martes, septiembre 18, 2007

El aparatito de Lumiere - HAIRSPRAY


En 1988 John Waters, director que en los 70 consiguió el estatus de cineasta de culto con sus comedias surrealistas, escatológicas y underground, rodó Hairspray, película más comercial y accesible al gran público que se ha convertido en uno de sus trabajos mas recordados a pesar de ser de lo mas light de su carrera. La película, como en toda su filmografía, estaba ambientada en la localidad natal del director, Baltimore. La historia: en 1962, Tracy Tumbald, una quinceañera gordita sueña con participar como bailarina en un popular programa local de música y bailes dirigido al público adolescente, pero la rechazan por obesa. Tracy no se da por rendida y gracias al apoyo de su también oronda madre, Edna, terminará entrando en el show. Con el paso del tiempo, la cinta se ha convertido en una película de culto que a acrecentado aún mas la leyenda de John Waters hasta el punto de que en 2002 se estrenó en Broadway un musical basado en la película que durante varios años ha obtenido un increíble éxito. En este musical se basa esta nueva versión de Hairspray, que ha conseguido grandes recaudaciones de taquilla en USA durante este verano.

Esta nueva versión musical del filme de John Waters esta rodada con más medios, grandes estrellas en el reparto, y su referente principal es la versión musical de Broadway, cuya música y canciones son obra de Marc Shaiman y Scott Wittman, pero, no obstante, respeta completamente el espíritu iconoclasta, hedonista, festivo y de exaltación de la vida y la música de principios de los 60 del filme de Waters (tal y como lo hacía al versión teatral musical). Adam Shankman, coreógrafo metido a director, es el responsable de este simpático y agradable remake que es un intento más de revitalizar el musical en el cine de Hollywood, hecho con el oficio y el mimo que requería la empresa. Tanto la versión teatral como esta adaptación son más políticamente correctas que la cinta de 1988, pero la impronta del director de Baltimore se deja ver por todos los lados. Y es que uno de los ganchos de esta nueva Hairspray es la presencia estelar de John Travolta como Edna Tumbald, la obesa madre de la no menos obesa Tracy. Este ejercicio de travestismo sigue fiel el espíritu de la fuente original, ya que en la versión de los 80 el papel de Edna fue interpretado por el carismático (y escatológico) transformista, travesti y showman Harris Milstead, Divine, mas conocido como “la vedette mas guarra del mundo”, musa de Waters en sus filmes mas underground, como Pink Flamingos, Polyester o Cosa de hembras y en donde hacía sutilezas como revolcarse en basura, comer huevos crudos hasta la nausea o incluso ingerir mierdas de perro. Tranquilidad, nada de esto sale en esta peli, en donde Travolta borda por cierto su cómico papel femenino de “mamá de la artista”, protectora, sufrida ama de casa y un tanto superada por los acontecimientos, con varios kilos de maquillaje y prótesis corporales para aparentar a una obesa cincuentona de principios de los 60. Y todo eso no le impide marcarse estupendamente unos cuantos bailes durante la película.

La película es divertida, simpática y con un punto deliberadamente naïf para presentarnos de manera un tanto manierista la alegría de la chavalería de principios de los 60 y los horteras concursos y programas musicales de la época. La película sigue el espíritu caricaturesco sixtie de la cinta de John Waters con esos peinados cardados imposibles de las féminas, el horroroso vestuario pre ye-yé, y los atractivos y lacados maromos que traen locas a las chicas del pueblo. La historia es en realidad muy simple, pero la incursión de elementos políticos como el de la lucha de igualdad entre afroamericanos y blancos en un tiempo convulso en el que la población negra aún estaba segregada en EEUU, siempre hizo del guión original una cosa bastante interesante, aunque en esta versión este elemento aparezca de manera mucho mas comedida y light, sin ese componente gamberro que ha caracterizado siempre el cine de Waters, aunque ha decir verdad, todo en esta versión es mas aséptico e inofensivo. Un reparto de estrellas ayuda bastante a llevar una historia que a causa de la naturaleza musical del producto, en no pocas veces se hace sinuosa; a parte de Travolta intervienen Michelle Pfeiffer como Velma, la insoportable productora televisiva del Show de Curny Collins, Christopher Walken como Wilbur, el padre de Tracy propietario de una surrealista tienda de artículos de broma y Queen Latifah como Motormouth Maybelle, la presentadora negra estrella de Baltimore. A parte de James Mardsen, que da vida al panoli presentador Curny Collins, se encuentra un buen plantel de jóvenes promesas como Brittany Snow, Elijah Kelley, Amanda Bynes, Zac Efron, (como Link, el príncipe azul de Tracy), y la saladísima Nikki Blonsky en el papel de la susodicha protagonista, cuya magnífica interpretación no desmerece nada a la de la inolvidable Riki Lake de la versión original. Todo el reparto esta formidable y tiene su momento para lucirse musicalmente. Travolta desde la época de Grease o Saturday Night Fever nunca había hecho un musical así, por cierto (además, ahora que me doy cuenta se han reunido los protagonistas de Grease y Grease 2, Travolta y Michelle Pfeiffer.)

Es una comedia musical alocada, dinámica y aparentemente un tanto tontorrona en cuanto a su historia (aunque el mensaje tiene su miga), con interesantes canciones que tratan de recoger los ritmos mas populares de los primeros 60 (Twist, Swing, Rock N´Roll, baladas Broadway, Soul) que se dejan oír y son pegadizas, aunque el conjunto sea irregular. Cada 10 minutos más o menos hay un número musical y eso puede agobiar a los que no estén demasiado acostumbrados a este género: aunque en la primera mitad del filme esto es más o menos llevadero en la segunda mitad todo es tan repetitivo que llega a resultar cansino. Una buena dirección artística, ingeniosos homenajes a otros filmes de John Waters (quien realiza un cameo, como Riki Lake, la Tracy original) e incluso a su amigo y admirador Almodóvar (en un detalle de decoración doméstica) y en general, una escenografía vistosa y ambiciosa dan lustre a una película evasiva y disfrutable.