sábado, noviembre 28, 2009

THE GREAT VIDEOCLIP LIBRARY (8). NICK KERSHAW: THE RIDDLE (1984). RESOLVIENDO EL ENIGMA

Nick Kershaw (Bristol, 1958) fue un cantante, multiinstrumentista, compositor y productor británico que gozó de gran éxito internacional en el breve periodo 1982-85 con su Pop-Rock comercial pero con unas letras y tratamiento inusualmente intelectuales y con responsabilidad creativa absoluta de su obra, aspectos prácticamente inexistentes en los ídolos del pop comercial actuales. Aunque sus dos primeros álbumes llegaron al top 10 de las listas británicas y en 1984 batió el record de permanencia anual de un solista en las listas británicas, a partir de la segunda mitad de los 80 su estrella declinó y pese a firmar los mejores LPs de su carrera, ya no vendía ni una escoba. En los 90 se convierte en productor y compositor para otros artistas y a finales de esa decide volver a grabar, aunque ya nada será igual. Para la posteridad dejó buenos temas de pop-rock liviano y sintesista y videoclips memorables, como este que nos ocupa.

The Riddle, fue el primer single de su segundo LP del mismo nombre, publicado a finales de 1984 y se convirtió en su tema de amyor éxito en todo el mundo al llegar al número 3 en el Reino Unido y ocupar el top 10 en varios países. Es curioso como en España algunas emisoras especializadas en clásicos insisten en emitir únicamente Wouldn´t it be good (de su primer LP de 1983) como si fuese el único éxito del músico cuando incluso en España tuvo más éxito The Riddle, pegadiza y lograda tonada con una curiosa y enigmática letra (por algo este tema se llama El Enigma). El video de al canción, es un vistoso y surrealista volcado de imágenes en donde Kershaw se encarna en una especie de ladrón de guante blanco en el interior de un desconcertante apartamento, y en donde aparecen como “invitados”, personajes como el malvado villano Enigma de Batman y los Tweedledee y Tweedledum de Alicia. Una muestra de cómo en los 80 se podían hacer cosas en el Show Business que hoy resultarían un poco grotescas.



lunes, noviembre 23, 2009

El aparatito de Lumiere - UN CUENTO DE NAVIDAD (A CHRISTMAS CAROL)


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Animación digital navideña. Quien iba a decir hace años que la animación informática 3D iba a dominar el cine de animación. Y quien iba a suponer que existirían técnicas como la Motion Capture, capaz de convertir el cuerpo y los movimientos y gestos de actores de carne y hueso en dibujos infográficos. Robert Zemeckis, que ya ha realizado dos filmes (Polar Express y Beowulf) en Motion Capture, vuelve a incidir en la técnica, esta vez auspiciado por la Disney, decidida a estar a la vanguardia en lo que a la animación se refiere. El tema de la película, la célebre obra de Charles Dickens A Christmas Carol (1843), de la que se han hecho infinidad de adaptaciones en cine, TV, teatro, imagen real, animación, con cambio de épocas, con cambio de protagonista…cada navidad desde 1843, estamos expuestos a que de un modo u otro, la inmortal historia del avaro Mr. Scrooge y los fantasmas de las navidades pasadas, presentes y futuras aparezca de un modo u otro en cualquier parte. No es la primera vez que la Disney adapta esta historia (ya hizo en los 80 un corto animado con los personajes más emblemáticos de la casa “interpretando” a los diferentes personajes), aunque en esta ocasión la empresa es mas ambiciosa.


El un tanto cargante carícato Jim Carrey es el peso en el cual se sustenta esta adaptación Motion Capture, ya que pone cuerpo (convenientemente “capturado” informaticamente) y voz al protagonista, Ebenezer Scrooge, además de a los tres célebres fantasmas. Más allá de las esforzadas interpretaciones de Carrey y el resto de actores convertidos en dibujos (Gary Oldman, Cary Elwes, Robin Wright-Penn, Colin Firth y otros), lo que de verdad destaca en este filme es su vistoso look victoriano, sus exquisitas imágenes perfectamente ambientadas en el Londres de 1843, y la espectacularidad de varias escenas panorámicas. El tono de realismo decimonónico pasado por un tamiz sombrío y siniestro, casi más cercano al universo de Poe que al de Dickens, añade encanto gótico a esta revisión de la conocida historia bastante fiel al original. Precisamente por eso, se huye de los clichés infantiles que han suavizado otras adaptaciones para ofrecer el Cuento de Navidad en su vertiente más sombría y por lo tanto, siendo al final no muy aconsejable para los pequeños de la casa.


Merece la pena ver esta película en su versión 3D en las salas al efecto, ya que gana muchos enteros en espectacularidad. La verdad, es que pese a que ya nos han contado esta historia cientos y cientos de veces, sigue teniendo su encanto y es una buena ocasión para redescubrir este clásico inmortal que siempre irá asociado a la navidad año tras año y siglo tras siglo.

domingo, noviembre 22, 2009

BICHOS EN EL ESPACIO


Antes de que el hombre viajara al cosmos, los seres “inferiores” de nuestro planeta tierra, los animales, fueron los primeros terrícolas en viajar al espacio, allá a mediados del siglo XX. Durante los primeros años de la carrera espacial, fueron el sujeto de pruebas mediante el cual el hombre pudo medir los efectos y la capacidad de supervivencia de un cuerpo vivo en el espacio. Gracias a perros, monos y ranas, el ser humano pudo viajar por primera vez en un artefacto espacial. Posteriormente, y una vez consolidada la figura del astronauta humano, los animales continuaron llevando a cabo su misión científica que testeo de la adaptabilidad en el espacio. Gatos, tortugas, arañas y ratones se fueron uniendo a lo largo del tiempo a la conquista del espacio. Comienza la cuenta atrás de este apasionante viaje por el mundo de los astrobichos; six, five, four, three, two, one… lift off!



Cuando a mediados de los años 40 del siglo XX, los norteamericanos y los soviéticos se metieron de cabeza en la carrera espacial y planeaban mandar algún día a algún viajero espacial (los que luego se llamarían astronautas o cosmonautas), decidieron que había primero que experimentar con animales y con otros seres vivos, como mandan los cánones de la ciencia. Así, desde 1947 hasta 1961, año del viaje del primer astronauta de la historia, el soviético Yuri Gagarin (bueno, cosmonauta, como sierre se ha hecho para diferenciar a los viajeros espaciales de la URSS/Rusia de los estadounidenses, denominados astronautas), norteamericanos y rusos pusieron en órbita varias especies animales en vuelos de poca enjundia en comparación con lo que vendría después. Fue en 1947 cuando la NASA decidió introducir una bandada de moscas a bordo del V2, pequeño cohete experimental. El propósito de la “misión” de los insectos era comprobar los efectos de la radicación en las grandes alturas. Las moscas fueron pues los primeros viajeros espaciales terrestres de la historia, aunque tampoco es que volasen mucho a bordo del V2.


En 1948 la NASA consideró por vez primera lanzar mamíferos al espacio (aunque en vuelos de corto alcance espacial) en V2, y que mejor que utilizar los más parecidos al hombre, con vistas a en un futuro lanzar a seres humanos: los simios. El mono rhesus Albert fue elegido el primer primate astronauta de bajos vuelos, pero el simio murió de asfixia en el interior del cohete tras volar 63 km, teniendo el honor de ser el primer mamífero aeronauta y el primer mártir espacial de la historia. Un segundo rhesus, Albert II, repitió experiencia en 1949, pero el pobre no regresó vivo de su periplo en V2 ya que falleció al salir de la nave en paracaídas por un fallo del mismo.


Abajo: los monos rhesus, astrinautas vocacionales

Aunque se tiene constancia de que en los años 50 EEUU puso en vuelos relativamente altos (que no espaciales) todas las misiones fracasaron con los simiescos ocupantes de los cohetes muertos en explosiones, impactos, etc. Los americanos se estaban poniendo un poquitín nerviosos, no conseguían lanzar con éxito nada parecido al hombre al espacio; los rusos podían comerles la tostada. La mayor parte de estos lanzamientos de monos en V2 llevaron el nombre de “Albert” seguido del numeral correspondiente. En la misión Albert V, a parte del primate homónimo, un ratoncillo viajo con él 137 km. de altura en el primer vuelo espacial interespecies, y volvió vivo, algo que no consiguió el mono al colisionar su paracaídas. El 20 de septiembre de 1951 el mono Albert VI y 11 ratones sobrevivieron a su viaje en cohete, aunque murieron posiblemente de stress al poco de aterrizar.


Lo cierto es que en USA en los 50 ratones y monos hacían vuelos espaciales a baja altura, pero aún ningún animal había sido puesto en órbita. En la Unión Soviética, en cambio, la experimentación espacial y aeronáutica con animales marchaba bastante mejor y veían mas cercana la posibilidad de lanzar al espacio algún bicho. El 21 de enero de 1951, la Unión Soviética lanzó a sus primeros animales espaciales aunque no en órbita; fueron los perros Tsygan y Dezik, los cuales viajaron en el R-1 IIIA-1 en vuelo suborbital y sobrevivieron. Estos dos canes tuvieron una nueva misión, en la cual no tuvieron tanta suerte. Seis años después, en 1957, una nueva “misión animal” espacial supondría un avance más que decisivo en la historia de la conquista del espacio


Abajo: Laika, el primer viajero espacial terrestre

La URSS, a finales de los 50, estaba dispuesta en poner en órbita a un ser humano cuanto antes y así comerles la moral a los yankis en plena guerra fría. El gobierno de Kruschev, pionero en la carrera espacial con su satélite Sputnik, estaba dispuesto a poner a un animal en órbita y pensó en un perro, dado el éxito que estos animales habían tenido en otras misiones soviéticas pretéritas. La mítica perra Laika, un ejemplar callejero de raza cruzada indeterminada elegida finalmente tras un arduo proceso de selección y entrenamiento en el cual participaron otros dos perros callejeros (los que mejor pueden sobrevivir a situaciones adversas) recogidos por las autoridades soviéticas. El 3 de noviembre de 1957, Laika fue lanzada a bordo del Sputnik 2 convirtiéndose en el primer astronauta propiamente dicho de la historia, en el primer ser vivo en órbita.


La perra solo sobrevivió unas 6 o 7 horas en el espacio, pero dado que las autoridades soviéticas estaban convencidas de que iba a permanecer viva en órbita más tiempo y ante el temor de hacer el ridículo ante la competencia norteamericana en la primera misión espacial de importancia de la historia, ocultó este hecho y la versión oficial fue que sobrevivió varios días a bordo del Sputnik. Laika murió probablemente de stress y de asfixia. Hasta 2002, Rusia no comunicó oficialmente cuanto el tiempo real que permaneció viva en el espacio. Durante casi 50 años se creyó que Laika, cuya vida fuera de la tierra se sabía desde el principio que iba a ser corta, falleció al comer comida envenenada que se tenía preparada en el Sputnik para sacrificarla llegado el caso o que en su defecto murió por falta de oxigeno aproximadamente al cuarto día de despegar. Su destino fue cruel, pero su papel fue crucial para la historia de la ciencia. 0004 (iz)



Pese a la previsible muerte de Laika, quedó demostrado que un ser vivo podía sobrevivir en el espacio y que podía soportar la ingravidez, por ello no existía impedimento para el propósito soviético de poner a una persona en órbita: un cuerpo vivo podía viajar y sobrevivir en el espacio si se daban las condiciones adecuadas, claro, algo que no sucedió con Laika, quien no tuvo en su Sputnik un sistema de ventilación adecuado ni tuvo un lugar donde defecar, entre otras cosas. Desde la URSS se siguió investigando y se pusieron en órbita a otros perros, en misiones más exitosas que la de Laika. Así, hasta el 12 de abril de 1961, cuando Yuri Gagarin realizó el primer viaje espacial humano de la historia. Hasta esa fecha, en EEUU intentó seguir el paso de los soviéticos y en 1958 puso a su primer animal en órbita, el mono ardilla Gordo, el cual si bien sobrevivió ocho minutos de ingravidez a bordo del AM-13, su cuerpo se perdió tras el descenso en paracaídas. Un año después, en 1959, EEUU consiguió que dos animales sobrevivieran por primera vez en un viaje espacial en órbita: los monos rhesus macho y hembra Able y Baker, quienes conformaron la “tripulación” del Jupiter IRBM AM-18. Consiguieron volar a casi 580 km. de altitud, y estuvieron 9 minutos ingrávidos, en un vuelo de 16 minutos en total. Recuperados sanos y salvos, EEUU creía haberle tomado la avanzadilla a la URSS en la carrera espacial, pero luego el destinó se la va a jugar al Tio Sam dos años después. Able murió cuatro días después del viaje, en una operación para quitarle un electrodo que le había producido una infección, mientras que “Miss” Baker vivirá hasta 1984, en el Centro espacial de Huntsville, Alabama, donde esta enterrada. Able se encuentra disecado en el Museo Smithsonian. Otros dos monos rhesus, Sam y Miss Sam fueron lanzados en sendos pequeños vuelos no orbitales en 1959.

Arriba: Baker en la cápsula


El 31 de enero de 1961, poco antes del viaje de Yuri Gagarin, EEUU lanzó en una cápsula de vuelo bajo al chimpancé Ham el cual fue entrenado para recibir órdenes a base de estimulaciones de recompensas platanares y electroshocks con el fin de demostrar al capacidad de realizar actividades en el espacio. En mayo de ese año, un mes después de Gagarin, se produjo el primer viaje espacial de un ser humano lanzado en USA, el de Alan Shepard. En noviembre de 1961 otro chimpancé, Enos fue puesto en órbita.


Abajo: Ham, chimpancé operario espacial

La URSS, con la figura del cosmonauta ya creada y en plena era de los viajes especiales inaugurada (rivalizando encarnizadamente con EEUU), siguió lanzando animales con fines experimentales a lo largo de los 60: ranas, cobayas, ratones, perros. En 1966, los canes rusos Veterok y Ugolyok protagonizaron el vuelo en órbita más largo de un ser vivo hasta la fecha: 22 días entre febrero y marzo de 1966. Hasta 1974 no será superado por humanos. En septiembre de 1968, la URSS lanza por primera vez animales al espacio profundo, una tortuga, moscas y gusanos. Los nortemericanos, ya en la de pomada de la astronáutica y antes del salto cualitativo que supuso la llegada del hombre a la luna, no realizaron demasiadas misiones espaciales con animales, siendo la más significativa la del mono macaco Bonny en 1969. Francia y China, dos países que en los 60 trataron de unirse a la carrera espacial, también lanzaron animales al cosmos: entre 1961 y 1967 Francia envió al espacio a ratones, gatos (por primera vez felinos en el espacio) y monos. China entre 1964 y 1966 envió a ratas y perros.


En los años 70, USA y URSS siguieron programando experimentos espaciales con animales. En 1972, se produjo el primer viaje espacial con humanos y animales en una misma nave, concretamente en el Apolo 17 en el mes de diciembre, el cual llevaba ratones junto con los astronautas. Posteriormente, en otras misiones de astronautas, se llevarían a peces y arañas, con sorprendentes resultados, como el hecho de que una araña tejiese una red en el espacio. Los soviéticos, por su parte, llevaron a cabo el programa Bion, que consistía en enviar satélites con “tripulación” biológica, en los cuales se encontraban tortugas, peces o ratas. En 1975 el Soyuz 20 permaneció en el espacio 90 días con tortugas en su interior, el record hasta la fecha de permanencia de animales en el espacio.


En los años 80, el número de vuelos espaciales con animales descendió drásticamente: últimas misiones del programa Bion en la URSS (con insectos y anfibios en su mayor parte, aunque también hubo varios monos a partir de 1983) que duraron hasta principios de los 90. En EEUU solo se hizo solo un viaje espacial con animales en los 80, el de dos monos ardilla en el Spacelab 3 del satélite STS-51-B. En los 90, la desintegración de la URSS, la crisis de la nueva Rusia y el empobrecimiento general de las antiguas repúblicas soviéticas produjo el consiguiente estancamiento del programa espacial ruso, el cual puso en el espacio a muy pocos animales, entre ellos los últimos “monos del espacio” en 1997. Otros países como Japón, llevaron a cabo misiones con animales, como la que se hizo en 1995 con tritones. La Estación Espacial rusa MIR recibió en 1990 la “visita” de unas ranas traídas por periodista japonés que viajó al espacio para visitar la estación. Se tiene constancia de que URSS/Rusia lanzó algún mono en los 80 y 90.


En los 2000 queda claro que los viajes espaciales de mamíferos (y vertebrados en general) prácticamente ya han terminado, salvo algunos lanzamientos de perros por parte de Rusia. En EEUU, el Columbia llevó en su último vuelo abejas, polillas u hormigas. En misiones posteriores norteamericanas viajarán otros insectos. Obviamente, ya no tiene ningún sentido mandar a monos, perros y otros mamíferos ya que estos ya cumplieron y muy bien su misión en años anteriores.

Arriba: El mono Able, disecado en el Smithsonian Museum.


Fueron los animales en el espacio, muchos, sobre todo al principio, con destinos trágicos. Sus muertes no fueron en vano, gracias a ellos el hombre ha podido conquistar el cosmos y llegar hasta el límite del infinito. Albert, Able, Baker, Gordo, Bonny, Laika…los primeros viajeros terrestres en el espacio no eran humanos, pero eso no ha impedido que se conviertan en leyendas.