martes, mayo 07, 2013

El Aparatito Lumiere AYER NO TERMINA NUNCA






*** y1/2

Merece ser reconocido el esfuerzo de Isabel Coixet por firmar una película tan complicada y honesta como esta que nos ocupa, que tal vez no sea el mejor trabajo de al directora catalana pero si su película más valiente y efectiva. Con solo dos actores, Candela Peña y Javier Cámara, Ayer no termina nunca se plantea como un filme sustentado en un diálogo entre dos personas que va tejiendo un drama sobre el pasado, presente y futuro de sus dos protagonistas, una pareja rota que se reencuentra concertada pero incómodamente después de cinco años. El recuerdo de un hijo muerto y el dolor subsiguiente que propició la ruptura del matrimonio planean constantemente en un reencuentro que genera una convivencia de unas pocas horas (mostradas casi a tiempo real en la película) en la cual la pareja trata de buscar las claves de su situación actual (dispar para cada uno de ellos) y puntos de encuentro que lleven a una especie de reconciliación no deseada -al menos en apariencia- que lime las asperezas de su situación y aunque en realidad no sirva de mucho. El hecho de que esta película se sitúe temporalmente en un futuro 2017 y se haga continua referencia a los efectos de la crisis, pone de manifiesto que este es un inusual “filme futurista” con intencionalidad de denuncia: la crisis económica en España acarreará crisis ética, de valores y humana y mientras unos huirán de ella estableciéndose en otros países, como en el caso del hombre, otros no tendrán mas remedio que quedarse en una España vendida a inversores extranjeros y empleo y sin recursos propios la más penosa situación, como en el caso de la mujer. Esta es la muy pesimista visión de Coixet sobre el futuro de este país, aunque al fin y al cabo la denuncia es solo el trasfondo en el que se presenta un drama humano con todas las de la ley, y este es el interés principal de la directora.

Javier Cámara y Candela Peña están sencillamente sensacionales en sus interpretaciones, dando vida a dos criaturas confusas y perdidas y que ni tan siquiera tiene claro el estado actual de los sentimientos del uno por el otro. Ira, lágrimas, amagos de alegría, aburrimiento y sobre todo miedo es lo que entre otras cosas logran transmitir ambos actores en sus respectivos personajes situados en el interior de un edificio público abandonado. Algún recurso poético como el de los pensamientos internos de los personajes “monologados” en otra localización nos recuerda a la Isabel Coixet más gráfica e intimista, pero la película esta basada principalmente en una interacción tensa y violenta que cambia, sube y baja de manera espontánea y visceral a los ojos del espectador. La puesta en escena realista y fría enfatiza el poder de atracción de una película que no dejará indiferente a nadie si es vista y degustada con paciencia. Un nuevo acierto de Isabel Coixet, y ya van unos cuantos.