lunes, marzo 31, 2014

El Aparatito Lumiere EL GRAN HOTEL BUDAPEST (THE GRAND BUDAPEST HOTEL)





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La virtud de conseguir una filmografía deslumbrante, sugestiva y más que original sin  necesidad de ser tomada demasiado en serio es algo muy difícil de conseguir y el director Wes Anderson lo lleva haciendo desde hace 18 con títulos como Academia Rushmore (1996), Los Tenebaums (2001), Life Aquatic (2004) o su última y magistral Moonrise Kingdom (2012) y con esta El Gran Hotel Budapest demuestra sencillamente ser un cineasta genial. Basada libremente en diferentes obras del escritor austriaco Stefan Zweig (1881-1942), la película resulta una inteligente deconstrucción y reinterpretación satírica tanto de la historia europea durante el advenimiento de la II Guerra Mundial como de la idiosincrasia cultural y social del continente durante el periodo de entreguerras todo siguiendo según deseo de su director y guionista  el estilo narrativo de Zweig y siempre bajo la óptica irónica y burlona de Anderson, hoy por hoy el mejor exponente del humor y la comedia inteligente en el cine. Porque esta película no es más que un aparatoso y engolado divertimento, una historia anecdótica envuelta en un rimbombante envoltorio tan exagerado como fascinante. Un ejercicio de poderío visual en donde todos y cada uno de los fotogramas, toda la escenografía, la iluminación, el atrezzo, el vestuario y el movimiento de los actores está milimétricamente calculado hasta conseguir que todas las imágenes sean un tanto caricaturescos frescos manieristas dentro de un delirio visual y conceptual más propio del cómic y los dibujos animados, algo que por otra parte ya ensayó Anderson (con otro tono) en Moonrise Kingdom. 

Con un interminable reparto de rostros conocidos en donde se encuentran Ralph Fiennes, Jude Law, Tom Wilkinson, Tilda Swinton, F. Murray Abraham, Harvey Keitel, Adrien Brody, Mathieu Almaric, Edward Norton, Willem Dafoe, Saoirse Ronan, Bill Murray, Jeff Goldblum, Lea Seydoux, Owen Wilson y Jason Schwartzman (muchos ya colaboradores habituales de Anderson) más la revelación del joven debutante Tony Revolori El Gran Hotel Budapest nos ofrece un maravilloso espectáculo visual de imaginería caricaturesca varia en donde hay sitio para lo vistoso aunque para ello se utilice lo bizarro y esperpéntico. Una maleable e imprevisible stravaganzza  en forma de entrañable pero mínima historia de crecimiento personal, fidelidad, lealtad, amor e intriga atravesada por deliberadamente inconstantes e imprecisos ramalazos de aventura, humor negro y fantasía histórica que convierten a esta historietilla en una obra fascinante y disfrutable. Ambientada en el ficticio país centroeuropeo de Zubrowka (allí germanófonos y francófonos conviven en un entorno con elementos culturales, geográficos e históricos austriacos y suizos) en donde se levanta el Hotel Budapest, el alma de la historia es la curiosa relación casi paternofilial entre el primerizo e inocente botones adolescente de origen árabe Zero Mustapha (Tony Revolori) –personaje hilo conductor de la historia- y su maestro el presuntuoso, mujeriego pero noble gerente del hotel Monsieur Gustave (Ralph Fiennes). Dentro de un delirante proceso de aprendizaje, la figura de antihéroe de Gustave ejercerá una total influencia en la concepción vital del joven Zero, en medio de un entorno extravagante, caótico y contradictorio típico previo a un gran cambio histórico (a peor). No deja de admirarse ni un solo momento una extraordinaria fotografía con una cuidada paleta de colores chillones y matizados y una iconografía historiada y detallada que evoca a los comics francobelgas de la llamada Línea Clara, en especial a los de Tintín cuya impronta además se percibe en la caracterización de los personajes y en no pocas situaciones y escenas (y aunque el director haya asegurado que no ha leído nunca ningún cómic de Tintín). Un nuevo gran acierto de Wes Anderson, un cineasta que no defrauda.