lunes, junio 17, 2019

LA CORRESPONSAL (A PRIVATE WAR)



 
*** y 1/2

Cuando una biografía se proyecta hacia acontecimientos significativos y/o esenciales en la memoria colectiva (básicamente, hechos históricos) casi siempre tenemos ante nosotros una historia apasionante, como lo fue la de la periodista norteamericana afincada en el Reino Unido Marie Colvin  (1956-2012), corresponsal de guerra para el Sunday Times fallecida en la Guerra Civil de Siria. Interpretada con verdadero acierto y entrega por Rosamund Pike, la figura de Colvin está tratada con aparentemente bastante honestidad, alabando lo que hay que alabar sobre el personaje pero sin pasar por alto sus miserias y defectos componiendo así un carácter verdaderamente creíble. Esta película se enmarca decididamente en el cine político-social con su poso de crónica de los entresijos de la actividad periodística en conflictos armados a lo largo del mundo, pero ante todo quiere dejar claro que es una película denuncia sobre la guerra, los que la manejan y crean y sus consecuencias a nivel global, tanto en los países como sobre todo en las personas que las padecen. No es cine bélico propiamente dicho, lo que no impide que la guerra tenga un papel esencial en las imágenes y en la narración, con una perfecta y realista recreación de diferentes conflictos armados que vivó Marie Colvin en los últimos años de su vida: las imágenes no se ahorran en crudeza tal y como debe corresponder a un filme sobre guerras reales que trate de conmover y hacer reflexionar al público. En ese sentido, el trabajo como director de Matthew Heineman es excelente, sin desdeñar el drama y el complejo retrato psicológico de la protagonista.

Rosamund Pike se mimetiza totalmente con Colvin y su un tanto desconcertante personalidad, el de una persona totalmente volcada con su trabajo de reportera de guerra y por contar la verdad sobre Libia, Siria, Palestina, Sri Lanka (donde perdió la visión de un ojo que la hizo llevar un parche prácticamente hasta el resto de sus días) y por denunciar las injusticias y atrocidades que se estaban cometiendo, ocasionando el ser testigo de estas un desequilibrio mental que condicionó su vida y la hizo caer en profundas crisis. No obstante aunque el retrato psicológico de la protagonista no deja de ser fundamental en ningún momento de el filme se hecha algo en falta una mayor profundidad en esto, algo que tal vez no se ha conseguido por querer abordar demasiados aspectos en la historia (los problemas con sus superiores, las relaciones interpersonales sobre todo con Paul Conroy (Jamie Duhan), los tejemanejes bélicos, la ética perodística). La película pese a todo consigue ser impresionante y conmovedora y sin el recurso de las consabidas trampas dramáticas, un filme cien por cien recomendable a periodistas como a gente harta de la hipocresía de la política internacional actual.