sábado, diciembre 27, 2014

El Aparatito Lumiere BIG HERO 6




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La Disney adapta por primera vez un cómic de Marvel, la editorial que compró hace un par de años y que también cuenta con su división de producción cinematográfica, responsable ya de un motrollón de adaptaciones de sus viñetas. Antes de nada hay que decir que este filme de animación por ordenador es una adaptación muy libre del cómic original creado en 1998 por Steven T. Seagle y Duncan Rouleau, que presentaba a un equipo de superhéroes japoneses con las características típicas de los tebeos de este género del noveno arte, ya que se cambia completamente el contexto, la mayor parte de los personajes y en cierta medida la intención original de los Big Hero 6 genuinos en pos de un tono- como ya  cabria esperarse teniendo en cuenta quien está detrás de esta versión- más cómica, infantil y amable pero no exento de rasgos bastante poco frecuentes en las producciones Disney habituales como son ciertas dosis de violencia (contenida, eso si) y algún que otro momento lúgubre además de apostar por ciertas reminiscencias estéticas del manga nipón, algo que ya ocurría en el tebeo original pese a tratarse de un producto norteamericano. El público de entre ocho y doce años parece el destinatario ideal de este simpático y entretenido filme muy bien elaborado técnicamente y que no pasará a la historia por ser una de las mejores películas de animación de Disney ni siquiera de los últimos diez años, pero si un producto que pude marcar un antes y un después en la manera de concebir el cine de dibujos animados de la veterana productora.

La película se sitúa en un mundo futurista culturalmente imposible (o vete a saber, igual dentro unas décadas no tanto) con elementos occidentales y japoneses. En la ciudad de San Franzokio (el nombre de la urbe ya lo dice todo) vive Hiro Hamada un adolescente prodigio que a sus 14 años es un experto en robótica y en nanotecnología aunque desperdicia su talento construyendo robots para combates ilegales de autómatas mientras que su admirado hermano universitario Tadashi- otro genio de la tecnología- ha creado Baymax, un orondo robot blanco recubierto de un material acolchado e inflable para que sirva de guardián y enfermero de su cabezaloca hermano menor. Aunque Hiro al principio es reluctante a la sobreprotección de Baymax- un robot totalmente entregado al cuidado del adolescente- pronto hará migas con él y no dudará en “reclutarle” cuando una serie de desagradables acontecimientos comienzan a sucederse en la ciudad afectando a la propia persona de Hiro y todo lo que el ama y en lo que cree. Así, en una épica misión justiciera Hiro y Baymax se harán acompañar por una pintoresca troupe de superhéroes, todos ellos universitarios nerds y cerebritos, formando los Big Hero 6 del título. Humor, ternura, aventura y acción se dan cita en una película que encantará a los más pequeños, sobre todo si son amantes de historias inteligentes o con adrenalina, aunque lo que en realidad cautiva  a todos los públicos es su canto a la amistad y al trabajo en equipo en beneficio de todos. Una buena película para llevar a la chiquillada estas navidades.

miércoles, diciembre 24, 2014

El Aparatito Lumiere MR. TURNER






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Hacía mucho tiempo que un filme de época decimonónica  no resultaba tan cuidado, honesto, esforzado e interesante como este biopic del pintor británico William Turner (1775-1851) uno de los mayores exponentes del romanticismo pictórico y precursor del impresionismo cuya impronta estética ha resultado enormemente influyente en la cultura inglesa. Un personaje con bastantes peculariedades y aspectos interesantes en su biografía que pedía a gritos una película, algo que ha hecho con sumo esmero y grandes dosis de oficio el siempre eficiente Mike Leigh (Indefenso, Secretos y mentiras, Happy) con una película que cumple más que con creces su proposito de mostrar las calves vitales y psicológicas de un hombre genial pero extraño en una Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX extraordinariamente recreada. Leigh, que también firma el guión, ha insuflado a su filme un aroma coherentemente pictórico con una atmósfera que parece precisamente sacada de los cuadros del artista (un pintor principalmente de marinas y paisajes cuya obra fue muchas veces injustamente vilipendiada en su vida) ayudado por la preciosa y sugerente fotografía de Dick Pope, que sin caer en refinamientos artísticos y tramposos consigue transportarnos a la Inglaterra de mediados del XIX. Unos encuadres sublimes en donde los espacios cerrados, las ventanas, los recovecos y el sentido de la distribución de pasillos, habitaciones y la dicotomía interior-exterior cumplen una función primordial homenajean también de algún modo la filiación artística del filme que, por si fuera poco, se sigue con mucho interés pese a su relativamente larga duración y su ritmo no precisamente rápido.

Ese gran actor que es Timothy Spall -justamente galardonado con el premio al mejor actor en Cannes por este filme- da un auténtico recital interpretativo como Billy Turner, un hombre huraño, solitario, misántropo, egoísta y abominable que nunca atendió  a su familia (a excepción de su anciano padre, interpretado en la película por un también excelente Paul Jesson) y que andaba a la continua greña con muchos de sus colegas. Amado y odiado por la comunidad artística y por el público en general- que la mayoría de las veces no entendía sus pinturas a menudo versadas sobre naufragios, batallas y calamidades pintadas con brochazos abruptos y técncias extrañas- la película refleja excelentemente su complicado y contradictorio carácter, a veces entregado y tierno (especialmente con quienes más apreciaba) y otras gruñón e intransigente, así como su extraña relación con el género femenino, entre la misoginia y la pasión mas exacerbada. La interpretación de Spall (a veces sobrecogedora) ayuda mucho en la consecución de una película degustable e inteligente y en donde un largísimo reparto funciona como un reloj con unas actuaciones de nota alta y diálogos jugosos. También merece mencionarse el esfuerzo en la traducción al español y el conseguir adaptarse a los cánones conversacionales decimonónicos en lugar de meter anacronismos absurdos una y otra vez como en muchos filmes de época, algo en lo que colabora un doblaje muy cuidado. Una película perfecta para amantes de biografías de personajes poco amables y de la historia del arte y también para todo tipo de cinéfilos, que de modo alguno debe pasar desapercibida.

martes, diciembre 23, 2014