jueves, diciembre 24, 2009

RAYOS C EN LA OSCURIDAD OS DESEA....


Para que por fin todos nuestros sueños se cumplan,
para que todos/as hallemos el camino,
para esquivar las penurias y las miserias de la vida,
para por fin encontrar todo lo que nos merecemos,
para ser felices,


FELIZ NAVIDAD !


miércoles, diciembre 23, 2009

THE GREAT VIDEOCLIP LIBRARY (12). FRANKIE GOES TO HOLLYWOOD: THE POWER OF LOVE (1984). CHRISTMAS CON MÚSICA

En 1984 los liverpooldianos Frankie Goes to Hollywood se comieron el mundo literalmente: tres singles consecutivos en el número 1 aquel año (sus primeros 3 singles), número 1 en LPs a finales de año, récords de ventas de sencillos, videoclips de antología, merchandising agresivo…todo esto terminará pronto, y tras un álbum más, en 1986, todo se va al garete. Efectivamente, gran parte del éxito de FGTH se debió a la imagen, por medio de videos tan memorables como Relax o Two Tribes: provocación, factor sorpresa y crítica social era lo que vendía el grupo liderado por Holly Johnson, a parte de su efectista y ciertamente apasionante música, una mezcla de Synth Pop, Pop-Rock y Rock Progresivo de dimensiones épicas un tanto salidas de madre, pero oportunas en los tiempos de mesianismo juvenil que corrían. El gran productor Trevor Horn, fue el artífice de su sonido, convirtiendo a FGTH en la banda señera de su sello ZTT, fundado en compañía del crítico musical Paul Morley, el cerebro de la operación mercadotécnica que llevó a la banda al estrellato.


Dentro de los espectaculares vídeos del grupo, hay que citar por derecho propio a su mejor trabajo en ese campo, el filme que arropó a The Power of Love, precisamente la mejor canción de la banda. El single, el tercero del grupo, se publicó en noviembre de 1984 y como los dos anteriores, al poco tiempo ya estaba en el primer puesto del las listas británicas. Esta bella y conseguida balada, compuesta por los miembros de FGTH Holly Johnson, Peter Gill y Mark O´Toole y con arreglos orquestales de Ann Dudley, de Art of Noise, es ya considerada una de las mejores baladas de la historia del Rock y también en un de los temas Pop-Rock navideños mas memorables pese a que la canción no fue concebida como tal. En realidad, The Power of Love, como su nombre indica, era una balada de amor, pero a la hora de editarla en single en fechas navideñas, se optó por ilustrarla con una recreación del nacimiento de Jesús en el mas puro estilo del belén viviente. Godley & Cream, los colaboradores habituales del grupo en estas lides, hicieron un videoclip muy bello, emocionante y vistoso; y aunque hoy en día parezca algo moñas, sigue manteniendo su encanto navideño y emotividad. De esa manera, The Power of Love ha pasado a al historia como un villancico moderno con christmas visual incluido, obviando una letra no relacionada con la navidad y que además incluía alguna broma friki poco propia también de una balada seria.


El éxito de crítica del vídeo- y de la canción- ha propiciado que sea rescatado en las navidades de sucesivos años, convirtiéndose en el videoclip navideño por excelencia, y con el paso del tiempo siendo considerado por mucha gente en todo el mundo su video preferido de los 80. Nada falta en este trabajo para mostrar una completa representación de la natividad: José, maría, el portal, los pastores, ángeles, los Magos de Oriente…en fin, el espíritu de la verdadera navidad. El peculiar diseño de la estrella ha logrado mantenerse en el tiempo como el símbolo del vídeo. Capítulo de curiosidades: parece evidente la falta de presupuesto al poner disponer de solo dos camellos para los tres Magos, con Baltasar desplazado en caballo; el un tanto fantoche ángel que se aparece a los pastores; y el inserto que se hizo a posteriori de las imágenes prácticamente estáticas de los miembros de la banda en poses ridículamente manieristas, ya que el vídeo original no incluía imágenes del grupo. Ya han pasado 25 años, y este vídeo, pese a su un tanto impostado preciosismo, sigue resultando encantador y su visionado puede provocar alguna que otra lagrimilla por estas fechas. Y además, la canción es perfecta

lunes, diciembre 21, 2009

RANCHOS, FORAJIDOS Y PISTOLEROS DEL “CHORIZO WESTERN”


En la España del régimen franquista, las películas de vaqueros (y por ende las novelas, tebeos y seriales sobre el género), fueron una de las principales aficiones del pueblo llano. Siendo el cine prácticamente el único entretenimiento y medio de evasión (y de conocimiento de la realidad exterior) de gran arte de la población española, el western, el género cinematográfico por excelencia y el de más éxito a mediados del siglo XX, inoculó con fuerza su cultura a la sociedad española de los años 50 y 60. En realidad, no pasó nada nuevo respecto al éxito del western en comparación con otras partes del mundo, si bien, como todo el mundo sabe, el antes y el después del género surgió cuando los europeos decidieron adoptar aquella escuela más genuinamente americana imposible y, pese a la distancia cultural existente con los EEUU, lanzarse a hacer sus propios western cinematográficos. Italia, Alemania y España no dudaron en incluir el género del Oeste Americano en su filmografía, pese a la falta de medios en comparación con la industria hollywoodiense, dando lugar al “Euro Western”. Italia, durante los años 60 y 70 fue el país que más Euro Westerns produjo, muchos en coproducción con España, quien en muchas de esas coproducciones llevó la voz cantante en cuanto a producción, aporte económico o contribución técnica o artística, aunque fuese Italia la mayoría de las veces quien capitanearía esas producciones (además de hacer muchas otras solo con producción italiana). Para la historia del cine, el western italiano será siempre recordado con el manido sobrenombre de Spaghetti Western, pero el Western exclusiva o mayormente hispánico, aunque mucha gente lo ignore, tuvo también su propio nombre: Chorizo Western.


Generalmente, aunque el Western cinematográfico no producido en EEUU sea conocido internacionalmente como Spaghetti Western, esta denominación no sería correcta, ya que esta debiera corresponderse solo con el western italiano, por otro lado el western europeo mas abundante en al historia del cine. Reivindicamos el término de Chorizo Western, que además casa perfectamente con las características específicas del western español: populachero, extremadamente artesanal y de producción rápida (y que conste que aquí no se está haciendo ningún desprecio a tan delicioso embutido). En general, el Euro Western (aunque, bueno, tampoco sería del todo incorrecto llamarlo Spaghetti Western, ya que la inmensa mayoría de estas películas eran de producción o coproducción italiana), presentó durante su época dorada (1962-1976) unos rasgos característicos que lo diferenciaban del western anglosajón tradicional: personajes (incluso los tradicionales “buenos” personalizados por vaqueros y sheriffs) con escasos principios morales, violencia explícita y en mayor medida que en los westerns americanos; parquedad descriptiva y narrativa; estética sucia y miserabilista, bastante alejada del no pocas veces glamouroso Far West hollywoodiense; argumentos muy esquemáticos; un trasfondo de falta de moral y salvajismo que tal vez se correspondiese mejor con la realidad del Oeste norteamericano en aquella época que los westerns tradicionales; y en definitiva, una especie de metahomenaje al género al explotar hasta dimensiones manieristas y etéreamente simbólicas todos los tópicos del género: caza recompensas, ahorcamientos al amanecer, paisajes desérticos, peleas de saloon, cuatreros, enterradores, etc. Lamentablemente, solo en muy contadas ocasiones los Spaghetti Western llegaron a ser excelentes películas u obras maestras: no habían demasiados medios económicos en Italia o en España para hacer este tipo de cine, y pese a que los guionistas y directores de turno amasen el género, muy pocas veces fueron capaces de ofrecer buenas historias. Llegó a ser el Spaghetti o Chorizo Western toda una industria en sus países y todo un subgénero, con más de 500 películas filmadas entre 1962 y 1976, años estos en los que el western USA había entrado en decadencia, lo cual es enormemente significativo.


De todos es sabido que el Spaghetti Western italiano legó a la historia de la humanidad obras maestras del cine como la llamada Trilogía el Dólar, firmada por Sergio leone (Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el feo y el malo (1966) ), aunque más allá de ella no hubo nada más en lo que a gran cine respecta. No dejó de ser nunca una serie B muy, muy inferior, una respuesta barata y foránea de un género genuinamente estadounidense, un ejercicio de Wannabe esforzado, lúdico y a por que no, honesto. Pero cualquier análisis no debería olvidar que en España se dieron ciertas circunstancias, más que en ningún otro país, para adoptar el género y trasladarlo in situ a su territorio y que de hecho transformó a la península ibérica en el escenario por excelencia de los western europeos: la existencia de paisajes desérticos muy similares a los de algunas zonas del Far West, que sirvieron para trasladar las ciudades típicas del oeste a Europa, como paltó de rodaje. Nos estamos refiriendo, por supuesto, al Desierto de Tabernas en Almería, escenario de la mayor parte de los western europeos- entre ellos los filmes de Sergio Leone- y auténtico mini Hollywood que acercó a los españolitos del tardofranquismo a aquello que hasta poco antes solo podían contemplar en las salas de cine. El Far West llegó a España, y no solo a Andalucía. También en Catalunya; Esplugues del Llopregat tuvo al igual que Tabernas, su propio pueblo-plató del Far West. Comienzan la intervención española en el Spaghetti Western, y nacen el Gazpacho Western y el Butifarra Western, en definitiva, el Chorizo Western.


Abajo: el mini Hollywood western almeriense

La llegada de la industria cinematográfica española al Western fue en los años 50 via italiana. En aquella época, a nadie en sus ano juicio se le ocurriría pensar que en Espña se pudiese hacer cine de género al estilo anglosajón (policiaco, suspenese, aventuras) y mucho menos “pelis del Oeste”, pero los avispados productores italianos, en un país muy propenso a copiar todo lo anglosajón para reciclárselo a su propio público, estaban dispuestos a hacer sus propios westerns y descubrieron el desierto de Tabernas. Se construyó todo una ciudad a imagen y semejanza de las que aparecían en los filmes de John Ford o Hathaway, y se vinieron con todos los bártulos a rodar a Almería. A los productores cinematográficos españoles les apreció buena idea, en un momento dado, involucrarse económicamente en aquella un tanto quijotesca aventura y surgen las primeras coproducciones del oeste hispano-italianas. Es cierto que en la década de los 60 la mayoría de estas eran mayormente trasalpinas y con directores italianos tras la cámara, pero también hubo animosos directores españoles que dirigieron western, hispano-italianos o españoles a secas. Estos filmes con realizadores españoles son los que pueden considerarse con todo merecimiento Chorizo Western. Las diferencias con los westerns italianos, estilísticamente y en lo que a códigos propios del SW se refiere, no eran muy grandes; aunque, eso sí, existía una diferencia entre el Oeste parido en la imaginación española con respecto a la italiana: las películas eran mucho más pobres, aún si cabe. Nunca hubo en España un director del calibre de Sergio Leone, y fueron pocos los directores españoles que se arrimaron al género, en comparación con Italia. Normalmente, directores poco dotados artísticamente se hicieron cargo de películas del Far West, y los mejores no duraron mucho en el género. Hubo voluntad y mucha, medios humanos y logísticos todos los del mundo (con el escenario a tiro de piedra), se genero toda una industria de extras, especialistas y profesionales alrededor del SW (que en muchas ocasiones su presencia en el negocio del cine se reducía solo a este género) pero las películas no eran muy buenas y el público pronto dio la espalda al nunca muy desarrollado CW . Ya a mediados de los 70, los directores y productores españoles se cansaron de saloones, pistolas y bandidos, y el Western español cinamtográfico desapareció, convirtiendo a “Almeria City” en años posteriores en una muy sugerente y cinéfila atracción turística, que aun pervive.


Los artífices del CW fueron voluntariosos directores todoterreno muchas veces visionarios en un país con complejos cinematográficos evidentes, y cultivadores del cine de género cuando aún esto de las películas de acción, terror, fantasía o western era poca más que cine underground en España. Los actores españoles que intervenían, eran profesionales de dedicación muchas veces exclusiva en el género ya que se trataba de intérpretes de segunda o tercera fila que difícilmente podían prosperar en el cine español convencional, o bien eran actores y actrices jóvenes o surgidos del mundo del teatro o el doblaje que por alguna razón encontraban dificultades para trabajar en el mundo del celuloide, aunque algunos se convertirían en importantes intérpretes mas tarde. Y, por supuesto, también se contó con la presencia, al igual que en otros westerns europeos, de intérpretes norteamericanos mediocres (o muy mediocres) y secundarios estadounidenses venidos a menos.


Dentro de la nómina de directores españoles que realizaron westerns, hay dos nombres que brillan con luz propia. Son los hermanos Joaquín Luis (Madrid, 921) y Rafael Romero Marchent (Madrid, 1926), el primero de ellos el primer director español que realizó un western, en 1955, aunque en Mexico, El Coyote. Tras varios filmes, entre ellos dos sobre el mítico héroe mexicano creado por José Mallorquí y otro sobre el no menos célebre Zorro, producidos en México, Joaquín Luis emprende en 1962 el rodaje del primer western dirigido por un director español y rodado en España, Cabalgando hacia la muerte, también dedicado al la figura de El Zorro y coproducido con Italia. Un año después firma, también en coproducción con Italia, Tres hombres buenos y El sabor de la venganza. En total, Joaquín Luis Romero Marchent dirigió nueve westerns en España, entre 1962 y 1971, ocho de ellos con participación italiana, además de intervenir como guionista en otros de su hermano Rafael. Son destacables dentro de la filmografía western de Joaquín Luis Romero Antes llega la muerte (1964), una road movie protagonizada por Paul Piaget y Gloria Milland en la que también intervienen el gran actor español (por entonces desconocido) Jesús Puente y la leyenda del CH Fernando Sancho; La muerte cumple condena (1966), una típica historia de venganza; y sobre todo Condenados a vivir (1971), ultraviolento filme que intenta ir más allá de las convenciones del propio SW. Con esta película, el mayor de los Romero Marchent se despidió del género, dirigiendo posteriormente varios episodios de la serie de TVE Curro Jiménez- la cual atesoraba no pocos elementos de Western- y películas más bien olvidables hasta mediados de los 80.


Por su parte, Rafael Romero Marchent, fue un director mejor dotado que su hermano, si bien no dirigió westerns de tanta calidad como Joaquín Luis. Guionista en algunos filmes de su hermano mayor, en total dirigió 12 westerns. Se inició como actor y ayudante de dirección en los años 40 y 50 debutando como director precisamente con un filme del Oeste El ocaso de un pistolero (1965). Algunos de sus westerns son también clásicos del CW, como Manos torpes (1969); Garringo (1970) y Un dólar de recompensa (1973). En 1980 dirigió Duelo a muerte (1980), uno de los últimos westerns españoles, época en la que ya se encintraba centrado en el mundo de la televisión (también dirigió capítulos de Curro Jiménez) y en subproductos folklóricos a mayor gloria de Manolo Escobar.


Abajo: Tomás Milian en El precio de un hombre

A parte de los Romero Marchent, el otro director de bandera de los CW es Eugenio Martín (Granada, 1925), quien pese a solo dirigir cuatro westerns, consiguió algunas de las mejores obras del género en España las cuales consiguieron distribución internacional. Martín fue ayudante de ditrección en Estados Unidos o el Reino Unido de directores como Guy Hamilton, Michael Anderson, Nathan Juran, Jack Sher o Nicholas Ray, antes de regresar a España dispuesto a hacer cine de aventuras, algo bastante maldito en la península. En 1966, cinco años después de su debut como director con Los corsarios del Caribe (1961), dirige su primer western El precio de un hombre (1966), tal vez el mejor CW que se haya hecho nunca. Coproducida con Italia, rodada en Esplugues y con fotografía de Enzo Barboni, futuro director de las películas del tandem italiano Terence Hill-Bud Spencer. El precio de un hombre contaba la historia de un cazador de recompensas, Luke Chilsom (Richard Wyler) que llega a un pueblño fronterizo buscando al bandido mexicano José Gómez (Tomás Milian), el cual para su sorpresa es considerado por sus vecinos como un ladrón honrado, una especie de Robin Hood , y Gómez no duda en retener al indeseado cazarrecompensas en el pueblo, pero pronto el bandido mostrará su verdadera personalidad malvada a sus confiados vecinos, mientras que Chisolm se irá ganando el apoyo de los aldeanos contra Gómez. Un Spaghetti western inusual y de pocos escenarios que marcó el punto más álgido en el CW, y por desgracia no fue superado. Tomás Milian hizo suyo el papel del esquivo bandido, que repetirá en otros filmes similares. Tambieén interviene en este film actores como Halina Zalewska, Lola Gaos, Mario Brega o Manolo Zarzo. Los otros tres nada desdeñables westerns de Martín fueron Requiem para el gringo (1968), El Hombre de Rio Malo (1971) y Pancho Villa (1972), donde intervino al estrella norteamericana Telly Savallas, en el papel de un muy sui géneris revolucionario méxicano. Eugenio Martín logró dignificar el CW y consiguió los únicos títulos en el génro de cierta repercusión internacional, en Europa y Latinoamérica.


Otros directores españoles que dejaron su impronta en el género, aunque con no demasiada fortuna, fueron Ignacio F. Iquino (1910-1994), con cuatro westens ninguno digno de recordar; el argentino nacionalizado León Klimowsky (1906), un interesante director de fantástico y de terror pero cuyos westerns eran unos trabajos pobrísimos y casi de pseudoaficioando, pese a que dirigiese diez filmes del género; Alfonso Balcárzar (1926-1993), director de varios títulos francamente de saldo- en varios de ellos intervino el gran Fernando Sancho- ; y José Luis Merino (1927), uno de los mejores directores de género españoles que tuvo algún momento de lucimiento en el western, como con Frontera al sur (1966), Réquiem para un gringo (1968), o el ya tardío Siete cabalgan hacia la muerte (1980), cuando ya el cine del oeste no vendía ni una escoba. Hubo otros muchos directores que cultivaron los tiros, las peleas y las diligencias, pero su western no pasó de la indigencia de la serie Z.


Como se ha señalado antes, el CW tuvo su propio Star System, como también lo tuvo el SW italiano, formado por un ramillete de actores y actrices muchos de ellos apareciendo en los diferentes títulos del género, lo que terminó por encasillarlos en el mundo del Far West. Fue este terreno de actores españoles con características concretas que les ataban irreversiblemente al género e impedían muchas veces que cultivasen otro tipo de géneros. En ese sentido el encasillamiento en el nicho del western fue total, algo que en el género, en diferentes países, era habitual. Lo que se requería al actor español de western era conocer (aunque sea rudimentariamente) el inglés - ya que la mayor parte de estas producciones tenían reparto internacional- tener pinta de tipo duro, saber montar a caballo, y estar dispuesto a recibir un salario mas bien bajo, valorándose además el hecho de tener pinta anglosajona (o mexicana). Dentro de los vaqueros, bandidos, villanos o heroínas del CW caben destacar varios nombres. Por ejemplo, Julián Mateos (1939), actor versátil que a finales de los 70 abandonó la interpretación para convertirse en productor y que a parte de protagonizar películas fuera del western como Young Sanchez (1964) de Mario Camus, interpretó pelisdel Oeste en su mayoría italianas rodadas en Almería, como De mis enemigos me ocupo yo (1968,. Los Despiadados (1966)o El regreso de los siete magníficos (1967), secuela italoamericana de Los 7 Mágníficos en tono muy menor y aprovechando que Yul Bryner estaba de paso por Andalucía. Los papeles de Mateos solían ser secundarios y casi siempre de joven pistolero. Nieves Navarro (1938) fue la gran dama del CW, una almeriense que enseguida se especializó en el género del Far West rodado en su provincia, tanto en producciones italianas como españolas. Hizo suyo el rol de mujer de armas tomar (y nunca mejor dicho) capaz de empuñar el revólver y disparar tan rápido como cualquier hombre, destacando en cintas como Una pistola para Ringo (1965), El Halcón y la presa (1966) -uno de los mejores SW de la historia- junto con Lee Van Cliff, o Llega Sartana (1972). Pero si hay nombres que merecen ser destacados dentro de los intérpretes habituales del CW, estos son los tres malos por exceelncia del Far West hispánico: Aldo Sambrell (1937), Fernando Sancho (1916-1990), y Frank Braña (1934).


Frank Braña (iz:) y Aldo Sambrell (der)

Aldo Sambrell (de verdadero nombre Alfredo Sanchez Brell), fue uno de los cowboys españoles por excelencia. Especializado en papeles de villano, es decir, el papel bombón en todo western que se precie, ha participado en casi 50 westerns europeos, los cinco últimos de ellos olvidables productos de los años 80 y 90. En sus buenos tiempos fue el malo oficial de Almeria City, llegando a intervenir en la trilogía del Dólar (en pequeños papeles) o Hasta que llegó su hora (c´era una volta il west) (1968) y Agachate, maldito (Giú la testa) (1971), otras obras maestras de Leone, además de westerns patrios como Los Despiadados o Manos Torpes. Por su dominio del inglés, fuera del western intervino en bastantes coproducciones de cine o televisión con otros países, en las cuales en no pocas ocasiones repitió papel de “malo”. Comenzó prácticamente como extra y al poco tiempo era ya un secundario. Un gran actor a revindicar. Fernando Sancho, por su parte, también se especializó en papeles de bandido o forajido y su rostro fue al igual que el de Sambrell uno de los mas populares del SW rodado en España. En su extensísima filmografía “westernil” cabe destacar Antes llega la muerte (1964), Una pistola para Ringo (1965), El halcón y la presa (1966), Un hombre y un colt (1967) o Los buitres cavarán tu fosa (1972). Es de mencionar su gran especialidad interpretativa: el bandido mexicano, figura imprescindible en todo SW o CW que se precie. Y finalmente, el gran Frank Braña, asturiano de nombre real Francisco Perez Braña, con cientos de títulos de todo género a sus espaldas, entre ellos, Por un puñado de dólares, El bueno, el feo y el malo o El halcón y la presa. Otro actor minusvalorado que garcias a su dominio de la lengua inglesa ha llegado a trabajar con frecuencia en USA en filmes de bajo presupuesto. Actores identificados con la serie B, si, pero mucho más que meros participantes en filmes modestos.


No sería justo omitir el hecho de que el CW consiguió dinamizar durante mucho tiempo la desconocida región almeriense y creó toda una subcultura andaluza dentro de la propia cultura del western. Los extras de los filmes rodados en Tabernas formaron durante los años 60 y 70 toda una institución, ya que muchos vivían de la gran cantidad de películas que allí se rodaban, incluidos filmes de cualquier país no adscritos al western. Y no es menos cierto que gracias al SW y el CW en España se consolidó la profesión de especialista de cine, algo que hasta principios de los 80 era inexistente en nuestro país. Al igual que los extras, los especialistas del CW formaron un colectivo verdaderamente entrañable en el cine español del tardofranquismo y la transición.


Fue una época de leyendas, de desiertos en crepúsculo, cowboys caídos de sus caballos y bandidos rifle en mano, pululando por tierras andaluzas o catalanas. El western no fue más que un entretenimiento en la por entonces débil industria cinematográfica española, fomentado por la mitomanía y el yo también puedo, pero sobre todo por el amor al género más auténtico del Séptimo Arte.



TÍTULOS INDISPENSABLES DEL “CHORIZO WESTERN”

El sabor de la venganza de Joaquín Luis Romero Marchent (1963)

Antes llega la muerte de Joaquín Luis Romero Marchent (1964)

Ocaso de un pistolero de Rafael Romero Marchent (1965)

Alambradas de violencia de León Klimovsky (1966)

El precio de un hombre de Eugenio Martín (1966)

La muerte cumple condena de Joaquín Luis Romero Marchent (1966)

Dos hombres van a morir de Rafael Romero Marchent (1967)

¿Quién grita venganza? de Rafael Romero Marchent (1968)

La balada de Johnny Ringo de José Luis Madrid (1968)

Réquiem para el gringo de Eugenio Martín y José Luis Merino (1968)

Manos torpes de Rafael Romero Marchent (1969)

Sonora de Alfonso Balcázar (1969)

Garringo de Rafael Romero Marchent (1970)

La diligencia de los condenados de Juan Bosch (1970)

Un dólar y una tumba de León Klimowsky

Abre tu fosa, amigo, llega Sábata de Juan Bosch (1971)

La muerte busca un hombre de José Luis Merino (1971)

Un dólar de recompensa de Rafael Romero Marchent (1971)

Un dólar para Sartana de León Klimovsky (1971)

Un par de asesinos de Rafael Romero Marchent (1971)

El Hombre de Rio Malo de Rafael Romero Marchent (1971)

Condenados a vivir de Joaquín Luis Romero Marchent (1972)

Los buitres cavarán tu fosa de Juan Bosch (1972)

Pancho Villa de Eugenio Martín (1972)

Una bala marcada de Juan Bosch (1972)

Un dólar de recompensa de Rafael Romero Marchent (1973)

domingo, diciembre 20, 2009

El aparatito de Lumiere - AVATAR


***

Un amplio despliegue publicitario ha arropado el estreno de la nueva película de James Cameron (Terminator, Aliens, Abyss, Titanic) en ¡12 años!, un filme de factura revolucionaria que según sus responsables esta destinado a marcar un antes y un después en la historia del cine. Cuatro años ha invertido el efectista director en la producción de esta película, filmada en su mayor parte en la cada vez más utilizada técnica de animación del Motion Capture y en animación 3D, más escenas de imagen real. Lo verdaderamente novedoso de este filme es que la Motion Capture y la animación por ordenador son poco menos que perfectas y se ha conseguido además un realismo en la confección de imágenes (escenarios, personajes, movimientos, panorámicas) realmente magnífico y espectacular: una gozada para los ojos. Por lod emás, Avatar, es una historia de ciencia ficción interesante, épica y emocioannte pero en absoluto nada novedosa ni original. Es decir, una película de alucinante factura pero de contenido apañadito.


El guión firmado por el propio Cameron, eso si, trata de adaptarse a la suntuosidad y épica visual de la preciosa estética del filme. En una historia desarrollada íntegramente en otro planeta- llamado Pandora - era lógico que se tratase de crear un mundo totalmente nuevo, y en ese sentido el triunfo de Cameron y sus colaboradores- los diseñadores de producción, decoradores, efectos especiales, animadores (una auténtica legión de todos ellos) - es total. Y pese a su simplicidad, la historia tiene su intríngulis; una misión terrestre en el siglo XXII en donde un grupo de científicos y militares trata de explotar los enormes recursos energéticos del planeta Pandora, un mundo de junglas paradisíacas cuya forma de vida más evolucionada son los Na´Vi, unos enormes seres de 3 metros de bello color azul traslúcido con ciertas similitudes morfológicas con los humanos, pero de cultura primitiva. Tras introducirse con cierto éxito en su mundo mostrándoles las bondades del “progreso” terrestre, se pasa a la segunda fase, el robo de sus riquezas naturales y energéticas (¿suena esto a algo?). Jake Sully (Sam Worthington, Terminator 4) un marine parapléjico participa en el programa conviviendo con los Na´Vi y ejerciendo de espía para los colonos terrícolas bajo la apariencia alienígena propiciada por un sofisticado sistema que le proporciona un cuerpo Na’Vi creado biológicamente para el y que es controlado por su mente durante el sueño en una cápsula especial situada en la base terrestre. Pero su completa integración en una tribu cazadora Na´Vi y su especial relación con la joven Neytiri (Zoe Saldana), hija de los cabecillas del clan, termina cambiando su percepción de los despreciados extraterrestres y su forma de vida. El argumento en general, a parte de guardar no pocas similitudes con Bailando con lobos, sigue demasiado mecánicamente diversos esquemas del cine de aventuras y, por que no, del western, y acaba por no ofrecer narrativamente anda nuevo, aunque, eso si, su mensaje anti imperialista y antibelicista contiene un épica muy sugerente. Ya Habrá alguno en los medios s derechosos que empiece a desbarrar sobre la película, y mira que su tono es bastante naïf e inocuo.


Lo mejor del filme es su espectacular factura, que para que pueda ser apreciada como Dios manda debe verse en su versión en 3D en las salas al efecto: esta película ha sido concebida para ser vista en este formato y solo así se puede valorada en toda su plenitud. Bellos efectos cromáticos y fosforescentes refuerzan el precioso diseño del planeta Pandora, de momento, lo mejor que se ha hecho en animación 3D en el mundo del cine. No faltan escenas de espectacular acabado y buenas escenas de acción, afortunadamente no muy aparatosas. La música de James Horner, también es de recibo, aunque no sea tan memorable como en otras ocasiones. Película espectacular y muy sorprendente, aunque con un argumento más bien del montón; no se si hará tanta Historia en el séptimo arte como dicen, pero lo que es seguro es que hará ganar a Cameron una sustanciosa pasta. Eso si, el antes y el después en el mundillo del cine, estará asegurado.