viernes, agosto 28, 2009

El aparatito de Lumiere - NAPOLEÓN Y YO (N (IO E NAPOLEONE))


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La figura de Napoleón Bonaparte ha sido un material cinematográfico bastante habitual, y por ello cualquier película en donde aparezca como protagonista o como secundario el emperador de Francia parece que no pueda ofrecer ya nada nuevo. Pero para nuestra sorpresa, si bien ya pocas películas sorprendentes se puedan hacer sobre el personaje histórico, todavía hay oportunidad de degustar películas estimables con Napoleón como personaje central, tal es el caso de esta película, una cuidada coproducción italo-francesa dirigida con clase por Paolo Virzi. Aquí nos encontramos en el célebre episodio del ocaso del emperador, exiliado en la isla italiana de Elba en 1814, tras haber perdido el poder en Francia y haber sucumbido en su invasión a Rusia. Interpretado por el gran actor francés Daniel Auteuil, ahora Napoleón es un megalómano melancólico y taciturno, pero aún con el orgullo y la soberbia suficientes como para aspirar a huir de su exilio y comenzar de nuevo campañas militares. Tratado por los sencillos ciudadanos de Elba como un dios en vida y obviando la crueldad exhibida durante su estancia en el poder de media Europa, el ex emperador no tardará en mostrar su arrogancia y crueldad, solo criticada por Martino Papucci (Elio Germano) un joven maestro de escuela pro revolucionario y que odia a Napoleón, sobre todo por haber traicionado los principios de la Revolución. Martino, impulsivo e irascible, es nombrado secretario de Napoleón por el alcalde de la ciudad para anotar los pensamientos y soliloquios del ex mandatario, a lo que el joven accede convencido que así puede llevar a cabo su más grande deseo en ese momento: matar a Napoleón.

La película mezcla la comedia costumbrista con el drama y huye de la pedantería y el historicismo académico para mostranos un acontecimiento a los ojos de gente sencilla y con aspiraciones a priori modestas, como es el caso de Martino, el verdadero motor de la película. La película recurre por momentos a la sátira inteligente (las un tanto patéticas tentativas de Martino de matar a Napoleón), y se sabe poner seria en el momento preciso. La confrontación entre Martino Papaucci y Napoleón, en donde el joven muchas veces ve restados sus argumentos de odio hacia el emperador debido a la sapiencia y reflexividad de este para luego resurgir su ira a causa de la inhumanidad mostrada por Napoleón, es el pivote en donde se sustenta gran parte de esta película. En el reparto figura también una bellísima Monica Bellucci en el papel de una irresistible y madura baronesa elbana amante y protectora de Martino. Vista esta película, es poco comprensible como haya tardado tres años en ser estrenada en España.

miércoles, agosto 26, 2009

MIS RETALES FOTOGRAFICOS (VI)

Algorta Portu Zaharra (2007)



La taza del paseo (2005)



Una marisma tras la vegetación (2006)



Bilbao Comic Strip (2009)

domingo, agosto 23, 2009

LA HISTORIA DEL SIGLO XX SEGÚN TINTÍN


En 2009 Tintín cumple 80 años. El personaje más celebre de la historia del cómic es un abuelete que nunca envejeció y que hasta la muere de su creador, el belga Georges Remi, Hergé (1907-1983) siguió siendo un eterno adolescente, un reportero de prensa al que casi nunca se le vio ejercer su profesión, pero que vivió innumerables aventuras en multitud de países, reales o inventados, en pos de valores como la justicia, la paz y la amistad. Desde 1929 - fecha que apareció su primera aventura Tintín en el País de los Soviets, hasta 1983 – año en que vivió su última aventura inacabada por al muerte de Hergé, Tintin y el Arte Alpha-, el chavalín del tupé y los pantalones de golf tuvo tiempo de sobra ser testigo de excepción de los cambios que se produjeron política y socialmente en una época tan apasionante como es el siglo XX, sin que el tiempo pasase por él, como todo personaje de papel y tinta china. Porque a lo largo de 24 álbumes, Tintín ha recorrido muchos de los avatares de la historia del siglo XX, y es por tanto testigo de excepción de dicha centuria, cuyo transcurso marcó el carácter cambiante de sus aventuras. Hagamos un pequeño recorrido a través de la Historia con el personaje que cambió el concepto de cómic y que configuró gran parte de lo que hoy conocemos del noveno arte. Hergé, gran visionario, consiguió crear un personaje mítico cuya influencia en la cultura de nuestro tiempo es incuestionable, como lo es también el carácter universal y transtemporal de su universo, pese a estar circunscrito en más de 50 años de la historia del siglo XX.



Tintín contra los bolcheviques, una aventura para olvidar


Para acometer cualquier análisis sobre Tintín hay que tener presentes los peculiares orígenes del personaje, que sin duda marcaron el carácter de sus aventuras y el hecho de que muchos de sus álbumes fuesen de marcado contenido político. Hergé, en 1929, con 22 años colaboraba en el diario belga Le Vingtième Siècle desde 1925, primero como botones y después haciendo ilustraciones, y era desde 1928 coordinador de su suplemento infantil, Le Petit Vingtième. Este periódico, dirigido por el abate Norbert Wallez, era católico, ultraconservador y anticomunista. El joven Hergé, antiguo jefe de boy scouts católicos, había entrado en el diario por cierta afinidad ideológica derechista, aunque según confesó en su vejez, tanto el diario como su fundador Wallez siempre le parecieron enormemente radicales e intolerantes. Wallez propuso a Hergé crear una historieta de aquello que tenía mucho éxito en Estados Unidos y que combinaba dibujos con texto en “bocadillos” (Hergé ya había hecho un proto cómic años antes en otro medio con el personaje del boy scout Totor), y que aleccionase a los pequeños lectores del Le Petit Vingtième sobre los peligros del comunismo. En aquella época del llamado periodo de entreguerras (1918-1939), la Unión Soviética, fundada en 1922 en la antigua Rusia y otras repúblicas limítrofes, se había convertido el primer estado comunista, inaugurando la política de bloques que marcará gran parte de la historia hasta finales de la década de los 80 del siglo XX. Para la comunidad internacional, existía la “amenaza” de la propagación del socialismo (el “bolchevismo”, que se decía) por otros países, y las esferas más conservadoras estaban en alerta, al tiempo que la crísis económica de finales de los años 20 había devenido en una crisis política, donde los fascismos totalitarios estaban comenzando a irrumpir, como era en el caso de Alemania e Italia. En Bélgica, en 1929 gobernaba precisamente el Partido Católico. Wallez propuso a Hergé que leyese para inspírate un libelo anticomunista titulado, Moscú sin velos de Joseph Doulliet, en donde se describía la verdadera realidad del supuesto paraíso socialista soviético, aunque de una manera un tanto atroz. Hergé ideó entoinces una historia situada en el Moscú comunista en donde “envió” al personaje creado al efecto, el joven periodista del Le Petit Vingtième Tintín,a comparado de su perrito Fox Terrier blanco Milou (Milú, en castellano). La aventura Tintín en el País de los Soviets, se publicó durante varias entregas semanales en formato tira en el suplemento desde el 10 de enero de 1929 hasta el 11 de mayo de 1930. La historieta, como todas las primeras de Tintín, era en blanco y negro y el dibujo, bastante mediocre, estaba bastante alejado de la gran calidad de los trabajos definitivos de Hergé. El cómic, que apareció como primer álbum de Tintín en 1930, no tenía una historia clara como en el resto de aventuras del personaje, era más bien una concatenación de diversos sketches a veces inconexos donde Tintín descubría las maldades del régimen soviético: distribución de alimento solo a aquellos que se declaraban comunistas, obligación de votar al Partido Comunista, exportación masiva de trigo para mostrar al mundo la prosperidad del país mientras la población se muere de hambre, encuentros de Tintín con el Ejército Rojo, pillaje. Tintín regresa como un héroe a Bélgica tras su “misión” de mostrar la verdad al resto de Europa sobre la situación en la URSS. La historieta fue un gran éxito en Bélgica y convirtió a Tintín en un fenómeno social en el país.


No obstante, Hergé repudió Tintín en el País de los Soviets, tanto por su radicalismo ideológico (mucho de lo que aparecía allí estaba convenientemente exagerado y tomado del difamatorio libelo antes mencionado) como su pobreza argumental. Realmente es la peor de las aventuras de Tintín, y Hergé nunca la volvió a rehacer en color, tal y como hizo los álbumes posteriores de los 30 y 40, publicados originalmente en blanco y negro. Ya a finales de los años 30, Hergé decidió retirar el álbum de circulación y no se reeditará (sin ningún cambio con respecto al original) hasta 1973 en edición facsímil. Posteriormente, se ha venido reeditando otras veces, en un formato diferente al del resto de álbumes de Tintín, ya que nunca se ha incluido como parte de las series que sobre el personaje se han editado en los diferentes países del mundo. Hergé siempre se disculpó del tono ultraconservador de este álbum alegando su juventud e inocencia en aquella época y el hecho de que trabajaba para un diario de extrema derecha.




¿Tintín colonialista?


Hergé siguió publicando la cabecera de Les Aventures de Tintín en Le Vingtième Siècle hasta 1940, en el comienzo de la II Guerra Mundial. La siguiente aventura de Tintín, Tintín en el Congo (publicada en el diario entre 1930 y 1931), ya no tenía tanto carácter político pero era claramente hija de su tiempo: el colonialismo. En efecto, en 1930 el Congo era una colonia de Bélgica, desde 1908, status que mantendría hasta su independencia en 1960. Antes, de 1885 a 1908, fue un territorio controlado personalmente por el Rey de Bélgica, Leopoldo II, en una época de infausto recuerdo por las atrocidades que se cometieron contra la población indígena, la más notable las matanzas en la recolección de caucho de 1903, que pusieron a la comunidad internacional y la prensa en contra de Leopoldo. En la época colonial belga, a partir de 1908, el gobierno central de Bruselas inicialmente asumió el control total del país, aunque posteriormente se creó un gobierno general colonial. La iglesia católica controlaba la mayor parte del sistema educativo, y existía segregación racial en algunos casos, pese a ausencia de leyes escritas al respecto. A principios de los 30, el Congo seguía siendo el orgullo colonial belga, y pese al evidente declive del colonialismo en aquella época, había que sacar pecho ante aquellas rentables posesiones de ultramar. Pues bien, Tintín, como buen reportero de un diario conservador, iba a mostrar a sus jóvenes lectores la “prosperidad” de esa Bélgica africana, tan lejana para ellos, y las “bondades”, del colonialismo. Aunque sin llegar a los niveles ínfimos de Tintín en el País de los Soviets, el argumento de Tintín en el Congo vuelve a ser pobre, centrado en la lucha contra el tráfico de diamantes. Aquí Tintín colabora con las Misiones, se carga un rinoceronte con dinamita y trata con estúpido paternalismo a los negritos que conoce en el país africano. Hergé rehizo el álbum en color en 1946 y en sucesivas ediciones fue eliminando cualquier alusión apologista al colonialismo, algo que se hizo necesario tras la independencia del Congo en 1960. Uno de los cambios más significativos fue el de la viñeta donde Tintín explica a sus alumnos congoleños de la Misión la verdadera “patría” de éstos, Bélgica, que será sustituida por una inofensiva lección de aritmética. También se eliminaron perlas como la frase “el colonialismo es una misión sagrada de la civilización”. No obstante, el álbum aún en la época actual sigue siendo tachado de racista e imperialista y en Congo es un libro proscrito. Hergé también calificara a este álbum como un “pecado de juventud”.



Tintín, China y Japón



En los años 30, mientras en Europa las democracias entran en una grave crisis, los sistemas políticos totalitarios continúan ascendiendo y se respira un clima de enfrentamiento total que llevará a la II Guerra Mundial, Hergé opto por enviar a su hijo de papel a exóticas localizaciones: primero, llegó a los EEUU postdepresión y sacudidos por el crimen organizado de los gangsters en Tintín en América (álbum publicado en 1932), después se pasó por Oriente Medio en Los cigarros del Faraón (1934) y por China en El Loto Azul (1935). Estas dos últiams aventuras tocan el tema del tráfico internacional de estupefacientes, que en esa época comenzaba a ser un problema de magnitudes mundiales. En El Loto Azul, la historia se desarrolla en la antigua República de China (1912-1949), anterior a la revolución cultural de Mao y posterior a la época imperial. Por aquel entonces, China, el país mas poblado del mundo, vivía una etapa de transición de un régimen feudal a una modernidad de corte occidental. Chiang Kai-Shek, presidente de la república desde finales de los años 20 reunificó un país fragmentado políticamente y comenzó un tímido proceso de modernización y democratización. China era un gigante en crisis pese a todo, con una difícil modernización, acosado por su imperialista vecino Japón y con una guerra civil que duró casi 30 años (terminó en los 50), enfrentando a comunistas y nacionalistas. En 1931 Japón conquistó la región China de Manchuria, en donde se establece el Estado de Manchukuo, controlado por Japón. En 1937 estallará la guerra entre China y Japón.


En El Loto Azul, Tintín se enfrenta en China a traficantes de opio liderados por el empresario japonés Mitsuhirato. A parte del hecho significativo de que el villano de la aventura sea japonés, en este álbum aparece Sanngai ocupado por los japoneses y hechos inspirados en acontecimientos históricos, como la explosión de una línea de ferrocarril entre Sanghai y Nanking que sirbe a Japón como pretexto para ocupar Shangai que recuerda al incidente de Mukden de 1931, aunque los lugares no coinciden: Manchuria fue invadida por los japoneses en septiembre de 1931 como consecuencia del incidente de Mukden, y Shangai fue conquistada entre 1932 y 1937, es decir, su conquista concluyó después de que se editasen las historietas. También aparece la expulsión de Japón de la Sociedad de naciones, acaecida en marzo de 1933. Hergé trazó en El Loto Azul una curiosa mezcolanza de Historia real y política-ficción al tiempo que inauguró un nuevo modus operandi en al coinfección se los álbumes de Tintín, que era la documentación minuciosa sobre los países que reflejaba en las historietas: ropa, edificios, paisajes, costumbres, etc. El dibujante belga demostró su amor por la cultura y la filosofía china en el tratamiento de los personajes de este álbum, con el fin de mostrar a occidente la riqueza cultural china más allá de los estereotipos que existían sobre el país en aquella época. Por otra parte, El Loto Azul, es la primera gran obra maestra de los álbumes de Tintín.



Repúblicas bananeras y tiranos de opereta


En La Oreja Rota (1937), Hergé nos da su visión sobre la política latinoamericana de la época, por desgracia no muy diferente a la actual en no pocos de estos países: total inestabilidad política con continuos intentos de golpe de estado, sucesión de dictadorzuelos de opereta en un mismo país, revoluciones y contrarrevoluciones, pobreza…en fin, repúblicas bananeras, Casi toda la acción se desarrolla en la ficticia república sudamericana de San Teodoro, un paradigma del país sudamericano regido por un dictador ridículo y megalómano, el General Tapioca. A finales de los 30, la inestabilidad política n Latinoamenrica estaba a la orden del día, como también los intereses de multinacionales emergentes, especialmente petrolíferas. En La Oreja Rota, aparece la presión de dos grandes compañías petroleras, la General American Oil y la British-South American Petrol, sobre San Teodoro y su país vecino Nuevo Rico, para que ambos entren en guerra para la adquisición de territorios con petróleo (que al final no existe). Este suceso bélico estaba inspirado en la Guerra del Checo, que entre 1932 y 1935 enfrentó a Bolivia y Paraguay por al posesión de la región del Chaco Boreal, guerra inducida por multinacionales petrolíferas. La Guerra del Chaco, la más sangrienta en el continente americano durante el siglo XX, es llamada en este cómic la Guerra del Gran Chapo.


En La Oreja Rota, Hergé establece una de las más sugerentes aportaciones al universo tintinesco, como es la rivalidad entre el General Tapicoca y el General Alcazar por el control del gobierno de San Teodoro. Ambos militares aparecen retratados en este cómic como dos dictadorzuelos de enconada rivalidad. Alacazar alcanza el poder derrocando a Tapioca en La Oreja Rota, donde sentencia a Tintín a muerte, pero tras un curioso incidente, se el conmuta la pena y se hacen interesados amigos. Alcazar reaparecerá en dos álbumes posteriores, ya derrocado por su rival, exiliado y siempre maquinando la manera de deponer a Tapioca, un dictador aún más tiránico, y recuperar el poder. Los dos generales, inspirados en los megalómanos dictadores latinoamericanos, llevarán su enfrentamiento a la máxima expresión en el último álbum completo de Tintín, Tintín y los Pícaros (1976), del que hablaremos más adelante.




Totalitarismo y II Guerra Mundial


En los albores de la II Guerra Mundial se publicó El Cetro de Ottokar (1939), en donde, de tapadillo, se hacía una crítica a al nazismo alemán y al fascismo italiano, a través del ficticio estado centroeuropeo de Borduria, un país expansionista dispuesto a anexionar a la fuerza y de manera secreta al vecino y pacífico Reino de Sildavia, que perteneció a Borduria hasta la Edad Media. El cabecilla de la conspiración contra Sildavia (sin presencia física en el cómic) es el coronel Musstler, nombre claramente inspirado en Mussollini y Hitler. El carácter fascistoide de Borduria se refleja también en la existencia de un grupo paramilitar llamado la guardia de Hierro, inspirado en las SA y los Camisas Negras. Es cierto que Hergé en aquella época (y Tintín) era claramente conservador, pero con este álbum manifestó su repulsa ante los totalitarismos en el tiempo en que estaban de auge en Europa. Este intento de anexión descrito en El Cetro de Ottokar guarda clara relación con el Auschluss de Austria por parte de la Alemania Nazi, el cual tuvo lugar en 1938. Una vez más la Historia inspiraba las aventuras de Tintín.



Tintín y la crisis en oriente Medio


Con la II Guerra Mundial, las aventuras de Tintín pasaron a publicarse en el periódico Le Soir, La historia Tintín en el país del oro negro, que comenzó a publicarse en Le Vingtième Siècle en 1940 se interrumpió ante la llegada de los alemanes a Bélgica. A partir de ese momento y durante el periodo que duró la guerra, Hergé evitará alusiones políticas en Tintín, temeroso ante la reacción de los censores alemanes, que prohibieron Tintín en América y La Isla Negra, porque en ellos aparecían los países del bloque aliado EEUU y Gran Bretaña, respectivamente. Con El Cangrejo de las Pinzas de Oro (1941) (con debut del Capitán Haddock), Hergé comienza una nueva etapa en Le Soir, diario colaboracionista con Alemania durante la guerra y cuyo empelo allí fue un lastre para el autor durante toda su carrera. Tintín en el país del oro negro, se publicó completo finalmente en 1950. La historia se desarrolla en Oriente Medio y con respecto a la primera versión, habo cambios significativos: en aquella, la aventura tenía lugar en Palestina, por entonces un estado y ocupado en parte por las tropas británicas, país que trataba de crear el estado de Israel. Esta versión primigenia reflejaba el conflicto árabe-Israelí-británico, pero en la versión de finales de los años 40, que apreció en la revista Tintín, el nuevo soporte en donde se publicarán las aventuras de Tintín, se eliminan las referencias a sionistas y árabes. En 1972 se hará una nueva versión de la historia ya que Israel ya había nacido como estado y era ridículo que en cómic en los 70 aún se especulase con su creación, así mismo se eliminaron las referencias a los británicos. La acción se desarrolla ahora en un país árabe ficticio, Khemed.



¿Guerra Fría?


En la época de la Guerra Fría, a partir de finales de los años 40, con el bloque capitalista y el socialista enfrentados (que durará hasta la muerte de Hergé en 1983), Tintín no parece muy dispuesto a involucrarse en los turbios asuntos de espionaje militar y enfrentamientos entre ambos bloques y especialmente entre las dos superpotencias, EEUU y URSS. La aventuras de Tintín ya eran más precisamente eso, aventuras, y el tono de política ficción de los inicios del personaje se había rebajado tanto que ya no había lugar para tramas en donde la situación política internacional del momento apareciese reflejada de manera más o menos fiel, aunque sí velada en algunas ocasiones. Eso sí, los álbumes de Tintín siguieron siendo hasta el final un importante documento de los cambios sociales y culturales año tras año, década tras década, de la evolución de los gustos de la gente, de las transformaciones de al moda, de los nuevos usos del estado de bienestar. Hasta el antropólogo Levi-Strauss alabó el valor sociológico y cultural de los álbumes de Tintín como reflejo de su tiempo. La tecnología y sus cambios fueron bien aprovechadas por Tintín y sus amigos en los años 50 y 60; ya podían tomar aviones jumbo, ver la televisión, utilizar primitivos ordenadores e incluso permitirse el lujo de viajar a al luna en cohete, casi 20 años de que el hombre la pisase por primera vez.



No obstante, Hergé dirigirá una mirada crítica contra los regimenes comunistas, como cuando reinventó a Borduria como estado estalinista en El Asunto Tornasol (1956), cuando en El Cetro de Ottokar había aparecido como un estado fascista. La nueva situación política mundial así lo requería, y de nuevo en Tintín y los Pícaros (1976) Borduria será un pérfido país totalitario de corte socialista.



Tintín y la guerrilla



El último libro completo de Tintín, Tintín y los Pícaros, es un paradigma de cómo había evolucionado el universo de Tintín y de cómo había evolucionado la Historia desde al aparición del reportero del tupé en 1929. La acción vuelve a desarrollarse en San Teodoro, y en esta ocasión Hergé se inspirará en la guerrilla latinoamericana, tomando como referencia la revolución castrista en Cuba (1953-1959) y las aventuras guerrilleras de Ernesto “Ché” Guevara. San Teodoro esta ahora regida por el General Tapioca quien ha depuesto al General Alcazar, quien tiene el apoyo y ayuda de Borduria. Tapioca acusa a Tintín y sus amigos de conspiración y espionaje contra su gobierno, y tras encarcelar a Bianca Castafiore, su pianista, su doncella y a Hernández y Fernández bajo esta acusación en una gira por San Teodoro, Tintín, el capitán Haddock y el profesor Tornasol viajan a la república para aclarar el suceso. Perseguidos por agentes de Borduria en venganza por la actuación de Tintín en El Asunto Tornasol, se refugian en la jungla en donde se encuentran con el general Alcazar, quien ah reunido una guerrilla, “los pícaros”, para derrocar definitivamente a Tapioca. Alcazar tiene el apoyo en su empresa de la multinacional International Banana Company, mientras que Tapioca, para contener a su rival, firma un convenio de colaboración con la marca de Wishky Loch Lomond (la favorita de Haddock) quien manda por paracaídas botellas de la bebida para emborrachar a los guerrilleros y así detener su avance.



En este álbum, Alcazar aparece ahora como un líder guerrillero iberoamericano a la manera de Fidel Castro. Finalmente, con la ayuda de Tintín, Alcazar consigue hacerse con el poder y los amigos de Tintín, condenados apena de muerte, liberados. Sin embargo, con Alcazar en el poder, la situación en San Teodoro seguirá siendo la misma: pobreza y más pobreza. Sin duda alguna, en los 70 Hergé no veía solución alguna a al situación política, social y económica de Latinoamérica, habiendo o no guerrillas revolucionarias por medio.



El siglo de Tintín


El siglo XX, es el siglo de Tintín. Posiblemente, dentro de unos años, sus álbumes serán auténticos libros de Historia. Por ahora, nos conformamos con leer y disfrutar de sus aventuras, lo cual es uno de los más grandes placeres que puede darse uno en la vida.