sábado, diciembre 24, 2011

Mis 50 discos que te cagas (40): U2 – WAR (1983)

 

War de U2 fue un ejemplo de que las cosas en la música estaban cambiando en 1983. Años atrás nadie sería capaz de  imaginar que un grupo irlandés que grababa en una compañía independiente, con textos comprometidos en sus canciones, que cultivaba una música alejada de los circuitos comerciales y que apenas hacía promoción de sus álbumes conseguiría no solo un LP de total influencia generacional sino un éxito comercial tanto en el RU como en EEUU. U2, por entonces joven banda de hijos de San Patricio con edades oscilantes entre los 21 y los 23 años cuando publicaron el álbum – y eso que era ya el tercero- consiguió con War  consagrar a la generación de bandas curtidas en el College Rock y del Postpunk, grupos de mozalbetes que ayudados por la absoluta proliferación de sellos independientes, emisoras de radio idem y de conciertos en pequeños locales y universidades conseguían atraer por el boca a boca a multitud de jóvenes seguidores (preferentemente universitarios) deseoso de vibrar con un sonido inmediato, visceral y a veces crudo pero con letras inteligentes y cultas que partía de ciertas premisas punk y que en el Reino unido suponía una alternativa más auténtica a la New Wave, los Nuevos Románticos y el Tecno Pop: era la primerísima generación rock alternativo británico, junto a U2 estaba gente con planteamientos diversos como Joy Division y sus herederos New Order, The Cure, Simple Minds o Echo and The Bunnymen. La banda de Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen ya tenía un pequeño pero fiel grupo de fans tanto el RU y en Irlanda como en alguna menor medida en  EEUU desde sus dos primeros álbumes Boy (1980) y October (1981), incendiarios manuales de pop rock postpunk de increíble y apasionante octanaje emocional que señalaba que aquellos cuatro chavales de Dublín eran unos auténticos cracks. Pero con War se convirtieron en una realidad, un grupo sorprendente capaz de llevar al oyente a estadios de disfrute musical con mayúsculas gracias a su inmediato y pasional sonido guitarrero y su habilidad para crear y ejecutar melodías envolventes, enganchadoras y épicas.

U2, honestos como ellos solos (al menos en sus años juveniles), lograron además con este LP ser portavoces de la juventud desengañada y escéptica ante problemas de la época como la guerra fría y la política armamentística de las grandes potencias, a parte de mojarse políticamente con un discurso izquierdista de cierta inspiración católica (y es que U2 siempre han sido muy religiosos). War tuvo la culpa, un disco enérgico y apasionante como pocos ejecutado por un grupo a punto de explotar pero que aún andaba puliendo sus aristas. En War hay canciones tan totales como el primer single de éxito internacional del grupo, New Year´s Day (aún uno de los temas mas conocidos de U2), sobre el sindicato Solidaridad de Polonia que sin duda fascinó con su piano, su atmósfera nocturna propia del rock siniestro  y la torrencial afectación vocal de Bono, que se estaba destapando como un vocalista de garganta prodigiosa. Al igual que  New Year´s Day otro clásico de los directos de U2 año tras año es Sunday Bloody Sunday épico pop rock de combate y de estadio exaltador de emociones sobre el Domingo Sangriento de Belfast de 1972: U2 se estaban postulando como los mesías músico-político-sociales de finales del siglo XX con este enérgico y apasionante tema de aire marcial (servido por la batería de Larry Mullen) y estribillo coreable a grito pelado. El mismo aire de rock postpunk afectado y vehemente pero esta vez con temática psicológica y autorreferencial se respira en Like a Song… de lo más guitarrero y casi hard que han hecho nunca U2; como también entra en lo apasionado y enérgico The Refugee, aunque con aire más pop y cuasi étnico y alucinante solo de batería de Mullen (realmente, en este LP el U2 silencioso tuvo uno de sus mayores protagonismos).

Los irlandeses demostraron su versatilidad con baladas de bella afectación rockista y aires célticos como Drowning Man que sin duda marcará el patrón de futuros temas lentos del grupo y de no pocas baladas de grupos de rock alternativo británicos posteriores: aquí una vez más un Bono de 22 años dejó patente lo buen cantante que podía ser. Two Herts Beat as One es de nuevo pop rock de estadios aunque esta vez miraba a America anticipando la revolución sonora del grupo que se inició con The Unforggettable Fire (1984). Y en fin, Surrender, melódica y rítmicamente rico tema con interesante cobertura vocal demostraba la habilidad de U2 para crear ambientes sugerentes, en este LP con la ayuda en la producción del diligente Steve Lillywhite. Y es que en War U2 demostraron que podían ser el grupo del futuro.

Revolución en el concepto de un grupo de éxito: el triunfo de la gira del álbum y lo apabullante de sus conciertos ayudaron a engrandecer la leyenda del grupo que no se dejaba ver mucho pero que mucha gente conocía y que parecía huir de los grandes mecanismos de distribución…por el momento. Lo cierto es que la imagen de Bono en el escenario bandera blanca en ristre interpretando Sunday Bloody Sunday ante una multitud enfervorecida empezó a dar la vuelta al mundo y la gente que no había oido a antes al grupo pronto sintió curiosidad. War llegó al número 1 en el RU y consiguió llegar al 12 en EEUU con la crítica entregada en ambos países. Un triunfo inusual para un grupo de estas características, aunque en otros países les estaba costando un poquito llegar al público. U2 aún tenían – y ellos lo sabían – margen de mejora y aún no eran los ídolos universales de masas que serían a partir de The Joshua Tree (1987), pero en War The Edge ya demostraba su increíble habilidad guitarrística y Adam Clayton fascinó con su potente bajo, elementos esenciales junto a la voz multicromada de Bono y la versátil batería de Larry Mullen de la leyenda de U2. Lo mejor estaba aún por venir, pero War continua siendo un LP de muchos kilates.


FICHA TÉCNICA

Géneros: Postpunk, Pop Rock Alternativo
Publicación: febrero 1983
Sello original: Island
Producción: Steve Lillywhite y Bill Whellan
Duración: 42:03
Músicos:
Bono: voz, guitarra
The Edge: guitarra, piano, lap steel, coros, bajo, voz en Seconds
Adam Clayton: bajo, guitarra
Larry Mullen: batería, percusión
Steve Wickham: violín eléctrico en Sunday Bloody Sunday y Drowning Man
Kenny Fradley: trompeta en Red Light
Cheryl Poirier, Adriana Kaegi, Tarin Hagey, Jessica Felton (The Cocoanuts):  coros


Track listing

1- Sunday Bloody Sunday
2- Seconds
3- New Year´s Day
4- Like a Song…
5- Drowning Man
6- The Refugee
7- Two Hearts Beat as One
8- Red Light
9- Surrender
10- “40”

jueves, diciembre 22, 2011

RAYOSC OS DESEA.....


UNA FELIZ NAVIDAD....






Y UN PROSPERO 2012!


(ser todos felices, juer, que tampoco es tan dificil!)

lunes, diciembre 19, 2011

El aparatito Lumiere THE ARTIST


 
 
*****

Una enorme voluntad de asumir riesgo en pos de ofrecer algo bello, original y diferente, un planteamiento cuidado, efectivo e inteligente, un calculado perfeccionismo, un sentido estético de altos vuelos y sobre todo un enorme amor al cine es lo que hace de esta inusual The Artist una irresistible obra maestra. En una industria cinematográfica donde la comercialidad y la taquilla rápida siguen imperando año tras año ofreciendo preferentemente cine espectáculo muchas veces simple y tontorrón, el que exista una película de estas características y además sea de lo mejorcito de este año que termina, es más que una buena noticia. The Artist, filme franco-estadounidense  rodado en blanco y negro y presentado como una película muda sin sonidos y sin voces, con música de fondo  y con los entrañables y caducos carteles de letras blancas sobre fondo negro, es un sentido homenaje al mundo del cine y a su historia, narrado a manera muy sencilla y falsamente ingenua e incluso infantil, casi como de cuento de hadas moderno se tratase, con una historia tragicómica y entrañable que remite a la inocencia de los felices años 20 -en los que se ambienta la mayor parte de la película- y a todo el candor que impregnó dicha alegría naïf en el mundo del espectáculo cuyo fiel reflejo fue el ya resplandeciente Hollywood primigenio de las películas mudas con Mary Pickford, Douglas Fairbanks, Rodolfo Valentino, Mae West o cómicos como Charles Chaplin o Buster Keaton. Una película que además pertenece al siempre estimulante género del “cine dentro del cine” y que se propone con este homenaje retro a las “silent movies” narrar una fábula sobre la importancia de adaptarse a los cambios y al transcurrir del tiempo, vistos aquí como fuerzas irrefrenables que si nos recibidas de al manera adecuada pueden acabar con uno: el paso del cine mudo al cine sonoro en 1929 es el ejemplo ilustrativo sobre esto al que recurre magistralmente esta película.

Resulta significativo que una película en donde la mayor parte del dinero es francés, lo mismo que su director y guionista Michel Hazanavicius, haya sido capaz de captar de manera magistral el espíritu del Hollywood en pañales de los años 20 y 30. Rodada en EEUU y con un reparto principalmente norteamericano salvo sus dos protagonistas franceses Jean Durjain y Bérénice Bejo (espectaculares, fantásticos), esta producción esta claro que rompe los prejuicios de que solo Hollywood es capaz de representarse fielmente así mismo o que los norteamericanos son los únicos que pueden contar su  propia historia: bienvenida sea la globalidad en el cine. The Artist  nos muestra la historia de George Valentin (Jean Durjain), un famoso galán de cine de fino bigote y blanca sonrisa que triunfa en los años 20. En un momento de su carrera conoce a la joven y bella aspirante a actriz Peppy Miller (Bérénice Bejo) a la cual aconseja y protege inicialmente y que con el tiempo se convierte en una estrella. Pero llega 1929 y con el cine sonoro además del crack de la bolsa y en definitiva toda una época de cambios (los años 30), auque el nuevo invento del cine hablado no convence a nuestro carismático y altivo divo protagonista y este se atrinchera en sus convicciones e insiste en seguir con el cine mudo cueste lo que cueste. La intensa relación personal entre George y Peppy y los cambios y evolución que experimentan ambos personajes a lo largo del filme marca el pulso narrativo de este en donde la crónica-homenaje, la comedia  slapstick  y el melodrama Hollywood a la vieja usanza se dan cita para ofrecer una historia cautivadora reforzada por el impagable espectáculo visual de sus imágenes en blanco y negro y su reconstrucción mas que fiel de los clichés del cine mudo, ofrecidos con cariño y trabajada delicadeza.

Resulta muy convincente la intencionadamente idealizada ambientación en los años 20 y 30 aunque parezca un tanto irreal a veces: no hay que olvidar que estamos ante un ejercicio de estilo hiperbólicamente manierista y todas esas licencias se entienden y en cierto modo, resultan incluso oportunas. El reparto norteamericano, a parte de los protagonistas, funciona muy bien con unos estupendos John Goodman, James Cronwell y Penélope Ann Miller. Todo el elenco artístico da la impresión de haber comprendido a la perfección la importancia en este filme del lenguaje corporal y ene se sentido el trabajo actoral es enorme. También es de mencionar la hermosa fotografía de Ludovic Bource y la música de Guillaume Schiffman, totalmente fiel a los cánones de las partituras del cine mudo. Una película divertida, disfrutable, a veces triste, a veces trágica, otras cómica pero siempre entrañable y con un mensaje final de optimismo y esperanza siempre dentro de sus parámetros de relato pretendidamente inocente. Un canto al amor, a la vida y al cine, un filme precioso que supone el mejor acierto para ir al cine estas navidades      

domingo, diciembre 18, 2011

CHARLES BABBAGE, EL VICTORIANO QUE INVENTÓ EL ORDENADOR




A principios del siglo XIX un singular matemático y filósofo inglés ideó algo que sin duda alguna iba a cambiar la historia de la humanidad: el primer aparato capaz de hacer cálculos matemáticos automáticamente. Era la máquina diferencial que más tarde tendría una versión mejorada con la máquina analítica. Los primeros ordenadores de la historia. Ninguno de estos dos artilugios se pudo terminar por la dificultad del proyecto para la época, pero Charles Babbage (1791-1871) siempre quedará en los anales como el hombre que teorizó y creó el concepto moderno de la informática más de cien años antes de que se inventasen los primeros ordenadores. Un excéntrico genio visionario cuya aportación obviamente ha sido enorme.


“Nadie pudo sospechar a comienzos del siglo XIX que en algún lugar de Inglaterra una mente infinitamente superior a la nuestra estaba estudiando la posibilidad de que una máquina pudiese calcular y así librar a la humanidad de la pesada función de hacer complicadas operaciones matemáticas. Estudiando todo minuciosamente y paso por paso, lenta, pero inexorablemente aquel hombre estaba concibiendo una máquina prodigiosa que iba a resultar una de las mayores invenciones de la humanidad”. Así hubiese descrito H.G Wells el comienzo de la historia de la máquina diferencial y de Charles Babbage, un hombre cuya vida y obra bien parece estar sacada de una novela de ciencia ficción del siglo XIX o de una fantasía que actualmente denominaríamos steampunk, pero fue cierta. Charles Babbage matemático, ingeniero, inventor y pensador británico inventó el primer ordenador, aunque jamás pudiese terminar sus dos prototipos diferentes creados por él. Una enorme mente privilegiada en el cuerpo de un genio excéntrico que fue capaz de ver el futuro y que es considerado hoy día el padre teórico de la informática. Escasamente conocida tanto su figura como su obra, es de justicia el recordar su singular e importantísima aportación a la historia de la humanidad así como su curiosa trayectoria científica con diversos inventos. 

Charles Babbage nació el 26 de diciembre de 1791 en Londres en el seno de una familia acomodada. Su padre, banquero,  tenía varios negocios y propiedades y esto le permitió ofrecer una esmerada educación al joven Charles, que asistió a varios colegios primarios debido a que tenía que interrumpir frecuentemente su curso escolar debido a su delicada salud. No obstante, tuvo también varios tutores particulares. Babbage siempre consideró que sus enfermedades infantiles le permitieron alcanzar sesudos razonamientos a una edad temprana. Hacia los diez años, Babbage asistió a una pequeña academia en el condado de Devon tras abandonar la escuela Rey Eduardo VI en la localidad de Totnes, al sur de Devon donde había una nutrida biblioteca en donde el joven charles tuvo acceso a varias lecturas, en especial a tratados matemáticos que cimentaron su amor por los números. Tras abandonar dicha academia tuvo dos tutores privados que se encargaron de su educación secundaria, el segundo un tutor de Oxford que le enseñó filosofía y pensamiento y literatura clásica (Babbage ya era un genio de las matemáticas). Para entonces los Babbage se habían trasladado a la localidad de Teignmouth, Devon.  

En 1810 con 19 años Charles Babbage ingresó en Cambridge para estudiar ciencias exactas en el Trinity College, pero no le gustó nada lo que allí se enseñaba. Él y otros alumnos estaban profundamente influidos por el pensamiento del matemático y filósofo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716) y en 1812 fundó en Cambridge la Sociedad Analítica junto con John Herschel, George Peacock  y otros para promover y defender el cálculo analítico de  Leibniz, que era el que se enseñaba en Europa continental en oposición al cálculo newtoniano, que era el predominante en Gran Bretaña.  Babbage se graduó en 1812 aunque sin honores; dos años más tarde obtendría una titulación honorífica sin examen.  Tras casarse en 1814 con Georgiana Withmore se trasladó a la mansión de Dudmaston hall, propiedad de la familia de su esposa y poco después a Londres.

La idea del cálculo mecánico, en los albores de la revolución industrial donde muchas cosas se empezaban a hacer con pesadas máquinas, surgió en los días de Cambridge. Se cuenta que en 1812 Babbage se encontraba en la sede de la sociedad Analítica revisando unas tablas de logaritmos y advirtió que estas contaban con bastantes errores, entonces se preguntó ¿por qué el cálculo de logaritmos no podrías ser hecho por una máquina, como estas hacen otras cosas? Al parecer, Babbage conocía una experiencia previa en Francia en donde el gobierno galo editó tablas de logaritmos calculadas por una serie de matemáticos que se encargaban de las primeras fases de las operaciones mientras que el cálculo restante (suma y resta) era realizado por ochenta máquinas que podían hacer esas operaciones. En aquel entonces cualquier tabla numérica o matemática era calculada por personas (matemáticos) que recibían el nombre de “computadores”, aunque esto acarrease que dichas tablas contuviesen errores humanos. Babbage creía que con los adelantos de la ciencia a comienzos del siglo XIX era posible hacer grandes cálculos mecánicos más allá de las sumas y restas y que era posible construir máquinas para tal  efecto que además reducirían o anularían el margen de error. De hecho, ya a principios del siglo XVII Blaise Pascal inventó la primera calculadora mecánica que sumaba y restaba, la Pascalina, y a finales de dicho siglo Leibniz creó la Máquina de Leibniz, que además de sumar y restar podía multiplicar y dividir. Solo era cuestión de crear unas máquinas de calcular más perfectas y potentes. De ese modo, Babbage consiguió fabricar máquinas calculadoras a vapor que funcionaban correctamente y que en cierto modo funcionaban como una computadora moderna con una memoria, unas instrucciones operativas y un funcionamiento basado en el lenguaje binario desarrollado por Leibzn. Sin embargo,  se requería de una empresa más ambiciosa: poder calcular funciones polinómicas de manera automática, ya que las máquinas anteriores creadas por Babbage solo podían hacer las operaciones básicas.



 Reconstrucción de la máquina diferencial

 
En 1822 comenzó a trabajar en una máquina para tal función basándose el método de las diferencias finitas. Previamente, el ingeniero y matemático se documentó in situ de los procesos industriales de fabricación de piezas para construir las partes de esta máquina en un taller improvisado en su casa con varios operarios. Se inició entonces la construcción del primer prototipo del artilugio al que llamó máquina diferencial, que jamás logró terminar pese ha haber recibido una generosa financiación del gobierno de Gran Bretaña. Ya en 1827, extenuado por el esfuerzo y deprimido por la muerte de su esposa y de uno de sus hijos, interrumpió su construcción y se dedicó a viajar por Europa para aprender nuevos procesos de manofacturación. En 1828 regresó a Inglaterra trató de retomar el proyecto aunque el recelo del gobierno británico era mayúsculo. La financiación prosiguió hasta principios de 1830 pero no se consiguió casi ningún adelanto en parte debido a los problemas con el supervisor de las obras, Joseph Clemens, que no recibía adecuadamente su paga. Las ayudas oficiales cesaron y en 1834 se canceló definitivamente el proyecto de la primera máquina diferencial. De haberse concluido, hubiese pesado 15 toneladas y hubiese medido más de 2 metros de altura. Hoy día los fragmentos de la primera máquina diferencial están en el Museo de Historia de la Ciencia de Oxford, mientras que una reconstrucción a partir de los diseños de Babbage se halla en el Science Museum de Londres.

Pese a los sinsabores, Babbage no se rindió y tras el fracaso de la máquina diferencial (que hubiese sido revolucionaria de haberse concluido) comenzó a pensar en seguida en una nueva máquina mejorada con respecto al proyecto anterior. La máquina analítica, como la comenzó a llamar su creador, sería una máquina para cálculos complejos cuya principal diferencia con respecto a la máquina diferencial sería que podía ser programada previamente por una persona mediante tarjetas de cartón perforadas que contuviesen las órdenes dadas en lenguaje binario. Estas tarjetas se colocaban en al máquina y ella solo hacía el cálculo ordenado en el programa.  En otras palabras, Babbage estaba inventando la programación informática. El sistema de las tarjetas perforadas fue creado en 1801 por Joseph Marie Jacquard para el telar de su invención: mediante tarjetas con filas de agujeros  en donde cada fila (dispuesta de manera diferente) correspondía una fila de un diseño para textil un telar podía realizar diferentes patrones según el programa de tarjetas perforadas que se le colocase. En el caso de la máquina analítica, las tarjetas contendrían los resultados de operaciones previamente computadas. Esta máquina podría hacer cualquier tipo de cálculo y no solo polinómico.  En 1835 concluyó el diseño de la máquina analítica, que resulto un armatoste aún mayor que al máquina diferencial. Babbage, al igual que con el anterior aparato jamás llegó a terminar su nuevo ingenio, tanto por falta de financiación como por conflictos con su ingeniero supervisor.

Ada Lovelace, la primera programadora

 Durante los años 830 y principios de los 840, Charles Babbage intentó hacer modificaciones y mejoras en su proyecto y fabricar piezas del mismo, pero los avances eran escasos.  En 1842 entra en escena Ada Lovelace (1815-1852), una joven intelectual y escritora con un talento genial para las matemáticas, hija ilegítima de Lord Byron (nacida Augusta Ada Byron, más tarde conocida como Augusta Ada King, condesa de Lovelace). Lady Lovelace desde su adolescencia en los años 830 admiraba el trabajo y obra de Babbage y mantenía correspondencia con él. Su maestro sentía también admiración por ella y su extraordinaria mente, sus habilidades como escritora y sobre todo por sus increíbles dotes matemáticas, llegándola a otorgar el sobrenombre de “la encantadora de los números”. Lovelace tradujo del francés una memoria del matemático italiano futuro primer ministro de Italia Luigi Menabrea sobre una conferencia que Babbage dio en Turín sobre la máquina analítica a la que añadió varias notas y comentarios propios que resultaron más largos que la propia memoria. En ellos incluyó, además de una compelta descripción sobre el funcionamiento y capacidades de la máquina, un método algorítmico para calcular una secuencia de números Bernoulli con la máquina que puede ser considerado el primer programa para una máquina así como el escrito de Lady Lovelace anticipó el concepto teórico del software. Obviamente  este primer programa jamás se pudo aplicar al no haberse podido concluir la máquina analítica, pero de haber existido la máquina, el programa funcionaría correctamente.   

Entre 1846 y 1849, Babbage trató de diseñar una versión mejorada de la máquina diferencial, pero jamás inició su construcción debido a la total falta de fondos. En 1991 el Science Museum de Londres construyó dos prototipos de la segunda máquina diferencial (uno se encuentra en dicho museo y el otro en el Computer History Museum de California) siguiendo los planos originales y con materiales de principios del siglo XIX. Estos modelos fueron probados y llegaron a funcionar realizando cálculos con resultados de 31 dígitos. Con la cancelación del proyecto de la segunda máquina diferencial concluyen los intentos y experimentos de Babbage con la primitiva informática. Hay que decir que gran parte de su pensamiento y concepciones sobre la computación y la primitiva informática estaban influenciadas por su peculiar idea religiosa de Dios como “programador” de leyes divinas atemporales y universales.  

 Reconstrucción de la máquina analítica


A parte de su trabajo e investigación con la máquina diferencial y la máquina analítica, Charles Babbage se interesó por campos como la astronomía creando una máquina capaz de calcular tablas astronómicas y matemáticas. Este trabajo le reportó en 1824 la Medalla de Oro de la Royal Astronomical Society. Entre 1828 y 1839 ejerció de profesor de matemáticas en Cambridge y fue muy activo en la vida investigadora de la Universidad, publicando varios artículos en revistas científicas y fundando allí las Sociedades Astronómica y Estadística. También cultivó la criptografía creando un sistema que fue utilizado durante un tiempo por el ejército británico. Entre sus invenciones también destacan el “cow-catcher” (1838), el armazón de metal situado en la parte frontal de las locomotoras para alejar los obstáculos, y un prototipo de oftalmoscopio (1847) cuatro años antes de que fuese patentado el primer modelo de Helmholtz y que jamás vio la luz.  En el campo de la economía estableció el llamado “principio de Babbage” en el cual afirmaba las bondades de la división de trabajo en donde los trabajos mas cualificados debían ser ejecutados por los trabajadores más aptos ya que según él muchos trabajadores cualificados hacían trabajos por debajo de    sus capacidades, y que por consiguiente debían recibir mucho mejor salario que los trabajos realizados por trabajadores con menos habilidades.  Este principio inspiró el taylorismo y fue duramente criticado por Marx influyendo la antítesis de esta idea poderosamente en el pensamiento de Marx. Babbage también se embarcó en pintorescas andanzas como la realización de un estudio matemático sobre las causas de la ruptura de los cristales de una fábrica (rotos en su mayoría por “borrachos, niños y mujeres”) o en la campaña contra los aros de los niños que según el rompían las piernas de los caballos.   

De los cuatro hijos supervivientes de Babbage (llegó a tener hasta ocho) destacó como figura pública Benjamin Herschel (1815-1878) ingeniero, político, científico y explorado. Charles Babbage falleció en Londres el 18 de junio de 1871 a los 79 años. La mitad de su cerebro se encuentra conservada en el Real Colegio de Cirujanos de Londres y la otra mitad en el Sciencie Museum. Charles Babbage, padre teórico de la informática, creador de los conceptos de memoria, programa, la estructura del Hardware, cálculo informático y programación (esto último en colaboración con Ada Lovelace) fue sin duda el hombre que lo empezó todo en el mundo de la informática. Un adelantado a su tiempo que pudo cambiar el mundo en plena época victoriana pero al que el faltó dinero y fortuna para culminar sus invenciones, los primeros ordenadores de la historia. No se sabe que hubiese ocurrido en el mundo científico de haber culminado sus invenciones en el siglo XIX, pero posiblemente la historia hubiese avanzado por otro camino y hoy en día quien sabe a donde hubiésemos llegado.