oso de peluche-marioneta. Aquel primer anuncio fue un éxito internacional en los diferentes paises donde se emitió (en España popularizó el “¡Hola, soy yo, Mimosín!”, con la voz de la dobladora Ángela González) y el insoportable osito blanco será objeto de varias campañas televisivas en los años sucesivos y hasta la fecha actual. Su imagen se ha modificado y perfeccionado varias veces y desde los 90 se ha prescindido de muñecos y marionetas para dar vida tridimensional al oso recurriendo a la animación por ordenador. Su popularidad ha sido tan grande que hasta la empresa ha sacado varias veces  mechandising relacionado con el personaje en forma de muñecos de peluche, llaveros, posters, etc. Imparable el muñequito, oiga.  

lunes, septiembre 30, 2013

El Apartito Lumiere LAS BRUJAS DE ZUGARRAMURDI




 
*** y 1/2


Dentro del últimamente cada vez más limitado cine español (entiéndase la limitación como económica y/o creativa) cualquier producto hecho con ganas, profesionalidad y cierto sentido del riesgo se agradece y mucho independientemente de que se trate o no de una gran película, tal es el caso de la última película de Alex de la Iglesia con la que el realizador bilbaino trata de regresar a sus orígenes (si es que alguna vez los dejó del todo) con una comedia disparatada y pirotécnica con elementos fantásticos al modo de Acción Mutante (1992) o El Día de la Bestia (1995). Claro que a estas alturas ya nadie puede esperar una película sencillamente gamberra o una combinación de gags y efectos especiales sino algo más elaborado siguiendo la estela de las mejores películas de De la Iglesia, que a mi juicio son La Comunidad (2000), 800 Balas (2002), Balada Triste de Trompeta (2010) y por que no El Día de la Bestia. En ese sentido, Las Brujas de Zugarramurdi, se queda algo por debajo de estos cuatro títulos y es una pena porque el director ha sabido manejar muy convincentemente un material goloso e interesante aunque tratado de una manera un tanto caótica para ofrecer un filme divertido y espectacular con cierta hibridación de géneros y subgéneros -pero siempre con la comedia alocada de tintes ibéricos y el género fantástico como catalizadores- que divierte, emociona y arranca la sonrisa en todo momento. Un guión mejorable y una mala articulación de los diferentes retazos y “homenajes” que inspiran la historia por el contrario lastran los logros de una película que podía haber dado algo más aunque tal y como queda el resultado es más que convincente. Siguiendo la tendencia de sus últimas películas, de nuevo nos encontramos con un Alex de la Iglesia dispuesto a hacer ácida crítica social desde la ironía, el sarcasmo y el esperpento  utilizando el cine de acción y el espectáculo salido de madre (esta vez con un claro elemento fantástico y terrorífico) como telón de fondo aunque de manera no tan atinada como en la deliciosa Balada Triste de Trompeta ya que el aspecto formal no ha salido tan redondo como otras veces.    

Utilizando como premisa la historia real-legendaria de las famosas brujas de las cuevas de Zugarramurdi en el valle del Baztán (Navarra) que en el siglo XVII fueron acusadas de brujería y juzgadas y quemadas por el Santo Oficio en Logroño, el bilbaino traza una historia muy diferente ambientada en la actualidad y en donde unas contemporáneas brujas vasconavarras descendientes de aquellas míticas sorgiñas planean la venganza definitiva de su estirpe hacia la humanidad. La crónica de las brujas de Zugarramurdi ya fue contada por Pedro Olea en su Akelarre (1983) pero en esta revisión satírica se ha querido dar un punto original a la premisa desvinculando a las hechiceras con el satanismo y relacionándolas con el culto a la Diosa y a la Madre Tierra dejando así clara la intención del film que es la de mostrar algo así como la cruenta batalla final entre la guerra de sexos entre el hombre y la mujer. Aquí las brujas  aparecen como una especie de quintaesencia maligna de la mujer, dispuestas a vengarse con su poder mágico del patriarcado utilizando como vehículo el mal más absoluto. Y es que Las Brujas…  es la peculiar, irónica y un tanto provocadora visión de ciertos defectos, estereotipos y comportamientos típicos de las mujeres y de su lucha enconada por “dominar” a los hombres, todo tratado con sorna, mala uva y sana risa y con los hombres tampoco saliendo muy bien parados. La película arranca con el robo de un contingente de alianzas matrimoniales de oro en una tienda de “Compro Oro” de Madrid por parte de Jose (Hugo Silva), un padre de familia divorciado desesperado y Tony (Mario Casas) un cani poligonero desempleado y cabezahueca, acompañados del hijo de Jose, Sergio (Gabriel Delgado). Huyendo a Francia con el botín en taxi junto al taxista Manuel (Jaime Ordoñez)  y un rehén  (Manuel Tafallé) el azar les lleva a detenerse en Zugarramurdi donde su destino se cruza con el de una familia de brujas formada por Gracia Barrenetxea (Carmen Maura) una dominante e intrigante mujer de unos 60 años, su madre Maritxu (Terele Pavez) una inquietante y extravagante anciana y su hija Eva (Carolina Bang) una bella joven de estética gótico-punk, rodeadas de las extrañas mujeres de la localidad. Tras los fugitivos corren dos incompetentes inspectores de policía (Pepón Nieto y Secun de la Rosa) y la ex de Jose, Silvia (Macarena Gómez) dispuesta a recuperar a su retoño. A partir de aquí toda una pléyade de situaciones delirantes se suceden trufadas de gore paródico, humor negro y retazos de cine de terror y de suspense además de bastantes momentos de cine de acción y aventuras con mayúsculas en un espectáculo tan (inteligentemente) adrenalinítico y desternillante como a veces excesivo.

La película no trata de detener en ningún momento el surrealismo y la caricatura ya que se trata principalmente de narrar una historia que parodiando de manera bastante esquemática (posiblemente intencionada) el cine de género terrorífico trata de mostrar y desmontar ciertos topicazos de la relación entre hombres y mujeres y todos los disgustos y frustraciones que pueden conllevar y no de una manera muy sutil precisamente. No obstante, resulta mucho más sugerente el ciertamente macabro e inquietante ambiente que se consigue como película fanataterrorífica con un brillante clímax rodado en las cuevas de Zugarramurdi como colofón. En ese sentido la explotación del “reverso tenebroso” de símbolos de la cultura vasca como los cabezudos de Pamplona, el Gargantua de Bilbao, el Ziripot de Lantz, los Joaldunak de Ituren y Zubieta o la canción Baga Buiga Higa de Mikel Laboa resulta un hallazgo realmente genial, así como también se antoja brillante la revisión de algunos mitos ancestrales vascos como lo es sin ir más lejos el matriarcado de la etxekoandre. Con referencias a El Exorcista, Un Hombre Lobo Americano en Londres, Indiana Jones en el Templo Maldito o Las Colinas Tienen Ojos (entre otras muchas) la película resulta además un interesante festín cinéfilo, pero la morosidad de su guión en donde hay fallos de diálogo bastantes chirriantes y una desidia nada convincente en el desarrollo de la historia no hacen que sea una película perfectamente disfrutable. Nada se puede reprochar sin embargo a un voluntarioso y en forma Alex de la Iglesia y a unas interpretaciones muy buenas en especial Terele Pávez (toda una vieja y terrorífica bruja), Macarena Gómez (genial su registro inquietante, a lo Barbara Steele - mítica actriz de terror con la que guarda mucho parecido-), Mario Casas (el personaje más desternillante de la película) y los descacharrantes personajes de las señoras Miren y Kontxi, interpretadas por Santiago Segura y Carlos Areces; además de unos efectos especiales realmente buenos. Una película que sin ser redonda cumple su función de evasión-sátira más que con creces.