jueves, febrero 18, 2016

SPOTLIGHT





** y 1/2

Cada vez que en los últimos años el cine estadounidense trata de aproximarse a acontecimientos reales –independientemente de su interés histórico- acaecidos en fechas relativamente recientes suele caer en mayor o menor medida en el mismo error: adoptar tics de  telefilm, algo que a lo que tienden especialmente temáticas como la judicial, la de investigación policial y, como en este caso, la periodística. La época de Todos los hombres del presidente (1976) ya pasó y en un panorama periodístico-mediático sometido muchas veces al amarillismo y al tremendismo es lógico pensar que muchos de los temas explotados por la prensa de investigación en todo el mundo tengan un potencial dramático muy rico, tal y como demuestra esta inteligente y sobria pero demasiado predecible recreación del origen del destape por parte del periódico Boston Globe de los múltiples casos de abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes católicos bostonianos durante más de veinte años, casos encubiertos por las más altas instancias eclesiales norteamericanas. Una premisa interesante que el director Tom McCarthy lleva medianamente bien pero de una manera más bien rutinaria y en ocasiones aburrida. Salva a este filme el excelente trabajo interpretativo de un reparto competente y momentos de cierta enjundia narrativa que saben estar a la altura de las circunstancias de la temática. No obstante el doble propósito final de la película (homenajear el excelente trabajo de una serie de profesionales de la información que en un momento dado se atrevieron a ir más allá y hacer una evidente denuncia de la impunidad y la doble moral con la que actúan en algunas ocasiones ciertos miembros de la jerarquía de la iglesia católica) se cumple con creces.

Es una lástima que el componente dramático del filme esté tan mediocremente llevado- todo lo relacionado con las víctimas carece a veces de credibilidad-  y que cada vez que se toca el tema  judicial se caiga en los tópicos fílmicos sobre el mundo legal. Como resultado formal final da la sensación que se está viendo un telefilme de lujo o una miniserie televisiva ambiciosa y eso siempre deja una sensación de vacío en el espectador.  Michael Keaton, Mark Ruffallo, Liev Schreiber, Rachel McAdams, John Slattery y Stanley Tucci cumplen y con creces pero eso no consigue levantar la película. Una oportunidad perdida a medias pero que puede encontrar su público.

domingo, febrero 14, 2016

EL RENACIDO (THE REVENANT)




**** y 1/2

¿Conseguirá por fin Leonardo DiCaprio el Oscar al mejor actor? ¿Obtendrá Alejandro González Iñarritu su segundo Oscar consecutivo al mejor director? Sea como sea, resulta deslumbrante el nuevo filme del realizador azteca. Basado en una novela de Michael Punke, The Revenant es una historia de venganza y odio presentada con todas las características de relato mítico sobre el manido tema de la venganza con una presentación arquetípica y muy evidente inspirada en historias mitológicas, leyendas de diferentes culturas, e infinitas fuentes literarias sobre la materia y en donde en este último aspecto se pueden ver no pocos elementos shakeaspearianos puestos en engañosa clave de western. Pero la película no se queda solo con eso ya que tiene un componente filosófico-antropológico que vertebra completamente la película y su mensaje y además aprovecha para realizar una clara denuncia al colonialismo del hombre blanco en EEUU en el siglo XIX y el consiguiente genocidio a la población indígena y en definitiva a la irracionalidad del ser humano mostrando un inquietante listado de comportamientos al borde del salvajismo precisamente en escenarios naturales captados con mimo por la espectacular fotografía del gran Emmanuel Lubezki que convierte a la naturaleza en coprotagonista de la película: una elección lógica y coherente ya que lo que se trata de retratar es precisamente al ser humano en sus más bajas pasiones en un entorno salvaje y no civilizado como fueron los parajes naturales de  Estados Unidos en el XIX. Una crónica humana y tremendista con ecos dispares de Joseph Conrad, Jack London, Sergio Leone, Emilio Salgari, Shakespeare o Sófocles.       

Glass, el personaje que interpreta DiCaprio, es el (anti)héroe trágico del relato, un experto trampero, cazador y hombre de las montañas que junto con un pendenciero grupo de tipos curtidos en la vida a la intemperie recorre los inexplorados  bosques de Arizona en busca de pieles y carne para abastecer las fortificaciones militares. Envidiado por algunos de sus compañeros, admirado por otros y odiado por otros tantos, su relación con alguno de los miembros de la expedición llega a un punto límite que coincide con el ataque a su persona de un oso grizzly que le deja malherido. Bajo la custodia del inquietante Fritzgerald (Tom Hardy), el adolescente Bridger (Will Poulter) y su hijo medio indio Hawk (Forrest Goodluck), Glass se bate entre la vida y la muerte pero pronto la codicia de Fritzgerald dará un terrible giro a la situación. Glass, que se resistirá en todo momento a morir no tardará en encontrar motivos de odio hacia Fritzgerald que en realidad son una proyección de su propio odio al ser humano. Violaciones, muertes, mentiras y traiciones envuelven una historia en donde vemos a un héroe que lucha denodadamente por su supervivencia valiéndose de los recursos que la naturaleza pone a su disposición mientras que al mismo tiempo asiste al poder devastador del ser humano en todos los sentidos, una fuerza que parece destruirlo todo. Hermosas pero inquietantes escenas vespertinas y nocturnas rodadas en auténticos parajes naturales de espectacular belleza (y sin utilizar luz artificial en el rodaje) son el escenario de una historia cautivadora y atrayente como pocas y que triunfa en su no poco ambicioso intento de mostrar la relación del hombre con la naturaleza y los supuestos efectos devastadores que una vida salvaje puede tener en el ser humano (¿o es el hombre  intrínsecamente un ser salvaje?). Al final, un mensaje claro: el odio y la venganza son fuerzas primarias mucho más que destructivas. Una seria candidata a triunfar en la noche de los Oscar en donde ambientación, puesta en escena e interpretaciones también brillan con luz propia. Tal vez su larga duración sea un lastre, pero son tres horas de cine muy bien aprovechadas.