miércoles, abril 16, 2008

El aparatito de Lumiere - JOE STRUMMER (JOE STRUMMER. THE FUTURE IS UNWRITTEN)


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Quien lo iba a decir hace 15 años: siguen estrenándose con relativa facilidad documentales cinematográficos en las salas y la gente incluso acude a verlos. El momento de gracia que vive este género, no ya solo en cuanto a nivel de producción sino en cuanto a calidad, es una buena noticia para los cinéfilos, aunque se sigue echando en falta un mayor sentido del riesgo en los trabajos de este tipo estrenados. Con todo, podemos ver mas que interesantes filmes que cumplen con creces y nota su labor, como es el caso de este filme.

El documental que nos ocupa nos acerca a la figura del músico John Mellet, más conocido como Joe Strummer (1952-2002), fundador y líder de la mítica banda punk The Clash (1976-1986), uno de los grupos pioneros de dicho estilo musical y toda una leyenda en la historia del rock cuya influencia es una constante incluso en el momento actual.. El director, Julien Temple, responsable de films de culto como Principiantes (1986) y en los 80 responsable de algunos de los mejores videoclips de la época, no ha mantenido una carrera acorde con las grandes expectativas que se pusieron en el, aunque en los últimos años ha encontrado su sitio en el documental musical con filmes tan interesantes como TheFfilth and the Fury (2001), sobre Sex Pistols, la otra gran banda punk, y esta Joe Strummer. The Future is Unwritten, que viene a complementar su crónica personal sobre aquel movimiento tan significativo musical y sociologicamente hablando que fue el estallido del punk. Si bien el filme sobre Sex Pistols desde el aspecto del material de partida podía resultar más interesante por la significación cultural y social de aquel grupo, este Joe Strummer desde el punto de vista cinematográfico y formal es mas brillante y resulta mucho más estimulante, honesto y emotivo que la película sobre la banda de Johnny Rotten. La figura de Joe Strummer como persona y músico resulta bastante rica y atractiva, al margen de su militancia en The Clash, y por ello ha sido un acierto dedicarle a él todo un documental y no ceñirlo solo a The Clash, que pese a ser un grupo legendario no tenía tanto background como para hacer un tratamiento similar al que el director hizo con los Sex Pistols. Puede que Strummer no sea un músico excesivamente conocido, pero todo lo que se cuenta de él en la película justifica la necesidad de repasar su vida en un filme tan estimulante como este.

La película huye de la mitificación fácil del personaje y se centra en la evolución personal de un hombre verdaderamente singular e irrepetible. Hijo de un diplomático y educado en un elitista internado privado, el joven John Mellet siempre fue un inadaptado con el entorno que le rodeaba, lo que le llevo a probar con unos inacabados estudios de arte donde trata de dar rienda suelta a su peculiar creatividad, a unirse a una comuna hippie y ejercer como tal, haciendo allí sus primeros pinitos musicales, para luego en 1976 unirse de manera casi “de encargo” al movimiento punk que tanto casaba con su extravagante comportamiento, aún resultando algo mayor con relación a la edad de los primeros punkies. A partir de allí surge The Clash y comienza la leyenda. Un recorrido por 50 años de vida en donde se recurre a un riquísimo material de archivo sobre el fallecido personaje y su grupo, además de declaraciones del propio Strummer recogidas de diferentes medios a lo largo del tiempo. Diferentes amigos, conocidos, compañeros de profesión y parientes dan su opinión y narran vivencias sobre Strummer y su mundo de la manera que al propio músico mas le gustaba para alternar: por la noche, alrededor de una hoguera, en camaradería y compartiendo canciones, risas y bebidas. Temple se ha esforzado por reunir las participaciones de personajes de todo tipo, famosos y anónimos: antiguos compañeros de aulas de Joe, colegas de su época hippie, los miembros de sus primeras bandas, sus primeras novias, su mujer, su hija y celebridades amigas (Matt Dillon, Jim Jarmusch. Martin Scorsese, Steve Buscemi, Steve Jones de los Pistols) o simplemente admiradoras (Bono, Johnny Depp, Flea de Red Hot Chili Peppers); y, como no, antiguos compañeros de The Clash como el guitarrista Mick Jones (con algunas de las mejores declaraciones en todo el filme) y los baterías Terry Chimes y Topper Headon. Curiosamente, falta el bajista Paul Simonon, el único junto con Strummer que estuvo en todas las formaciones de los Clash. Las filmaciones nocturnas de todas estas declaraciones al aire libre y en fogatas en Brooklin o a orillas del Támesis, son verdaderamente deslumbrantes.

Como es de esperar, la banda sonora tiene un total protagonismo y no se ciñe solo a la obra de los Clash, las bandas sonoras que compuso Strummer a finales de los 80 y principios de los 90 o a The Mescaleros, su último grupo, sino que incluye temas que el propio Strummer pinchaba en su programa de radio de los 90, principalmente Hip Hop, ritmos étnicos africanos, Free Jazz y música tropical y sudamericana, gustos eclécticos e internacionalistas que forjaron la abierta personalidad del músico en cuanto a su concepción de la tolerancia entre culturas y que guió gran parte de su vida personal y profesional. Y en cuanto a material visual, a parte de un abundante archivo personal sobre el personaje, nos encontramos con bastantes imágenes ilustrativas de cada una de las épocas y sugerentes imágenes utilizadas de manera alegórico-bizarra sacadas muchas de sabe donde. En especial, resulta sugerente la utilización de no pocas escenas de la mítica versión en dibujos animados de Rebelión en la granja y la primera versión en blanco y negro de 1984: Joe Strummer, personaje orwelliano.

El filme cumple su función como documental de manera notable: hacer que conozcamos a algo o alguien y que nuestro interés por el objeto del documental crezca. Además, Julián Temple logra que nos encariñemos con el personaje gracias a un hábil manejo de todas las anécdotas y vivencias presentadas, así como por una completa presentación de al personalidad contradictoria del artista. Es de agradecer que no se detenga mucho en al trayectoria discográfica de The Clash, ya que si no el documental hubiese sido cansino para los no seguidores del grupo. Se echa en falta tal vez una mayor detención en las extravagantes estancias andaluzas de Strummer a finales de los 80 (era un enamorado de la cultura hispánica, latina y de Lorca) y en su carrera en los 90 como actor y compositor de bandas sonoras (y ya de paso, mas escenas de esa stravaganzza que era Straight to Hell). Pero, en definitiva, un film documental justificado y muy sólido.