martes, diciembre 04, 2007

El aparatito de Lumiere - [REC]


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Resulta una verdadera y agradable sorpresa este curioso y original filme de terror fantástico español, enmarcado dentro del proyecto Fantastic Factory de la productora Filmax. Los directores de la cinta, Jaume Balagueró y Paco Plaza, durante los diez años que lleva dicho proyecto- basado en la filmación de filmes fantásticos y de terror de pequeño-mediano presupuesto que de alguna manera vienen a cubrir el hueco que existe en el cine ibérico en cuanto al cine de género- han dirigido juntos o por separado varias películas del mismo: Los sin nombre (1999); Darkness (2002) y Frágiles (2005) (Balagueró) o El segundo nombre (2003) (Plaza). Películas de desigual resultado en las que sin embargo se encontraban detalles más que interesantes, especialmente en la obra de Balagueró. Eran películas con reparto y personal técnico internacional (a veces con estrellas como Calista Flockhart) con vistas a ser exportables al extranjero. En esta ocasión, en la que vuelven a unir sus fuerzas, tanto el reparto como el staff técnico son españoles (o al menos residentes en la península), en una película, que además de ser la mejor obra de ambos cineastas hasta la fecha, supone un salto cualitativo en el cine español, un exitoso y feliz experimento que ha dado como producto una película de terror inusual y apasionante.

[Rec], curiosa hasta en el título, parte de una premisa que recuerda en cierta medida a The Blair Witch Project, ya que los actores han partido en sus actuaciones de un guión incompleto en donde debían enfrentarse ellos mismos a retos que el equipo guionista (los directores y Luis Berdejo) les tenía preparados, aunque a juzgar por diversos aspectos arguméntales y escénicos, esto no ha debido de ser en tanta medida como se ha publicitado. Como en aquella película, todo está recogido a manera de falsa filmación espontánea cámara de vídeo al hombro. La historia es al siguiente: Ángela (Manuela Velasco), una joven y simpática periodista de una cadena de televisión local de Barcelona y su cámara Marcos (Pablo Rosso, el verdadero director de fotografía de la peli, del que no vemos su rostro en ningún momento) se trasladan una noche a un parque de bomberos de la ciudad condal para rodar un reportaje al pie del cañón sobre el quehacer nocturno de los apagafuegos. La velada parece que va a transcurrir tranquilita cuando reciben la llamada de los vecinos de un viejo portal en donde la discreta anciana residente en uno de los pisos del inmueble parece haber tenido algún serio percance a juzgar por los gritos que profiere. Ángela y Marcos acuden con su cámara de video, sin dejar de grabar un momento, a la casa junto con dos bomberos. Una vez allí se encuentran con un caso verdaderamente alucinante, algo que ni los asustados vecinos, ni los propios bomberos, ni la policía que también acude allí, se esperan. Por si fuera poco, se verán obligados a no salir del edificio. Ángela y Marcos deciden grabarlo todo, pero su cámara será testigo de algo horrible, de algo delirante, que terminara por desquiciar a todas las personas que se encuentran literalmente atrapadas en el interior del inmueble.

Al tener tratamiento de falsa filmación espontánea en cámara de vídeo rudimentaria, la película obviamente tiene una impronta de cercanía y de inmediatez que refuerza el elemento central de la película: el suspense y el terror psicológico. El hecho de dejar que los actores improvisaran diálogos, de presentar situaciones inesperadas a estos, y de contar con un reparto de intérpretes semi aficionados (esto último en el caso de los vecinos del inmueble, principalmente), otorga a al película un realismo jamás visto en ninguna película de terror. Las reacciones histéricas e inesperadas, los tacos y expresiones, el baile de san vito del reparto, todo ello captado por el ojo, tan atónito como los otros, de “Marcos”, consiguen no solo una total credibilidad situacional, sino que además, nosotros, nos sintamos como si en realidad estuviésemos en al casa, sufriendo la misma angustia que los protagonistas en su lucha por algo tan preciado comoes la pura supervivencia. El despliegue de adrenalina es total: resulta alucinante como no solo te vas metiendo en la historia (por descabellada que sea), sino como al final te identificas con la lucha desesperada de los protagonistas, totalmente acojonado y atado a la butaca del cine. No hay momento para el respiro, con proliferación de situaciones inesperadas, sustos (muy bien conseguidos e insertados, ojo) y giros de guión alucinantes.

Hay que decir que una peli convencional no hubiese resultado tan creíble como esta con el mismo argumento. Es cierto que el elemento base del argumento no solo no es nada nuevo si no que ha aparecido con bastante frecuencia en los últimos años en no pocas pelis, tanto que a veces suena hasta plagio o que una vez mas te están aburriendo con el mismo tópico, pero al habilidad de los directores y el genial planteamiento de la peli impiden que esto sea así. El guión juega muy bien con diferentes elementos y tópicos de la ficción terrorífica, con referencias que van desde George A. Romero a Lovecraft, desde el gore hasta el delirio psicológico, pasando por sorpresas ciencia-ficción o sobrenaturales.

Mención aparte merece la formidable actuación de un peculiar reparto en donde se combinan actores de diferentes edades y condiciones profesionales (con cabida para amateurs y semi amateurs, asi como la participación de bomberos reales de Barcelona): Manuela Velasco una actriz de rostro conocido merced a la publicidad y a la tele y que comenzó cuando era una niña con Almodóvar en La ley del deseo, es un grato aunque algo tardío descubrimiento. Los vecinos de la casa son totalmente verídicos y creíbles, como sacados de la vida misma, sobre todo la pareja de abueletes interpretados por Teresa Ortega y Manuel Bronchud: auténticos. En definitiva, una película formidable, que no tendrá taquillas tan buenas como el Orfanato, pero que es de lo mejorcito del cine español en lo que vamos de año. Alucinante.