martes, febrero 26, 2019

MARIA REINA DE ESCOCIA (MARY QUEEN OF THE SCOTS)



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Últimamente se hace difícil poder ver películas históricas repletas de buen cine y con amplitud de miras y en este sentido esta solemne producción británico-estadounidense sobre un personaje tan sugerente como María Estuardo las tiene todas para entusiasmar a los amantes del cine histórico y del buen cine en general. Coincidiendo en nuestras pantallas con otro excelente filme sobre la monarquía británica en el pasado, The Favourite, esta Mary Queen of the Scots es una película totalmente diferente a aquella en cuanto a que aquí se pretende contar de una manera rigurosa no exenta de dramatismo y de épica, claro está, un hecho histórico significativo con la pulcritud que la ocasión requería. La tumultuosa y azarosa vida de María Estuardo (1542-1587), reina de Escocia prima de Isabel I que después de haberse criado en Francia regresó a Gran Bretaña para ocupar el vacante trono escoto y de paso aspirar a convertirse en la sucesora de Isabel ante los recelos de la monarca y los nobles, ya había sido objeto de películas, series de televisión y novelas pero este filme dirigido con una sorprendente precisión y oficio por una directora teatral debutante en el cine, Josie Rourke, bien puede considerarse como la película definitiva sobre el personaje. Una puesta en escena cuidada y sorprendentemente naturalista fruto sin duda de la filiación teatral de la directora, una ambientación histórica de diez con una atmósfera sobrecogedora y pictórica (inspirada en las pinturas de la época), un vestuario apabullante y unas interpretaciones esforzadas y notables a cago de Saoirse Ronan (María) y Margot Robbie (Isabel) consiguen una película brillante que anuncia que Josie Rourke puede ser una gran directora cinematográfica. Tal vez un cierto hieratismo formal y un peso específico de algunos personajes secundarios no conseguido- y a pesar de que la dirección de actores en general y las interpretaciones son inmejorables-  lastran de cierto modo las bondades de la película, pero en ningún momento desnivelan decisivamente la balanza.

El ritmo narrativo del filme es conciso y matizado como corresponde a una película histórica que trata de narrar unos hechos a lo largo de más de 25 años, aunque por eso mismo a veces acontecimientos y situaciones se fuerzan demasiado. Pero en lo que en realidad se centra el libreto es en la ambición justificada de una mujer, María, que sencillamente reclamaba lo que a ella le pertenecía en un mundo de ambición y desconfianza en medio de un contexto en donde los conflictos religiosos (protestantes presbiteranos escoceses por un lado, anglicanos ingleses por otro y finalmente católicos de toda Gran Bretaña como ella) luchaban por alcanzar cotas de poder mientras que diferentes intrigas palaciegas trataban de utilizar para su beneficio a la reina Isabel I, una mujer ya de por si codiciosa pero que ante la inesperada e indeseada competencia de su prima se mostró vulnerable y confusa: un mundo violento y casi salvaje en el que dos mujeres con poder -en un mundo en donde los hombres eran los que eran realmente poderosos- entablan una extraña relación de odio-respeto-celos que acabará en tragedia debido a la enconada rivalidad entre ambas. Para ilustrar todo esto, desde luego que el duelo interpretativo entre Robbie y Ronan está totalmente a la altura con esta última demostrando lo grandísima actriz  que es a pesar de su joven edad. Una injusticia que no haya estado nominada a los Oscar.    

domingo, febrero 24, 2019

CAFARNAÚM (CAPHARNAUM)



**** y 1/2  

Una de las funciones del medio cinematográfico- entre otras tantas- es la de servir de testimonio de la realidad, ya bien sea de forma ficcionada o documental, a la que se puede añadir el de poder ser un impulsor de cambio: esto último, siempre difícil, cada vez se hace necesario en un mundo tan globalizado como injusto y son testimonios como el que ofrece esta soberbia película los que pueden añadir su granito de arena. Con un presupuesto ajustado, sin actores profesionales y con protagonistas tanto infantiles como adultos sacados de los mismos entornos reales donde se ha rodado, esta producción libanesa nos enseña que otro tipo de cine es posible sobre todo a la hora de contar historias inspiradas en hechos reales que por desgracia ocurren frecuentemente en países del oriente medio (y en otras altitudes) con en Líbano. La directora y actriz Nadine Labaki muestra un pulso narrativo encomiable y una habilidad cinematográfica innata para conseguir que la angustiosa epopeya de supervivencia de un niño libanés de 12 años huido de casa y solo ante una realidad urbana angustiosa no solo conmueva sino que guste, haga reir, llorar, y en definitiva sea una historia poderosa y convincente. 

Zain, el pequeño protagonista, está interpretado casi de manera autobiográfica por el joven Zain Al Rafea, un niño refugiado sirio en Beirut que aquí encarna a un chaval libanés que tras un angustioso periplo tras huir de casa (que conforma casi toda la película en forma de flashback) decide demandar judicialmente a sus padres- dos seres que explotan y maltratan a sus hijos-  por haberle traído a un mundo deshumanizado y cruel. Este premisa inicial casi de cuento moral es solo un pequeño despiste para mostrarnos durante toda la película una historia de supervivencia en donde Zaim, sin referentes paternos y sin haber recibido cariño alguno, aprende a valerse por si mismo a través del mundo de los adultos, unos seres que le parecen crueles y destructivos. El encuentro con una joven emigrante ilegal etiope, Rahil   (Yordanos Shiferaw) y su hijito de un año, Jonas (Boluwatife Trasure Bankole), añadirá esperanza pero será muy efímero. La fortuita marcha de su casi madre adoptiva llevará a Zaim a comportarse casi como uno de sus denostados adultos teniendo que emplear no ya solo la picaresca sino casi el delito para subsistir aunque por otro lado su madurez adquirirá una dimensión positiva al hacerse cargo del pequeño Jonas en ausencia de su madre, siendo para él casi como un hijo.

El catálogo de situaciones desagradables en la película es amplio, un muestrario de la realidad de muchos países en Oriente Medio: tráfico de drogas, pobreza infantil, mendicidad, delincuencia juvenil, abusos sexuales, explotación de menores, mafias de trata de inmigrantes, matrimonios concertados en edad infantil…todo ante los ojos de un niño de 12 años en el límite de la pérdida de la inocencia y de su conservación como mecanismo de defensa ante una realidad cruel. Con un mensaje final que abre una pequeña puerta a la esperanza, Cafarnaún no se recrea ni en la truculencia ni en el sensacionalismo y busca la complicidad del espectador. Un merecido premio del jurado en el pasado festival de Cannes y su nominación al Oscar de mejor película en habla no inglesa de este año avalan las virtudes de una película necesaria y convincente.