miércoles, enero 04, 2017

ROGUE ONE: UNA HISTORIA DE STAR WARS (ROGUE ONE: A STAR WARS STORY)




 
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Sigue 40 años después facturando una pasta gansa la franquicia Star Wars -desde la adquisición por parte de Disney de Lucasfilm más producto de mercadotecnia que nunca, si es que alguna vez lo ha dejado de ser- y convocando a multitud de espectadores de diferentes generaciones incluso en películas fuera de la saga oficial como es el caso de esta Rogue One, el primero de los tres spin off con respecto a la serie con la historia principal que se estrenarán alternamente con las entregas de dicha serie en los próximos años. Ya no hay que rasgarse las vestiduras y lamentar lo mucho que se está explotando la gallina de los huevos de oro galáctica, esto es algo que ya se veía venir e incluso las salas de cine que parecían territorio exclusivo solo para las entregas oficiales de la serie han terminado por acoger productos más o menos secundarios y a priori con menos pretensiones que sin embargo aspiran a colmar las ansias de los seguidores de Star Wars y de paso seguir haciendo caja. En esta ocasión, y una vez más con George Lucas totalmente fuera del proyecto, se ha querido hacer un guiño al devenir de la serie original y su historia- en especial a la primera entrega de 1977, algo que ya hizo en plan pastiche y algo torpemente Star Wars VII: El Despertar de la Fuerza (2015)- y se nos ofrece un relato inmediatamente anterior al inmortal episodio IV aunque eso si con nuevos personajes como protagonistas y dejando a un lado al héroe Luke Skywalker y a otros personajes fundamentales aunque eso sí recuperando como secundarios a otros no menos carismáticos de anteriores entregas. Dirige el británico Gareth Edwards (Monsters) quien sabe llevar a relativo buen puerto un espectáculo basado en la omnipresencia de los efectos especiales en un conjunto que aspira a ser la película más bélica de la franquicia Star Wars consiguiéndose eso de una manera tan previsible y rutinaria como visualmente espectacular y sacrificando los momentos dramáticos y el desarrollo de personajes -en otras entregas sin ser los personajes ningún arquetipo shakeasperiano precisamante resultaban más interesantes- por un desarrollo muy precipitado y a veces forzado marcado por un guión que pese a algunas luces en forma de emocionalidad e inteligentes guiños-homenaje  y un tono más adulto resulta vago y una vez más, repetitivo.

Uno de los escasos aciertos del filme es la curiosa traslación que se hace de los conflictos bélicos basados en la sublevación popular frente a un poder tiránico establecido, algo que como bien es sabido es el leiv motiv de la saga- especialmente en la trilogía original- pero que nunca había aparecido de manera tan contundente. Rogue One, un escuadrón de la Alianza Rebelde formado por varios miembros de la misma con motivaciones diferentes y dispuestos incluso a desobedecer a las autoridades de la Alianza, se lanzan a la búsqueda de los planos de la mismísima Estrella de la Muerta, el arma destruyeplanetas recién construida por el siniestro Imperio. La joven Jyn Erso (Felicity Jones, muy forzada) cabeza visible del escuadrón, tiene el handicap emocional de que su padre, el científico Galen Erso (Mads Mikkelsen)fue contra su voluntad el ingeniero principal de la Estrella de la Muerte, algo que pocos en la Alianza conocen, entre ellos el capitán Cassian Andor (Diego Luna). A partir de allí hay buenas escenas de acción y de combates espaciales, momentos de enorme carga adrenalinítica, pero en general no mucho destacable como filme de aventuras y ciencia ficción, algo a lo que no ayudan personajes tan poco claros como el de Saw Guerrera, interpretado por un despistadísimo Forrest Withaker. Es curioso como se ha querido dar un tono étnico al filme con personajes interpretados por actores de varias etnias (asiáticos, árabes, aforamericanos, europeos, hispanoamericanos),  aunque al final la mayor parte de los nuevos personajes sean de chichinabo. Pero como era de esperar, lo que más interesará al seguidor de Star Wars es la presencia de personajes anteriores como Bail Organa (de nuevo Jimmy Smits), la senadora Mon Mothma (Genevieve O´Really) o los cameos de otros, además de la icónica presencia de Darth Vader en una intervención reducida y en un papel más extenso, del Gobernador Moff Tarkin, con un Peter Cushing revivido genialmente gracias al CGI con los movimientos y la voz de Guy Henry: unos villanos que siguen fascinando, algo que no se puede decir de Orson Krennic, interpretado por Ben Mendelson. La vida sigue igual y Star Wars también, aunque ya ni oigamos penas los épicos acordes de John Williamns en este filme estamos claramente ante una nueva vuelta de tuerca de la saga que convencerá a muy pocos y no entusiasmará a casi nadie.